01

370 51 7
                                    

Pocas personas tienen la dicha de decir que están enamoradas, y pocas, realmente muy pocas son correspondidas de dicho sentimiento. Ese tipo de personas son las únicas que deberían existir en el ámbito amoroso, luego, están las que son como yo:

Depresivas, desempleadas y enamoradas por años de un chico al que siempre han tenido cerca pero nunca se han atrevido a decírselo.

Esta tarde cuando Diego me dijo que saliéramos porque tenía algo importante que pedirme, yo hasta imaginé el nombre que tendría nuestro tercer hijo porque pensé que lo que me diría era algo como: “He estado enamorado de ti todos estos años, hazme el honor de hacerte feliz y se mi novia.”

Pero en cambio, me ha terminado pidiendo que le ayude con Alicia, quien ha sido mi amiga hasta hace unas semanas. Y no es que me guste ir culpando a la gente de mis propias desgracias, pero en esta ocasión, ella sí tiene algo de culpa. Ella es la versión pobre e iracunda de Regina George de Mean Girls.
¿Te ha tocado tener una amistad a la que solo le interesa hacerse amiga de personas invisibles como yo para poder resaltar? Si tu respuesta es “sí”, debes romper todo tipo de lazo. Si tu respuesta es “no”, eres afortunado.

—Liz ¿estás bien? —inquiere Diego, todavía sentado frente a mí en la cafetería.

No quiero llorar aunque sé que estoy a punto de hacerlo, Alicia no lo merece, ella no lo ama ni la décima parte de lo que yo lo amo.

Mi reacción solo dura unos cuantos minutos más, veo como me mira y pronuncia algo inteligible para mí. Un ligero zumbido se apodera de mis oídos y parece que mi vista se va por unos segundos.

Esto, es lo que pasa cuando amas a alguien con toda tu alma y esa persona ama a un total monstruo.

Su pregunta no está mal formulada pero no es adecuada para esta situación, es más que obvio que no estoy bien, ¡Le iba a confesar mis sentimientos! Y él en cambio me habla de los suyos, de los cuales, yo no soy la dueña.

—Creo que es mejor que me vaya—logro articular, dejo el dinero de mi batido y salgo del lugar lo mas rápido posible.

Parece que toda la comida ingerida me ha causando náuseas y una jaqueca tremenda.
Soy consiente de que algo está apretando mi garganta hasta que ya no puedo más y lágrimas saladas y silenciosas corren por mis mejillas.

No puede ser.
No puede ser.
No puede ser.

Trato de convencerme a mí misma de que lo que ha dicho es obra de mi imaginación, pero no da buen resultado, él no me ama, él está enamorado de ella.

He sido una estúpida, cómo pude creer que yo le gusto, y aún peor, que está enamorado de mí, no soy nadie a comparación de Alicia, no valgo todo eso que los demás dicen y quizá nunca encuentre mi lugar en el mundo. Estoy segura de que la clase de persona que soy es en quien menos se fijaría Diego.

—¡Liz! —escucho su voz a metros de distancia, sé que no debo de voltear y esta vez me sale a la perfección, pues en cambio comienzo a caminar más y más rápido—. ¡Elizabeth!

Grita, sus piernas largas hacen buen trabajo y finalmente me alcanza, se interpone frente a mí y al ver mi cara húmeda me mira preocupado.

—No es cierto —dice, pero eso suena más como una pregunta—. No es cierto ¿Verdad?

Sé a qué se refiere, pero apenas puedo pensar en querer irme y estar a salvo en mi habitación, como para hablarle siquiera de lo que siento.

—Lo que Mauricio dice, tú no estás enamorada de mí ¿cierto?

Quizá deba tomar el tren e irme lejos, jamás podré volver a mirarlo a la cara sin sentir vergüenza al recordar que hace minutos le iba a declarar mi amor. No sé cómo o porqué lo hago, pero termino diciendo lo contrario.

FLORES EN INVIERNO |COMPLETA|Where stories live. Discover now