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— ¡Jakey!

El aludio sonrió. — Hola, señora Park. ¿Cómo está?

— No me digas señora, me haces sentir vieja. –la hermosa pelinegra hizo un puchero que sacó una risita de parte de Shim. De tal palo tal astilla, dicen.– Estoy bien, ¿Y tú?

— Bien, gracias por preguntar, noona. –sonrió nuevamente a la vez que escondía sus manos en sus bolsillos y se balanceaba de manera leve.– ¿Está Sunghoon?

— Oh, sí, sí. Pasa. –la mayor se hizo a un lado para darle paso a el australiano, quien agradeció antes de entrar.– Estás en tu casa, Jake. –colocó una mano en su hombro.– No creo que haga falta decirte dónde está el cuarto de Sunghoon. –el más alto soltó una carcajada antes de negar.

— No, no hará falta. –comenzó a caminar con tranquilidad por los pasillos, sonriendo mientras caminaba hacia la habitación de Park.

Al estar frente a la puerta que tan bien conocía debido a ciertos dibujos mal hechos que hizo Sunghoon en sus días de travesura, se permitió tocar unas dos veces, antes de abrir solo un poco, lo suficiente como para meter su cabeza.

» ¿Hoonie?

Pasó de manera rápida al escuchar un sollozo.

» ¿Sunghoon? –se sentó en la orilla de la cama, viendo al bulto debajo de mantas moverse cada cierto tiempo debido al llanto.

— No está. –le respondió sin verlo, su voz entre cortada siendo como dagas en el corazón del mayor.

— ¿No está? Que mal... –habló con fingida pena.– Y yo que quería darle muchos mimos, pero bueno, será otro día. –se levantó e hizo el amago de irse, pero una sonrisa tiritó de sus labios cuando una mano tomó la suya y lo evitó.

— S-si está. –lo hizo sentarse de nuevo y colocó su cabeza en su regazo.– N de Necesito muchos mimos, hyung.

Jake no se iba a negar a darle todos los mimos que quisiera.

𝖢 ➪ 𝖩𝖺𝗄𝖾𝗁𝗈𝗈𝗇Where stories live. Discover now