Sina envolvió sus brazos alrededor de Nakht, quien estaba temblando por las explosiones que sacudieron el hotel. "¡¿Lo que está sucediendo?!"
"No lo sé, pero estamos a salvo aquí, no te preocupes". Sina juntó algunas almohadas más para envolverlos más a los dos.
"¿Dónde están Masrur, y el señor Ja'far, y el señor Sinbad?" Nahkt se pasó una mano por la cara húmeda, un gesto inútil cuando más lágrimas ocuparon su lugar.
"No sé." Sina frunció el ceño, ese viejo estúpido debería estar aquí.
"¿Qué pasa con Aladdin y Morgiana? ¡¿Y si están heridos?!"
"No puedo imaginar que nada lastime a Morgiana, o a Masrur, y no permitirán que nada lastime a los demás. No sabemos lo que está sucediendo, así que deberíamos quedarnos aquí. Puede que no sea seguro allá afuera". Sina trató de consolar a su amigo.
"Bueno, no es muy seguro aquí, mocoso".
Sina y Nakht se sobresaltaron y miraron hacia arriba para ver a un adolescente sucio frente a ellos, no lo oyeron abrir la puerta y entrar en su habitación de hotel.
Era un joven delgado con vetas de tierra en las mejillas y manchas de barro en la túnica rasgada, sus dientes eran pocos y de un espeso color amarillo, tenía los ojos entrecerrados y marcados con gruesas pestañas y profundas bolsas debajo de los ojos sostenía un fragmento de metal roto que había envuelto parcialmente en un trapo.
Sina acercó a Nakht a él y lo alejó del joven. "¡¿Quién es usted?!" Sina siseó furiosamente maldiciéndose a sí mismo por no notarlo antes.
"Nos dieron órdenes de tomar como rehenes a todos los hijos de puta ricos, ¡Eso te incluye a ti!" el joven usó su mano libre para arrancar la sábana de debajo de los dos niños.
"¡Whoa!" Sina gritó. Nakht soltó un sollozo de sorpresa cuando el niño retorció la sábana alrededor de sus cuerpos para atraparlos en una bolsa improvisada.
"Vámonos entonces." El joven tarareó mientras recogía la bolsa de sábanas.
"¡Déjanos salir!" Sina chilló cuando él y Nakht fueron empujados y abrigados. el joven lo ignoró mientras comenzaba a correr por los pasillos la bolsa se retorcía y golpeaba contra su pierna cada pocos pasos, los gritos ahogados de los chicos llegaban con cada golpe, cuando el joven dobló la esquina fue derribado por otro niño.
"¡YO! Limner, todos están en el techo. ¡Tenemos que irnos!" el segundo niño tosió, su voz era ronca y rasposa , Sina podía oír la enfermedad en él. Su voz sonaba... ¿húmeda? ¿Casi gorgotea? ¿Qué le pasaba?
"¡Pero tengo algunos rehenes! ¿Qué debo hacer con ellos?" Limner levantó el pesado saco, provocando un grito ahogado desde el interior.
Nakht sintió que su codo cruzaba el rostro de Sina. "¡Urk!" podía sentir la sangre que le salía por la nariz.
