Capítulo 11

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Le dio pavor seguir sujetando esa losa y seguir contemplando esa visión tan aterradora, el agarre de Camilo se debilitó y la dejó caer.

Pero, por suerte, Bruno la agarró a tiempo.

—Oye cuidado, son muy frágiles.

Camilo levantó la mirada muy perplejo, su respiración se aceleró en muy poco tiempo.

—¡¿Entonces soy yo el que está destruyendo nuestra casa?! —le preguntó y sus ojos reflejaron la desesperación misma.

Bruno tuvo algo de miedo de responder, no sabía bien qué decirle.

—¿Tal vez..? Pero-

—No, esto no puede ser cierto..

Camilo se apoyó en una de las pocas paredes lisas que habían dentro de la habitación y se dejó caer, desconsolado, por su propio peso.

—Oye, no te pongas así —cuando se dio cuenta de que Camilo no resistiría más las ganas de darse por vencido, Bruno intentó levantarle el ánimo a su sobrino—. Mis visiones no siempre son acertadas.

—¿Ah, sí? ¿Cuándo fue la última vez que te equivocaste? —Le preguntó Camilo bruscamente.

Bruno intentó poner un ejemplo y luego hizo memoria, no dio ninguna respuesta. Estaba claro que nunca antes se había equivocado al predecir el futuro.

—Bueno, nunca pero-  Ay, a quién quiero engañar... —prosiguió—. Si mi don fuera predecir erroneamente el futuro de los demás, seguro mi vida sería mucho más tranquila.

Bruno tomó asiento nuevamente y observó con algo de resentimiento esa losa verde que sostenía entre sus dedos.

—Y no tendría por qué estar aquí, escondido entre las ratas. No se está tan mal, pero me gustaría volver a tener una cama de nuevo.

El silencio que llenó la habitación a partir de entonces fue demasiado para ignorar.

Camilo pensó en todas las cosas que a lo largo de los años escuchó sobre su tío, ahora que lo tenía en frente, no se veía como el tipo de persona que él esperaba que fuera. Mucho menos sentía miedo de él, es más, al verlo en persona, todas las ideas que le metieron en la cabeza le parecieron exageraciones.

—Siempre escuché historias horribles sobre ti, sobre como empezabas a predecir desastres y toda la familia empezó a detestarte hasta el punto de expulsarte del árbol familiar.

—¿Cómo? —Bruno interrumpió y luego suspiró mientras se acomodaba en su sillón—. Muchacho, mi familia no me expulsó de ningún lado. Yo me fui por cuenta propia.

—¿Qué? Pero... ¿por qué?

—¡Porque estaba cansado! Todos me tenían miedo. Solo puse a prueba mi don cuando me lo pedían y da la casualidad de que la mayoría de lo que predecía eran desgracias —Tomó a una de las ratas entre sus brazos para acariciarla y prosiguió.

—¡No podía caminar por el pueblo normalmente porque todos pensaban que venía a predicar el fin del mundo! —Exclamó—. Les estaba causando muchos problemas a los madrigal y pensé que.. si me alejaba de ellos tal vez-

—Estarían mejor sin ti... —Camilo completó la oración con la frase que se repitió a sí mismo tantas veces; no encontró una mejor para lo que su tío Bruno estaba intentando explicarle.

Bruno se sorprendió un poco por lo bien que se estaban empezando a entender y dejó que Camilo continuara la conversación.

—Es.. justo así como yo me siento. Siempre tuve la certeza de que todos estarían mucho mejor sin mí dentro de la familia, sé que si supieran la verdad dejarían de considerarme un Madrigal al instante. Y ahora más que nunca estoy seguro de que yo soy la fuente de sus problemas.

—Ay no, Camilo.. —Bruno se frotó el entrecejo con su mano derecha y se levantó de su asiento— Mira, sé que esto va a sonar muy hipócrita de mi parte, pero no debes tomar ese camino.

Bruno se acercó para hablarle de forma más personal sobre el tema.

—P-pero mírame, mira tu visión. Yo soy el que está destruyendo nuestra casa.

—Sí, pero fíjate bien —Bruno tomó la visión entre sus manos y la ladeó para mostrar un final totalmente distinto— también eres el que la salva.

Al parecer habían dos caminos, uno donde Camilo destruye todo lo que ama incluído su hogar y otro en donde logra salvarlo.

—Todos piensan que mis predicciones son inevitables, pero te aseguro que no es así —Continuó explicando—. Es cierto que nunca me equivoco y la mayoría de veces veo lo que es más seguro que ocurra, pero soy fiel creyente de que el destino siempre dependerá de nosotros mismos.

Bruno le devolvió la visión a Camilo y él mismo comprobó que no todo estaba perdido.

—Tu destino sigue estando en tus manos, Camilo. ¡Solo tienes que luchar para cambiarlo! —Bruno sacudió un poco por los hombros a su sobrino para hacerlo entrar en razón—. Huir no es una opción... a menos que quieras acabar como yo. Y dudo que en estas paredes quepa otro Bruno.

Camilo se detuvo un momento a pensar en lo que su tío le dijo. Si era cierto y en él estaba la clave para solucionar todo este problema, al menos lo tenía que intentar.

—¿Y cómo lo hago? ¿Cómo cambio mi destino?

El más viejo simplemente se encogió de hombros ante esas interrogantes, francamente él estaba tan perdido como Camilo justo ahora.

Camilo le devolvió la mirada una vez más a esa losa, una idea algo arriesgada se le vino a la mente.

—Tío Bruno, ¿hace cuanto no usas tu don?

Bruno miró muy atentamente a Camilo y palideció un poco por la pregunta.

—Más te vale no estar pensando en lo que creo que estás pensando —Le dijo y Camilo sonrió al ver que entendió su propuesta, tal vez no era la mejor idea que tenía ahora, pero era la única que tenía.

Intentó convencerlo por un largo tiempo, pero el mayor se negó totalmente a ceder ante su idea.

—No, nunca. Jamás. Por nada del mundo lo haré —Bruno cruzó los brazos y le dio la espalda a Camilo.

—¡Pero tienes que ayudarnos! ¡La casa se derrumbará si no hacemos nada! Si pudieras detallarnos un "poquito" más el futuro, podríamos saber qué hacer para evitarlo.

—No, no, no. Creéme, todas mis visiones son trágicas y deprimentes. No me arriesgaré a predecir otro desastre y que me echen la culpa por ello.

Camilo miró con algo de pena a su tío, pensó en alguna forma de hacerlo cambiar de opinión sin prometerle más de lo que podía cumplir.

—Tío, sé que no eres el perverso villano que dicen que eres allá afuera. ¿No te gustaría que el resto de nuestra familia se diera cuenta de eso también? —Camilo se acercó lentamente a su tío y, a juzgar por su comportamiento, parece que estaba logrando disuadirlo.

—Ya es algo tarde para eso.

—No lo es para mí —Camilo le sonrió cuando Bruno se digno a voltear para verle a la cara una vez más.

A Bruno se le acabaron las palabras para seguir respondiendo. Fijó su mirada en el suelo y, a pesar de que tuvo miedo, no quería quedarse de brazos cruzados sabiendo que alguien necesitaba de su ayuda.

—Bien, pero necesitaremos un lugar muy amplio y tranquilo. Te pareceré exagerado, pero en serio no me concentro bien en espacios cerrados.

—Sabes.. —Camilo se acarició el mentón con una mano y miró hacia el techo—. Creo que sé exactamente a dónde podemos ir.

Asfixia || Camilo Madrigal X Mirabel Madrigal || EncantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora