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Años más tarde...

El corazón de Yangyang tembló cuando salió de aeropuerto. Habían pasado años desde que se fue de ese país y no pensaba regresar. Había perdido contacto con su mejor amigo en cuanto aterrizó en Alemania. Y había dejado atrás a su primer amor también, ese amor no correspondido que se volvió imposible cuando comenzó a salir con su mejor amigo, ese amor que se volvió secreto cuando se usaron como consuelo ante el estado de Dejun. Ese amor que se hizo más fuerte con el pasar del tiempo pero que tuvieron que negar cuando Dejun despertó. Ese amor que tuvo que dejar ir y ahora era solo un bonito y doloroso recuerdo.

Pidió un taxi y, en el camino hacia la ciudad, comenzó a revisar sus mensajes. Avisó a sus madres que ya había llegado y le escribió a su tío que estaba en camino a su casa. Guardó el teléfono en su mochila y se dedicó a ver el paisaje. La nostalgia lo invadió, extrañaba ese lugar, pero no se arrepentía de sus decisiones. Así logró sanar y olvidar y, aunque no sabía nada de ellos, esperaba que estuvieran bien.

—¡Yanggie! —gritó su tío cuando apareció al otro lado de la puerta. Lo abrazó con fuerza y lo hizo pasar a su casa—. ¿Por qué no nos avisaste antes? Podríamos haber ido a buscarte al aeropuerto.

—Deja de consentirlo —sonrió su otro tío, acercándose a saludar y tomar sus maletas—. Es un chico grande, si quiere manejarse solo, puede hacerlo.

Yangyang rió, Ten rodó los ojos mientras Kun se alejaba para dejar las pertenencias de su sobrino en la habitación donde se quedaría.

—¿Tienes hambre? Podemos pedir comida sin que se entere Kun —murmuró Ten.

—Estoy bien, creo que iré a descansar un poco —sonrió Yangyang—. ¿Dónde está Chenle?

—Salió con unos amigos, pero estará de vuelta para el almuerzo. Sígueme.

Ten lo guió a la habitación donde momentos atrás Kun había ido y ambos dejaron solos al menor. Tenía la necesidad de descansar un poco su mente, así que se recostó y se quedó dormido en un instante.

...

Chenle fue a despertar a su primo, arrojándose sobre él y abrazándolo con fuerza. Durante el almuerzo, Yangyang les dio la buena noticia, les contó un poco de su tiempo en Alemania, de su trabajo, de sus madres, y también escuchó a sus tíos y primo. Los ayudó a lavar los platos y decidió salir solo por la ciudad.

La nostalgia era agradable, recordaba todo con cariño y no se sentía asfixiado como cuando se fue del país. Aun así, no volvía para quedarse, simplemente estaba pasando sus vacaciones. Y de cierta forma también era una manera de aceptar que ya lo había superado y podía cerrar ese ciclo por completo y continuar. A diferencia de sus vacaciones anteriores, no tenía miedo de volver y eso era una buena señal.

Pasó frente al hospital donde todo había comenzado, inhaló hondo y, junto con la exhalación, soltó todos los pesares que aun quedaban en él. Continuó su camino, pasando a través de las plazas y parques que había visitado alguna vez con ellos. Caminó frente a las cafeterías y restaurantes, incluso pasó frente a su antiguo edificio y su corazón se encogió un poco al ver gente desconocida en el que había sido su departamento.

Sus pasos continuaron el camino por inercia y se detuvo en la vereda de enfrente al edificio donde vivían Hendery y Dejun. No estaba seguro si luego de la recuperación habían regresado o no, así que simplemente siguió adelante. No estaba en sus planes volver a verlos, así que no se preocuparía por saber si aun vivían ahí.

No iría hasta la casa de la señora Xiao, era en un barrio privado y debía dar su nombre para entrar, así que comenzó con el camino de regreso a casa.

Yangyang estaba seguro de haberlo superado todo, de sentirse fuerte para regresar a esa ciudad y poder recorrerla sin tener remordimientos. Pero por supuesto, no esperaba encontrarse a alguno de ellos. Así que, cuando Dejun pasó delante de él, instintivamente se escondió. Lo observó desde lejos mientras su ex mejor amigo esperaba un semáforo para cruzar. Tenía un maletín en una mano y tecleaba algo con la otra en el celular. No estaba seguro si había regresado a su antiguo trabajo o tenía otro nuevo, pero no se lo veía tan agotado como antes del accidente. Dejun comenzó a cruzar la calle y Yangyang notó que no había rastro de su cojera, se había recuperado por completo. Y también vio el bonito anillo dorado en su mano izquierda.

Sintió pesar en su pecho por las mentiras que nunca había aclarado, pero estaba feliz por él, por ellos. 

LazosWhere stories live. Discover now