— Vamos, Calle, antes de tener nuestro raro trato tú ni me veías.— Expliqué viendo su espalda, diciendo la verdad de lo que éramos antes.— Incluso me decías marginada.— Recordé soltando una risita sarcástica.

—¿Por qué aseguras qué no te veía?— Replicó sin darme la cara.— Y lamento haberte dicho así, estaba mal.— Se disculpó viendo al cielo.

Era raro que estuviéramos discutiendo dentro de un enorme domo de cristal con mariposas volando, era un escenario romántico. Pero no era el caso de Daniela y yo.

— Porque es obvio, tu siempre estabas en tu mundo rodeada de chicas.— Arrojé llenando de aire mis pulmones.— No me interesa pero ajá, quiero dar un punto.— Finalicé con desdén.

—¿Y qué esperas, María José?— Replicó dándose la vuelta y verme.—¿La perfección personificada para que sea tu tipo ideal?— Agregó con mirada enfadada.

— No la perfección, pero si alguien más.— Murmuré viendo al suelo, moviendo la punta de mi tenis sobre el.

—¿A Lucas?— Alcé mi vista rápidamente viendo a la castaña, negué con mi cabeza.

— Él no tiene nada que ver aquí.— Corté terminante apretando los labios.

—¡Joder!— Espetó Daniela tirando de sus cabellos.—¡Te estoy diciendo que me gustas, quiero algo contigo y dices que es una broma! ¡¿Cómo puedes pensar eso?!— Gritó arrugando el rostro con enojo.

—¡Pues lo pienso y ya!— Grité en respuesta, sintiendo cómo empezaba a perder la paciencia.

—¡¿Por qué?!— Vociferó con voz incierta.—¡¿Por qué lo digo yo?! ¡Te estoy pidiendo una oportunidad! ¡Una sola!— Exclamó alzando su dedo índice, di un grito frustrado.

—¡Pues no quiero dársela a alguien cómo tú!— Escupí enfadada, Calle relajó el semblante y vió a otro lado.

—¿Alguien cómo yo?— Preguntó, bufé viendo su perfil.

—¡Si!— Grité sintiéndome acorralada.— ¡Eres una idiota, engreída, mujeriega que no sabe lo que quiere y solo busca coger con quién se le atraviesa en el camino!— Espeté sin ningún pausa, sintiendo mi pecho subir y bajar.

Un silencio sepulcral nos invadió, entonces me di cuenta de que no había medido mis palabras, Calle negó con su cabeza, esbozando una sonrisa irónica, giró su cuerpo y me vió.

— Gracias por la descripción y mandarme a la mierda.— Contestó con seriedad, suspiré.

— Calle, no quise decir eso.— Dije, intentando arreglar la metida de pata que había dado.

— Déjalo, Garzón.— Contestó dándome la espalda.— Camina.— Añadió yendo a la puerta, para salir del lugar dando un portazo.

(...)

La camioneta aparcó fuera de mi casa, todo el camino fue un silencio totalmente saturado de ego herido e indignación con enojo. Miré a mi costado y vi la puerta de mi casa, llené de aire mis pulmones y tomé la manija de la puerta, pero me detuve.

— Calle-

— No digas más.— Habló con voz fría, viendo al frente, tragué grueso.

— Creo que-

— Fuiste clara, María José.— Me interrumpió, recargando su codo en la puerta del coche, suspiré con culpa.

— No tiene que acabar así.— Murmuré intentando buscar su mirada.

Daniela no me vió, simplemente pasaba la punta de su dedo sobre sus labios viendo al frente, apretó la mandíbula.

— Fue mi error pensar que podía ser algo más en tu vida que un revolcón.— Dijo con semblante serio y voz hostil.

La lista || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora