Única parte

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Hay un poco de belleza en la forma en la que su espalda tatuada se arquea hacia abajo a causa de ese latigazo electrizante que le recorre la espina dorsal sin piedad alguna. La parte más baja de su pelvis cosquillea en una agonía solemne que le hace soltar todas estas lágrimas que se pierden en alguna parte de su colorado rostro.

Su boca se abre en vano en una exclamación que termina siendo muda porque su garganta queda trancada con ese mismo quejido que no quiere salir a ninguna parte porque se ha quedado sin aire, porque su respiración se ha cortado de improviso y se ha transformado únicamente en un jadeo que se pierde entre las cuatro paredes de la habitación.

La presión en su entrepierna se desvanece en un torbellino de liberación que deja atrás esa sensación agonizante que ha estado rondando por todo su cuerpo como si de la sangre en sus venas se tratase, terminando en todas estas tiras blanquecinas y medio transparentes que salen disparadas hacia alguna parte de su sudado pecho y su húmeda barbilla, esa que guarda un sinnúmero de moretones y marcas de dientes no muy profundas que se han puesto coloradas y que con el pasar de los tiempos desvanecerán hasta que sea necesario volver a ellas, hasta que la quemazón que ha estado gobernándolo desde hace algunas horas ya regrese a arrasar todo dentro de él como sucede cada cierto tiempo, constantemente en realidad, hasta que llega un punto en el que no puede seguir el ritmo y tiene que sollozar por piedad a un alfa que pierde los estribos de buena manera y solo de vez en cuando.

Las rodillas se le sacuden en un temblor impresionante que le afecta en el equilibrio, y las fuerzas de sus brazos resultan ser tan patéticas ahora que al final no consigue soportarlo más y tiene que dejarse caer sobre el colchón, enterrado entre sus propias sábanas, esas que han estado siendo ensuciadas sin consideración alguna y que, en algún instante, cuando las cosas mejoren entre él omega y su estado, tendrán que cambiar.

Hace todo lo que puede por abrir los ojos, pero todo lo que consigue es moverlos por debajo de los párpados y aferrarse a la almohada que sostiene su cabeza.

Una mueca se dibuja por sus facciones, y un pequeño gemido abandona sus enrojecidos y casi acalambrados labios tan solo para convertirse en un nuevo quejido, un poco más alto, lo suficiente como para representar los espasmos que lo azotan una y otra vez mientras escucha como su alfa sisea en voz alta y se derrama en chorros tibios que se esparcen en su interior.

Lo hacen en porciones espesas, cargadas y ardientes que se van acumulado dentro de su cavidad trasera, hasta que tiene que volver a aguantar la respiración en el instante en el que comienza a sentir cómo su interior se expande por un nudo que naturalmente debe crecer y no se puede detener.

Se hace grande, sumamente enorme dentro de sus entrañas casi aplastadas, hasta que le quema. Le arde en esos empujones de todo ese líquido que quiere ir mucho más allá de una barrera que no está seguro de sí biológicamente es posible de cruzar, pero que a esas alturas y en esas circunstancias, se siente como si fuera capaz de hacerlo e ir mucho más allá.

Y crece, lo hace tantísimo que a Louis lo desespera y lo tiene en esta agonía que cruza la línea que divide lo doloroso y la exquisitez infinita, un suplicio en el que nuevas lágrimas se escurren por las comisuras de sus ojos y se pierden en la tela de la misma almohada al frotar su rostro en la superficie en un intento por lidiar con todo eso.

Tiene que morderla, y quejarse contra ella, porque le está doliendo un poco más de lo que puede soportar y conserva la impresión de que en cualquier instante se va a romper por la mitad si no hace algo al respecto.

Se habría puesto a llorar con fuerza si tan solo su alfa no estuviera acariciando la extensión de su espalda con dedos lánguidos y agotados, repasando ese pabellón de lirios que se extiende desde la curva más baja de su cintura hasta alguna parte de su hombro. Allí en donde comienzan sus lunares y terminan todos los besos que el alfa alguna vez le ha podido dar, con todas estas caricias jadeantes que se quedan impresas en la parte trasera de su nuca y que le envían estos escalofríos que le ayudan a lidiar con la conexión que han establecido a través del nudo.

My heart flutters when I see you ✦ omegaverse [ls] | ✓Where stories live. Discover now