Capítulo 1.

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—Eres el amor de mi vida. Tú me entiendes, éstas para mí en los momentos de tristeza y agonía —recité con el respectivo dramatismo de una película—. Pero creo que todo ha llegado a su fin —y tomé la última gota de café.

Mi nombre es Gerard Way, veintiocho años de edad, graduado en Bellas Artes y —no es que me guste presumir— pero soy un suertudo Millonario.


Bueno, Billonario.


Mi vida no es la gran maravilla. Vivo en un apartamento rentado, grande y lindo, digno de alguien solitario como yo. Mis padres están en el subsuelo, es decir: muertos, dejándome a los diecisiete años una gran fortuna junto a mi hermano.

Pero él lleva desaparecido unos meses, y la cuenta está a mi nombre por ser el mayor así que, digamos que no me importa mucho en donde esté.

Ustedes pensaran, «¿pero qué monstruo es este?» No soy ningún monstruo... Bueno, en las mañanas suelo estar algo despeinado y con marcas de la almohada en la cara, pero es algo de humanos.

Yo opino que mi piel pálida hace un excelente contraste con mi cabello azabache —lo cuido mucho, por cierto— mis ojos son verdes, hermosos a la vista de todos, mi nariz es perfectamente perfilada y tengo proporciones musculares dignas de admirar.

No tenía por qué trabajar, podría sobrevivir toda la vida con el dinero, pero para asegurarme de no desperdiciarlo en cosas estúpidas prefería trabajar y gastar lo que ganaba... Y nada era mejor que tener una librería.

Todo el día sentado, leyendo libros y me importaba una mierda si llegaban clientes, me iba mejor venderlos por Internet.

—Buenos días, señor Way. —La empleada del edificio interrumpió mis pensamientos.

—Buenos días, Dori —saludé de vuelta, y para su buena suerte le regalé una pequeña sonrisa. Tal vez ella creía que no lo notaba, pero cada vez que me veía se sonrojaba y no recordaba cómo barrer.

Pero bueno, que yo le gustara no era mi problema. Por experiencia había aprendido que no podía confiar en la raza humana para tener un amorío, y lo puedo resumir en tres razones:

1. Me quieren por el dinero.

2. Me quieren matar por el dinero.

3. Me quieren robar el dinero después del sexo.

Aunque siempre era la primera opción, porque sólo había tenido sexo pocas veces en mi vida, y no eran lindos momentos que quisiera recordar.

Pero había una cosa de la que estaba enamorado... Aparte del café.

Lamborghini Murcielago lp640. El auto más hermoso del mundo. Limpio y elegante, como su dueño. No me había dolido en el alma dar todo el dinero por él, era como un niño con un enorme chocolate interminable pero que a veces debía llevarlo a la fábrica para una revisión y mejoramiento.

Me monté en el auto, encendí el motor, con un rugido fuerte y claro salí rumbo a la librería.

No era un camino largo, y eso me molestaba, no podía exhibir mi auto, pero creo que era suficiente para los otros me envidiaran.

—¡Lindo auto! —gritó un señor que pude calcular de unos cincuenta años al lado de mí, esperando que el semáforo cambiara la bendita luz. No pude evitar preguntarme si yo sería igual de feo a esa edad.

—¡Gracias, hombre! —grité de vuelta. Pude no haberle contestado, pero mi madre me enseñó desde pequeño a respetar y ser bueno con las personas... o por lo menos intentarlo.

—¿Cuánto costo? —La pregunta del millón, sabía que iba a hacerlo.

Me molesté, no puedo creer que tenga las agallas para preguntar eso y pensar que él puede comprar algo así.

—Costó todo lo que puedes ganar trabajando cien años de tu vida —le sonreí hipócritamente mientras él fruncía el ceño. La luz cambió y arranqué a toda velocidad.

«Bien hecho, Gerard, lo pusiste en su lugar»  pensé riendo como un maniático. «Pero no debiste burlarte de él, no todos tienen la bendición de nacer en una cuna de oro».

Claro, tenía razón. Pero las veces que tuviera la oportunidad de ver sus caras de idiotas, lo haría.


Holding on to you | FRERARDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora