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Como todas las noches que Hendery dormía en ese sillón, despertaba en cuanto el sol se colaba por esas inútiles cortinas. Solía dormir unas tres o cuatro horas en el incómodo sillón, con suerte cinco, pero ya estaba acostumbrado. Recogió sus cosas y dejó todo listo para marcharse, después de hacerle masajes a Dejun. Faltaba poco tiempo para el cambio de turno, así que se tomó el asqueroso café de las maquinas del hospital, al menos el amargo sabor lo despertaría un poco.

Un enfermero golpeó la puerta y se adentró en la habitación, saludando a Hendery con una sonrisa y dirigiéndose a Dejun. Revisó el suero, las máquinas, le modificó un poco la altura de la camilla. Alguien más tocó la puerta y Hendery sonrió al encontrarse con Yangyang. Dio unas palmadas en el hombro del menor y se saludaron con un leve movimiento de cabeza. Yangyang se acercó al enfermero con quien haría los ejercicios para las piernas. Hendery se despidió y fue rápidamente a su departamento a vestirse, antes de dirigirse a su trabajo.

...

El jefe estuvo más exigente de lo normal y sus compañeros se volvían irritantes, pero tenía la tranquilidad de que se encontraría con Yangyang esa noche y podría dejar su pesadez atrás. Tuvo que quedarse a arreglar un error de un compañero y eso lo atrasó poco más de una hora, pero finalmente estaba golpeando la puerta de su apartamento.

Yangyang lo recibió con una sonrisa sabiendo, con solo ver su rostro, que su día no fue el mejor de todos. Lo envió a ducharse mientras él comenzaba a preparar la cena, y Hendery obedeció. Se duchó con rapidez, pero se quedó varios minutos bajo la lluvia, disfrutando el calor que lo acobijaba.

Hendery se veía más apagado de lo normal, y a Yangyang le dolía. Después del accidente que dejó a Dejun en ese estado, toda la alegría y energía de Kunhang habían desaparecido. Y con el paso de un año y la esperanza perdiéndose poco a poco, Hendery solo empeoraba más. Yangyang hacía todo lo posible por alegrarle, y mientras estaban juntos funcionaba, pero él no volvía a ser el mismo Hendery bromista y brillante que iluminaba a los demás.

Lo escuchó salir del baño y lo llamó para cenar. Conversaron de tonterías que vieron por el teléfono o televisión, de alguna situación que se cruzaron en la calle o se quejaban de sus trabajos, todos temas totalmente alejado de Dejun. Hendery intentaba sonreír, pero ese gesto se había vuelto triste y doloroso hacía mucho tiempo.

Después de la cena, Hendery se dirigió a la habitación para elegir una película mientras Yangyang preparaba los snacks. El menor le conversaba de algo superficial, sabía que así opacaba los pensamientos de Hendery y él siempre lo agradecía. Hendery se sentía culpable de alguna manera por el accidente de Dejun, y era agobiante para él estar en el departamento que compartían, así que solo pasaba por unas horas, para lavar la ropa o tenderla, ducharse o recoger los libros que le leía a Dejun. Pero cuando no estaba en el hospital o en el trabajo, prefería pasar su día entero en el departamento de Yangyang.

El menor entró a su habitación y sonrió, dejó la bandeja de snacks a un lado y se acercó a Hendery. Lo desvistió con cuidado de no despertarlo y lo cubrió con las mantas. Yangyang sabía que estaba cansado, pero Hendery insistió con la idea de ver una película, aún así, no pudo contra sí mismo. Yangyang apagó el televisor, salió con la bandeja de comida y cerró la puerta, dejando la habitación en completa oscuridad. 

LazosWhere stories live. Discover now