— Hija-

—¡Lárgate! ¡Después de todo eres experta en eso, marcharte!— Interrumpí, ella negó con su cabeza.— ¡Tú presencia solo nos recuerda todo el dolor que dejaste!— Añadí con recelo.

No quería verla, no quería saber que estaba en nuestras vidas otra vez, mi vida iba de lo más bien sin ella.

— Lo siento tanto.— Musitó viéndonos a mi papá, a mi hermana y a mí.

—¡No pidas perdón!— Espeté furiosa.—¡Tú no sabes lo que pasamos!— La apunté con mi dedo índice, ella sollozó.

— Lo sé, pero soy su madre y quiero enmendar mis errores.— Contestó intentando acercarse a mi, di un paso atrás.

— Madre es la que está contigo.— Murmuré hostil.— Madre es la que te da amor. Madre es la te ayuda en las tareas. Madre es la que cuida cuando estás enfermo.— Añadí limpiando la lágrima que resbalaba por mi mejilla.—¡¿Y tú dónde estabas?! ¡Con tu amante!— Escupí con asco y dolor.

— María José, escucha-

—¡No! ¡Tú no sabes cuándo sufrimos!— La Interrumpí, sacando todo lo que tenía adentro.—¡Cómo papá trabajaba horas y horas dejándonos solas a Valentina y a mí! ¡Valentina era la que me ayudaba en mis tareas!— Grité con la voz rota, sintiendo mis hombros pesados.

—¡Ella era la única que lloraba cuando no sabía que hacer cuando tenía fiebres!— Mi labio inferior comenzó a temblar y mi voz se quebraba cada vez más.— ¡Ella era la única que me ayudaba en mis tareas!— Vociferé sintiendo mi respiración pesada.

— Hija, cálmate.— Escuché a papá, posando una mano en mi hombro.

—¡No! ¡Que escuche!— Respondí fuera de mis cabales, totalmente dolida y con el rencor gobernando mis emociones.

— María José yo-

—¡Valentina era la única que me decía que no era una tonta, porque los niños me decían que mi mamá no me quería por ser una tonta y me había abandonado!— Lloré al recordar cómo sufría tanto bullying en la escuela.

—¡Tú no estuviste cuando tenía ataques de ira y me golpeaba!— Puntualicé apretando mis puños.—¡No estabas! ¡No estabas! ¡La única que estaba era Valentina y papá!— Finalicé con mi respiración agitada, llorando a más no poder.

Mi mamá llevó una mano a su boca, llorando con fuerza e intentado acercarse a mi, me alejé y mi papá se interpuso en el camino.

— Martha, vete. Por favor.— Pidió papá con cansancio en su voz.

— Lo siento tanto, perdón.— Susurró mamá antes de darnos un último vistazo e irse.

Mi papá cerró la puerta y yo caí al suelo lentamente de rodillas, con lágrimas gruesas bajando por mis mejillas, sintiendo mi pecho contraerse, sentí unos brazos rodearme y supe que se trataba de papá. Papá jaló a Valentina y nos abrazó a ambas.

— Lo siento tanto, mis niñas.— Musitó papá con voz rota.

— Estamos con ustedes.— Escuchamos a Paula y Laura, ellas se unieron al abrazo.

Paula me abrazó a mi y Laura abrazó a Valentina, quién se escondió en su pecho y empezó a llorar. Ahí, abrazados todos, me di cuenta de que el vacío del amor de madre nunca podría llenarse ni superarse.

Día siguiente.

Tapé mi rostro con mis manos sintiendo dolor de cabeza, hoy no era un gran día y me sentía pésimo, estaba de mal humor y para agregar, estaba en el trabajo y tener que lidiar con números aumentaba mi mal humor.

La lista || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora