Parte 5

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Tema del Omegacember: "Anidados y Rutina".

El segundo día de celo era cuando comenzaba la parte más difícil de aquel periodo. Horacio despertó sintiendo la marca casi reciente de su cuello siendo tratada con suaves lamidas. Esbozó una pequeña sonrisa y no dudó en apretujar el cuerpo del mayor entre sus brazos.

—Buenos días, Vík. —Saludó a su omega, recién abriendo los ojos mientras ladeaba su rostro, dejándole mayor espacio libre al otro.

No recibió mayor respuesta que la quietud en el cuerpo ajeno, advirtiéndole que ahora era consciente de que lo había despertado.

—Oh, así que mi omega es quien se encuentra despierto hoy. —Comentó en un tono juguetón.

Aflojó el abrazo entre ambos y se apartó un poco, elevando la mirada para encontrarse con la de Víktor inclinándose hacia él. Horacio y su alfa soltaron un suspiro satisfecho sumergiéndose en el tono rosado que invadía por completo los ojos de su compañero y el aroma combinado de ambos flotando por toda la habitación.

Apartó la mirada de la contraria únicamente para desviarla hacia el cuello ajeno, viendo ahora en él la marca de su unión que hacía juego con la propia. Repentinamente tuvo el recuerdo del primer celo que pasaron juntos, hacía algunos años atrás, cuando el deseo, la atracción y el amor mutuos era algo de lo que ambos eran conscientes, pero que sabían que tendría que pasar un tiempo más para poder finalmente formalizar las cosas y llegar al punto en donde estaban ahora.

Ahora, envueltos dentro del nido que con tanto amor habían construido entre los dos en la habitación que solía ser de Víktor. Ahora, en el pequeño refugio del mundo, donde sólo existían ellos y el cariño que sentían el uno por el otro.

La alarma.

Comenzó a sonar a un lado de ellos, logrando sacar al alfa de su ensoñación y embelesamiento con su amado. Horacio solía ser muy distraído, pero no era así durante ese periodo, no podía permitírselo. Las alarmas habían sido una herramienta muy útil para fijar horarios de sueño, comida, y la rutina en general durante esos días.

Justo ahora marcaba la hora del desayuno.

Después de insistencia de parte del omega (e incluso de su propio alfa), por fin pudo apartarse del nido. Repentinamente sintió frío por el contraste de la temperatura en la habitación, pero eso no fue un impedimento para seguir con su cometido.

Llegó a la cocina luego de una rápida parada al baño. Una vez ahí sacó waffles del refrigerador y los colocó dentro de la tostadora, invirtió el tiempo de espera sacando platos, botellas de jugo de naranja y maple para acompañar los waffles. No había tomado ni cinco minutos en estar de nuevo dentro de la habitación, justo a tiempo para pillar al omega queriendo salir del nido en su búsqueda.

—Creo que alguien ya está hambriento. —Comentó Horacio colocando todo en la mesa de noche. Recibió una expresión enojada del mayor, y con ello sabía que la impaciencia no era precisamente por la comida.

Quién diría que Víktor realmente era una persona a quien le gustaba mucho el contacto físico.

Horacio se acomodó de nuevo dentro del nido, sentándose con la espalda pegada en la pared, y dejando el espacio correspondiente para que Víktor se acomodara entre sus piernas. El mayor tenía que deslizarse un poco más simplemente porque le gustaba recostar su cabeza contra el hombro o el pecho del alfa mientras este cortaba en pedazos la comida para dársela, intercalando los bocados con pequeños besos y caricias repartidos en su rostro.

Había sido un trabajo difícil, pero Víktor finalmente había encontrado reconciliación con su parte omega, aceptando el deseo de recibir la atención y cuidados de otra persona, sintiéndose listo y deseoso de aceptar el amor que su compañero tenía para ofrecerle, y por supuesto que el alfa atesoraba la confianza que significaba mostrarse con esa vulnerabilidad, sabiendo que seguiría haciendo lo necesario para que su compañero pudiera permitirse ser como él quisiera.

.⋅ 𝐍𝐢𝐝𝐨 ⋅. - Volkacio (omegaverse)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon