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Paseaba con la familia Qian o solo, dependiendo de qué tan ocupados estaban ellos. Algunas veces acompañaba a su primo a su instituto o iba a recogerlo, en vez de avergonzarse de él como cualquier adolescente, Chenle lo presumía con sus compañeros y amigos, no cualquiera tenía un primo en Alemania, cerca de los treinta y líder de diseño automotriz en BMW.

Yangyang pasaba las mañanas y tardes paseando por esa ciudad como si fuera un turista, como si no la conociera de memoria. Aunque después de cinco años, algunas cosas habían cambiado.

Y a pesar de recorrer distintos lugares cada día, todas las tardes a la misma hora se sentaba en una de las mesas de afuera de esa cafetería, que quedaba justo en la esquina que Dejun cruzaba —tal vez— para volver a casa.

Sí, se sentía un acosador, pero necesitaba ver que realmente estuviera bien, y aunque todos los días se intentaba animar para acercarse, siempre elegía quedarse al margen. Hasta que un día no lo vio en esa esquina y tuvo una extraña sensación en el pecho.

—¿Tu plan era acosarme hasta que te descubriera? Funcionó.

Yangyang miró a su lado, un poco sobresaltado. Dejun estaba frente a él, con las cejas elevadas, esperando una respuesta que nunca iba a llegar. Entonces el mayor sonrió y revolvió el cabello de Yangyang, sentándose frente a él.

—Es la tercera vez que te vi aquí sentado y ya estaba totalmente seguro de que eras tú, así que decidí acercarme. ¿Por qué no me hablaste antes? Me alegra verte de nuevo.

—Bueno, yo... —Yangyang se removió en su asiento y agradeció la excelente atención de esa cafetería cuando un mesero se acercó a atender a Dejun, interrumpiendo el incómodo momento.

—Espero que no te moleste que te acompañe un rato —sonrió, luego de hacer su pedido—. ¿Cuándo regresaste?

—Solo estoy de vacaciones —se apresuró a aclarar—, llegué hace una semana y aun me queda otra antes de volver.

—¿Hace una semana? Yanggie... sabes dónde vive mi madre, podías preguntarle a ella por mí.

—No quería ser una molestia, además hace tiempo que perdimos contacto y...

—Tienes razón —interrumpió Dejun—, ¿qué ocurrió?

—Perdí el teléfono en algún lugar y jamás pude recuperarlo, ni el número ni los contactos que tenía —mintió. Fue su decisión deshacerse de todo lo que lo conectaba con su pasado.

—Entiendo... pero me alegra ver que estás bien —sonrió el mayor, mientras recibía su pedido del mesero. Cuando volvieron a quedar solos, mantuvo su mirada en el café frente a él para hablar—. Aunque, pensándolo en perspectiva, es un alivio que perdiéramos el contacto.

Dejun elevó la mirada, encontrándose con un confundido Yangyang. El menor no entendía a qué se refería exactamente, pero las ideas que cruzaron en su cabeza lo hicieron preocuparse.

—La verdad es que... cuando te fuiste, estaba muy mal, te enviaba mensajes y te hacía llamadas que nunca recibían respuesta, hasta que escuché que el número ya no existía. Eso me devastó, pero luego lo entendí todo —mantuvo siempre la mirada en Yangyang—. Hendery también estaba mal por tu partida, pero no supe cuánto hasta ese momento, que decidió sincerarse conmigo.

Dejun se mantuvo en silencio observando a quien una vez fue su mejor amigo. Yangyang sentía una corriente helada colándose por cada centímetro de su cuerpo, ¿Dejun lo sabía todo? Su garganta se cerró y sintió un revoltijo en su estómago.

—Hendery me habló de lo que ocurrió entre ustedes —Yangyang temblaba en su lugar, definitivamente no estaba preparado para esto—. Realmente me enojé, con ambos. Y agradezco que perdiéramos el contacto, sino te habría dicho cosas muy crueles de las cuales ahora me arrepentiría.

—Pero me las merecía —murmuró el menor, bajando la mirada. Ya no podía enfrentar a su mayor.

—En ese momento también lo creía así —soltó una risa sarcástica y continuó—. Me sentía traicionado, estaba tan enojado —aun se escuchaba ese sentimiento en su voz—. Hendery era mi pareja, estaba molesto con él, pero tú eras mi mejor amigo —las últimas palabras se perdieron en el aire. Yangyang cerró sus ojos con fuerza—. Pero después de mucho tiempo, empecé a entenderlos. Estaban en una situación difícil, ambos se sentían perdidos y dolidos por lo que me estaba ocurriendo.

—Eso no hace que lo que hicimos sea menos malo —murmuró Yangyang.

—Lo sé, pero me ayudó a comprenderlos y perdonarlos. Sé que no lo hicieron para dañarme, y cuando desperté todo terminó entre ustedes, a pesar de que ambos se querían —Yangyang levantó la vista, asustado—. Muy tarde lo entendí —explicó Dejun—, yo fui quien te robó a Hendery primero. Nunca lo había pensado y tú siempre te mantuviste al margen, pero no me presentarías a un cualquiera estando tan emocionado. No vi en ese momento que ya estabas enamorado de él.

—Pero Hendery se enamoró de ti en cuanto te conoció, y noté que también él te gustaba, así que no tenía muchas opciones más que apartarme. Aún así, lo que ocurrió entre nosotros no debía pasar. Sí, estábamos mal, fue una forma de consuelo, pero no debimos continuarlo. Lo siento tanto, realmente me arrepiento.

—Sabes que recuerdo todas las veces que me pedías perdón, ahora entiendo realmente por qué. Y sé que estabas muy arrepentido —tomó las manos de su menor, sonriéndole con cariño—. No continúes torturándote, te perdoné hace mucho tiempo —Yangyang asintió, limpiando algunas lágrimas—. ¿Por qué no me dijiste lo que había ocurrido entre ustedes?

—Quise hacerlo, en serio. Pero Hendery decía que no era lo mejor.

—Sabes que prefiero saber la dolorosa verdad, antes que quedarme en una mentira de fantasía.

—Sí, lo siento —murmuró—. Al principio quería hablar contigo pero... sabía que había hecho las cosas mal y no quería que sufrieras simplemente para liberarme de la carga.

—Espero que ahora, después de tanto tiempo, finalmente te sientas perdonado y sin ese peso.

—Créeme, hablar contigo fue un gran alivio. Muchas gracias —sonrió Yangyang y Dejun le devolvió la sonrisa, terminando su café. El anillo volvió a aparecer en su campo de visión y se animó a preguntar—. Veo que seguiste adelante.

—Oh, sí, estoy felizmente casado hace casi dos años —su gran sonrisa y el brillo en los ojos al ver su anillo, demostraban que estaba realmente feliz—. Si no hubiera pasado todo esto, tal vez no hubiese conocido al amor de mi vida.

—¿No es Hendery?

—Claro que no, en cuanto me dijo la verdad, terminamos. Mucho tiempo después nos volvimos a encontrar, hablamos las cosas y quedamos bien, no somos amigos, pero aun mantenemos el contacto. Y en el camino para perdonarlos a ustedes, lo conocí a él, que se volvió mi todo sin quererlo.

—Me alegro muchísimo por ti.

—Gracias —sonrió—. Te daré mi número, juntémonos a cenar antes de que regreses a Alemania, te presentaré a mi Yukhei.

—Por supuesto —aceptó Yangyang, registrando el contacto.

—¿Quieres hablar con Hendery? —preguntó, con algo de precaución—. Puedo llamarlo por ti.

—Pásame su número, yo me contactaré en cuanto me sienta listo.

—Espero que volvamos a ser cercanos como hace mucho tiempo atrás. Debo irme, mi esposo parece rudo, pero es un bebé que necesita cariño todo el tiempo, y si no vuelvo a casa, comenzará a llorar.

Yangyang rió junto con Dejun y lo vio alejarse. No sabía que tenía un gran peso en su espalda hasta después de esta conversación, en la que se liberó de esa carga. Observó su teléfono, con el mensaje de Dejun y el número de Hendery. Debía hacerlo, pero ya era suficiente por hoy.

LazosWhere stories live. Discover now