Respeto y honor.

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Cesar nunca había entendido a su padre, un fuerte caballero que pocas veces dormía en casa. Cada vez que este dormía en casa le contaba una pequeña historia, la mayoría anécdotas del mismo, las cuales siempre terminaban en un indescifrable consejo.

Pasaban los años y Cesar seguía sin comprender a su padre ni las palabras que le aconsejaba, él era un muchacho el cual trabajaba limpiando cuadras, no entendía para que le servían aquellos consejos de caballero.

Un día su padre enfermó y mientras que este se pasaba el día en la cama, Cesar le cuidaba y mimaba.

-Padre-Se atrevió a decir por fin el muchacho-, sin intención de ofender, nunca he entendido para que sirven los consejos que me dices, soy un simple muchacho y tú eres un gran caballero, no me sirven en absoluto.

-Hijo, nunca sabes que te pueden servir.

De repente el caballero comenzó a toser, se tapó la boca con un pañuelo blanco y este se tiñó de rojo. Cesar, asustado, se temía lo peor. El padre comenzó a entre cerrar los ojos mientras que Cesar repetía seguidamente su nombre y le zarandeaba de un lado a otro. 

El padre, gastando sus últimas fuerzas, agarró al muchacho y le obligó a sentarse.

-No tengo nada para ti hijo, cuando yo me vaya poco te quedará.

-No importa eso padre-Le interrumpió el muchacho-.

-Solo te quedará mi respeto y honor.

-¿Tu respeto y honor?

Cesar no obtuvo respuesta, su padre yacía sin vida en la cama. El muchacho no soltó una lágrima, quería ser fuerte como un caballero.

Los años pasaban y Cesar siguió su vida, viviendo como podía, de trabajo en trabajo. Nadie le miraba, nadie le ayudaba, era el pobre muchacho sin padre. Chicos y chicas de su edad se reían de él ya que siempre estaba sucio y con ropa vieja, pero a Cesar no le importaba, no tenía honor alguno que perder.

Un día de verano, el mismo día que Cesar cumplía 19 años, un caballero del rey apareció ante la puerta de su casa.

-¿Cesar Lobo?

El muchacho asintió.

-Ven conmigo, acompáñeme.

Cesar, aun sorprendido, comenzó a andar detrás del caballero.

-Soy Julio Fernández, caballero de la corte del rey Fernando III, trabajé junto a su padre durante años. Una pena que no pudiera cumplir su sueño.

-¿Su sueño?-Cesar miró al caballero con curiosidad-Nunca me habló de un sueño.

-El siempre deseó salir del país, ser reconocido, que todo el mundo le tuviera respeto.

Los dos siguieron andando hasta pararse delante de dos caballos ensillados. 

-Este es tu nuevo compañero-Dijo tocando al caballo negro-, Tormenta.

Cesar se acercó a este con miedo y le acarició el hocico. El animal relinchó y después chupó la mano del muchacho.

-¿Por qué es mi nuevo compañero?

-El rey quiere a un caballero tan formidable como tu padre, en cuanto lo dijo pensé en ti de inmediato.

-Pero... Yo no soy un caballero.

-Espero que aprendas rápido.

El caballero montó en el caballo y Cesar le imitó torpemente. Comenzaron a trotar hacia el gran castillo que se veía a lo lejos, Cesar nunca había estado tan lejos de casa.

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⏰ Last updated: Apr 08, 2015 ⏰

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