—¿Quién es?— Indagaba Valentina, intentando ver el teléfono de su hermana.

—¿Qué te importa?— Replicó María José, alejando a su hermana poniendo una mano en su frente.— Déjame sola. Shu, shu, shu.— María José corría a su hermana con sus manos, el teléfono aún vibraba.

— Harás cochinadas, sucia.— Valentina movía sus cejas pícaramente, María José se sonrojó por tercera vez.

—¡Largooo!— Gritó señalando la puerta, la mayor soltó una carcajada.

— No gimas tanto, quiero dormir.— Advirtió Valentina saliendo de la habitación.

—¡Valentina!— Se quejó la morena resoplando.

— Ya, ya me voy.— La mayor cerraba la puerta totalmente divertida.

La morena llenó de aire sus pulmones, sintiendo su teléfono vibrar otra vez contra su mano, tragó grueso y respondió la llamada.

+18

—¿B-ueno?— Titubeó, regañandose mentalmente por sus tontos nervios.

—¿Por qué tardaste tanto en contestar, enana?— La voz de Daniela envolvía los oídos de María José.

Estaba en el baño.— Se excusó con una mentira, tampoco iba a decir que estaba hablando con su hermana de jugo de papaya.

—¿Tan rápido empezaste sin mi?— Respondía Daniela con una risa entredientes.

No seas idiota, Daniela.— Replicaba María José rodando los ojos.

Idiota y todo pero abriste tus piernas para mí anoche.— Contestó Daniela con arrogancia, la morena apretó los labios.

No te sientas orgullosa.— Replicó María José, Daniela al otro lado alzaba una ceja.— Lo hice porque eres mi juguete por ahora.— Añadió la peliazul esbozando una sonrisa. La castaña rió.

Pues este juguete quiere estar entre tus piernas ahora.— Arrojó la castaña con voz gutural.

El solo pensarse entre las piernas de María José lamiendo cada parte de su vagina, causaba estragos en su vientre y entrepierna.

Calle...— Murmuró la peliazul, cayendo en su cama y acomodándose entre las almohadas.

—¿Qué?— Preguntó la castaña, curvando sus labios en una sonrisa, jugueteando con los cordones de su pijama.

No empieces.— Contestó la peliazul en un suspiro.

Aunque en el fondo María José deseaba que Daniela continuara diciéndole cosas sucias por el teléfono.

Sería excitante saborear tu humedad...— Murmuró la castaña con voz sensual, acariciando su abdomen.

Sabes exquisito, Poché.— Añadió relamiendo sus labios.

La castaña recordaba cómo el sabor de la morena estuvo en su paladar hace unas horas atrás.

—¿Si?— Susurró la peliazul, sintiendo su respiración agitada.

Demasiado.— Afirmó Daniela, sintiendo punzadas tortuosas en su centro.— Me gustaría que te corrieras en mi boca.— La peliazul mordió su labio inferior, sentía que podía jadear en cualquier momento.

Subir por tu abdomen... Pechos...

María José tragaba grueso, acariciando sus pezones erectos a través de la camiseta de su pijama, escuchando la voz hechizante de Daniela.

La lista || TerminadaWhere stories live. Discover now