Durante todo ese tiempo me siento feliz, nada me importa, incluso la estúpida venganza deja de importarme.

No llevo la cuenta exacta de cuántas veces he inhalado la cocaína, pero después de un tiempo, me doy cuenta de que debo parar si no quiero llegar a una sobredosis

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No llevo la cuenta exacta de cuántas veces he inhalado la cocaína, pero después de un tiempo, me doy cuenta de que debo parar si no quiero llegar a una sobredosis. Y es en este punto, cuando dejo de drogarme, que nuevamente los recuerdos y esa voz de mi conciencia empieza a tomar más poder, como si en verdad fuera otra persona la que vive juzgando todas mis acciones en mi mente, me atormenta, pero no puedo hacer nada para callarla.

«Eres un cobarde Baadir, deberías morir de una buena vez por una intoxicación, morirías feliz.»

—Si... deberías morir ahora, ¡Deberías hacerlo Baadir! —empiezo a reír—, Ya nada importa, has perdido el respeto de tu padre y la chica que quieres ahora sufre por tu culpa.

«¡Yo no dije eso! Ella no puede gustarme..., no puede.»

En ese trance en el que no se si mi conciencia es la que articula las palabras o es algún ente que me desea la muerte en voz alta, empiezo a recordar lo que hablé con el papá de "Mi abejita".

«Debiste hacerle caso...»

"—Dígame señor ¿En qué puedo ayudarle?

—Yo-yo, sé que quieres a mi hija, te escuché decírselo claramente ese día... —habla muy rápido en turco—, llévatela, te ayudaré a escapar con ella.

—No entiendo ¿Qué pasa señor? ¿Por qué me pide eso? —respondo en turco.

—Emir le propondrá matrimonio a mi hija hoy mismo, así que no me hagas perder más tiempo ¿Te la llevarás o no? —suena desesperado— Ya te dije que te ayudaré a escapar con ella, no tendrás problema alguno.

Ya lo sabía, Emir ya me lo había dicho. Y a pesar de que no quisiera que Eli se comprometa con él, debe hacerlo, sino todos mis planes se irán a la basura y no pienso permitirlo. Primero está mi venganza y luego ella.

—Lo entiendo señor —trato de sonar afligido—, pero...

—¿Pero? ¿¡Quieres o no a mi hija!? —Se acerca amenazante.

—¡Claro que la quiero! Y por eso debo dejar que ella decida si quiere irse conmigo o quedarse con Emir, no pienso obligarla a irse conmigo si no es su deseo.

—Pero ... ¿Cómo haremos eso? Ella es muy ingenua y sé que tiene miedo de decirlo.

—¡Tengo una idea! —asiente desesperado esperando que continúe—Iré con ella a comprar lo que se supone usted quería pedirme. En el camino trataré de convencerla y en caso de que quiera irse conmigo, no regresaremos —sentencio y lo noto asustado—, me la llevaré para siempre y no podrá despedirse de su hija.

—No importa, llévatela —dice feliz y melancólico a la vez—. Solo prométeme que la harás feliz, sólo te pido eso.

«Aquí vamos con otra mentira»

Se Paciente Conmigo |TERMINADA|Where stories live. Discover now