Capítulo 3

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Pero no sucedió, la distancia entre ellos aumentó de golpe conforme la voz de la madre de Mirabel se hacía más fuerte entre los pasillos. Era obvio que la estaba buscando, la luna ya se podía apreciar con claridad en el cielo y ella todavía seguía despierta.

—Eh— ya me voy.

—Sí, adios.

Los dos fingieron demencia y se despidieron a la velocidad de la luz. Con esa misma rapidez, Mirabel salió del cuarto de Camilo y cerró la puerta al hacerlo.

Camilo revisó el pomo y ahora sí se aseguró de nadie pudiera entrar sin que él se diera cuenta.

Seguido a eso, se tumbó en la cama y no pudo evitar llevarse ambas manos a la cara. Besarla nunca fue su intención, nunca pensó en llegar a hacer algo así jamás; pero lo que más le asustaba de todo era que su corazón le pedía ahora mismo que terminara con lo que empezó. Se lo pedía con todas sus fuerzas.

Pensó un poco más la situación, él nunca se habría acercado de esa forma si Mirabel le pedía que conservaran la distancia. Pero ella no lo hizo, ninguno de los dos rechazó la cercanía del otro. No quiso ilusionarse ni ver cosas que en realidad no estaban ahí y evitó a toda costa hacerlo. Pero lo que no pudo hacer fue evitar pensar toda la noche en la misma chica, y no pareció sentir ningún tipo de arrepentimiento por ello.

Los días posteriores a ese, ni Camilo ni Mirabel hablaron de nuevo sobre lo ocurrido. No obstante, la cercanía entre ellos no desapareció; incluso se podría decir que se hizo mucho más grande.

Camilo nunca supo exactamente si Mirabel aún recordaba lo que habían intentado hacer aquella vez o si simplemente lo había dejado todo en el olvido.
Sea como fuere, no le importaba siempre y cuando pudiera seguir compartiendo momentos íntimos con ella.

Hasta entonces todo parecía en verdad estar bien, su corazón nunca le volvió a doler como le había dolido aquella vez. A pesar de que muy en el fondo deseaba mucho más que una simple amistad y recibir más que solo amor fraternal, pudo vivir con ello.

Y habría podido vivir con ello por el resto de su vida.

Bueno, tal vez no por el resto de su vida. La realidad tenía que venir a tocar la puerta de su casa tarde o temprano.

—Camilo, ¿me ayudas a-? —Mirabel apuntó con su dedo índice los platos que estaban en la cima de la alacena más alta. Estaba intentando ayudar a poner la mesa para empezar a cenar.

Su primo siempre fue consciente de lo bajita que era ella y no le fue ninguna molestia cambiar de forma para ayudarla.

—Todos tuyos, princesa —Le entregó los platos con cuidado mientras regresaba a su forma original y le guiñó el ojo para verla reírse.

Valía la pena ponerle apodos tan vergonzosos, él adoraba esa sonrisa.

En medio de la cena, la abuela Alma dejó de comer para comunicar algo muy importante.

—¿Alguno de ustedes supo lo que ocurrió dentro de la familia de los Jaramillo?

Todos los presentes prestaron atención, pero ninguno supo a qué se refería la matriarca de la familia.

Una de sus nietas, Luisa, intentó adivinar.

—Escuché que hay rumores sobre una boda, ¿tú que escuchas, Dolores? —La más fuerte y robusta le cedió la palabra a su prima y ella se concentró un rato para confirmarlo.

—Sí, es cierto. Santiago y Valeria planean casarse pronto y la mayoría de la familia está de acuerdo.

—¿Qué ellos no son tío y sobrina? —Preguntó Isabela.

Asfixia || Camilo Madrigal X Mirabel Madrigal || EncantoWhere stories live. Discover now