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—Te lo vuelvo a repetir. ¿Estás dispuesta a arriesgar tu vida innecesariamente? —le preguntó por lo que podía decirse, la décima vez. El joven Ben parecía ser alguien terco de lo que parecía.

A ella no le parecía que fuera innecesario el riesgo que estaba por tomar para buscar la respuesta que buscaba. No temía a nada, y ya había llegado bastante lejos como para rendirse.

Todos estaban reunidos en un salón de muchos que había en ese lugar cambiante. Arlette era el que más nervioso estaba, pero ya aceptó el hecho de que su pareja no lo dejaría pese a todo. Nunca creyó conseguir a alguien como ella en su eterna vida, pero por muy tarde que fuese, aún tuvo esperanza. Solo esperaba que ese sentimiento no se desvaneciera tan pronto, mejor dicho; nunca. Él yacía detrás de Ben y Nirelle detrás de Enit para proseguir con la acción de lo que haría el genio de los sueños. El hijo menor de Jerek y Kano prometía ser un as de la mente, según su madre, él ha estado más en esos partes al parecer espirituales y sabía lo que haría. Era preocupante dejar a Enit en sus manos, pero el joven de ojos dorados tenía la fe en que la traería de vuelta.

Ahora todo dependía de Huben Sakan.

—Estoy lista —sentenció más segura que nunca.

Ben miró a su madre para tener su aprobación, cosa que recibió cuando sus ojos cruzaron.

—Bien. Acércate y dame tus manos.

Enit caminó hacia el Eterno de nueva generación con rapidez y le dio sus dos manos cuando estuvo cerca. Él cerró sus ojos para meritar lo que sea que estaba a punto de hacer. Mientras que él hacía eso, Enit distinguió el olor de los presentes y sintió la seriedad que muy pronto vería lo que fueron antes.

Kano —dijo hacia ella —Jerek —siguó mientras nombraba —Nirelle —miró sobre su hombro sabiendo que no la vería, pero sí la escucharía —Harchie —fue al frente, detrás de Ben. Los ojos de él brillaron cuando se conectaron —Ben —supo que ahora tenía los ojos abiertos, en señal de que viajarían —Nate, Neoma, Ishani, muéstrenme su pasado. —pidió, y en lo siguiente, perdió el conocimiento.

La loba casi caiga al suelo, pero para eso estaba Nirelle detrás de ella: Para evitar que cayera y despertara en el proceso. Lo mismo pasó con Ben, pero como Nirelle, Arlette evitó su caída. Dos camillas fueron puestas juntas para dejar reposar los cuerpos en el lugar y así evitar alguna interferencia.

—Nadie debe entrar aquí, esta habitación fue hecha precisamente para que no fuera penetrada. Lo único que entra es aire puro y todo es tranquilidad. No te preocupes, Harchie. —repitió aquello Kano para que el hombre dejara de tener esa preocupación mostrada por su ceño fruncido.

El ojo azules miró a su esposa que ahora se mantenía quieta y durmiente en aquella camilla junto al joven Ben, ambos se veían pacíficos mientras hacían su viaje. Arlette apostaba porque su esposa volviera y no tuviera que posiblemente morir en ese intento de saber, esperaba que ella fuera más fuerte de lo que mostraba. Cada día iba a rogar porque volviera.

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Tan tranquilo que era caer por lo que parecía nubes, casi pensó que dormiría para siempre en esa supuesta caída hasta que llegara el fin de los tiempos, pero sabía que ese no era un típico sueño de los que estaba acostumbrada. Abrió los ojos y notó que todo estaba blanco; como suponía. De alguna manera se irguió para mantenerse de pie o pisar algún fragmento duro, cosa que resultó cuando sus pies pisaron la dureza del suelo.

Miró a todos lados sin encontrar un lugar al cual ir, tampoco encontraba al guía que la llevaría a ese pasado.

—Calma, estoy aquí —dijo de repente esa voz cargada de fatiga que se le caracterizaba —Cada vez que estoy aquí quiero quedarme dormido para siempre.

Vínculos finales. Libro#03. Final.Where stories live. Discover now