Capítulo único

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Capítulo Único

《 Siempre a tu lado. Siempre juntas. Nuestras manos entrelazadas. Estábamos hechas la una para la otra. 》

Avanzó entre aquel laberinto de piedras grises, prácticamente idénticas entre sí, deteniéndose a los pies de una en particular. No soportaba saber que ella se encontraba allí, tener la certeza de que nunca más podría tenerla a su lado.
Se agachó, acariciando la piedra fría. Dejó el pequeño ramo de flores que traía en una mano y se quedó allí, inmóvil. Conteniendo la voz. Llorando en silencio.

Tu mirada aún me produce el mismo cosquilleo en la piel.
Tus ojos siguen siendo las mismas aguas turbulentas que una vez gritaron mi nombre.
Y tus labios, Daphne, permanecen en mi memoria. Dulces. Suaves.
Y es que aún te veo en mi reflejo, eres parte de mí. Tu recuerdo es una presencia constante, tu alma libre.

Eras aquella chica misteriosa y rebelde que, milagrosamente, se interesó por mí.
Empecé a amar cada cosa de ti: tu rostro enmarcado por el humo de tus cigarrillos, la sonrisa traviesa que se te escapaba cuando nos saltábamos las clases juntas, cómo rodabas los ojos cuando los chicos del instituto se te insinuaban o la forma que tenías de arrugar la nariz cuando algo no te gustaba.
A mis ojos, eras perfecta.
Aún lo creo.

Puedo recordar con claridad aquella noche de junio, sentadas junto al lago, aquel al que solíamos ir de niñas. El cielo estaba totalmente despejado y la luz de la luna te acariciaba la cara. Pensé que nunca habías estado tan guapa; mientras me mirabas con aquella expresión indescifrable.
Creí que me iba a explotar el corazón.

«Emily» dijiste, mientras me acariciabas la mejilla y yo contenía el aliento. «Eres tan diferente» cerré los ojos y ya no podía verte, pero sabía que te estabas acercando.«Eres tan hermosa».
A día de hoy aún me arrepiento de no haberte dicho nada, de haber guardado silencio.
Porque eras tú la que era diferente. Eras tú la persona más bella.
Tu sola existencia era como una obra de arte.

Y como pensaba, me besaste.
Fue tan delicado, tan genuino, que no pude más que dejarme llevar.
Al separarnos, lo primero que vi fueron tus ojos grises. Estaban tranquilos, en calma. Recuerdo que aquello me sorprendió.

«Te quiero, Emily» y me sonreiste.

Estaba tan feliz que se me saltaron las lágrimas y tu las apartaste de mi rostro.
Te inclinaste de nuevo hacia mi y me besaste otra, y otra y otra vez, hasta que nos quedamos dormidas sobre la hierba, con las estrellas salpicando el cielo: tú me abrazabas y yo estaba acurrucada a tu lado.

A la mañana siguiente, cuando me desperté, ya no estabas. Más tarde me enteré de que tu novio te había llamado.

Pero ahora te has ido de verdad. O quizá sea yo quien ya no está a tu lado. La única certeza que tengo, es que te echo mucho de menos, no sabes cuánto.
Espero que te esté yendo bien, allá donde estés. Sólo quería decirte lo que debí haberte dicho en su momento, Daphne:

Te quiero.

La chica se secó las lágrimas mientras se ponía en pie. Observó la lápida de piedra con amargura en la mirada, apretando los puños.
—Te quiero —dijo en un susurro tembloroso.
Respiró profundamente, dejando el cementerio atrás, sin volver la mirada, abandonando la tumba a merced del silencio.

El susurro del viento hacía temblar los pétalos de las flores que había dejado para ella, sabía que eran sus favoritas. Justo detrás, grabado en la piedra, estaba el nombre de quien yacía allí.

«R.I.P. Emily Brown, hija, hermana y amiga, amada por todos».

Fin.

Daphne (Oneshot)Where stories live. Discover now