Capítulo 10: She's the prettiest girl but he is the only one...

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Aldespertar, Gerard se había ido. Dejó una nota, como si eso disculpara su falta de "normalidad" hacia mí.

"Estás libre hoy, enano."

Vaya, vaya, vaya.

De nuevo juega con la estatura.

 Salí de la cama, el frío en el ambiente era considerable así que decidí darme una duchada antes de salir para bajar toda la fiebre que tuve en la semana.

Mala idea.

 Cuando regresé a cambiarme, era un témpano de hielo, necesitaba el cuerpo tibio de mi Gee para calentarme o moriría inevitablemente, qué metáfora.

Le mandé un mensaje a Jamia de que me esperara en el balcón cerca al cuarto de Gerard dentro de veinte minutos, tiempo suficiente en el que me puse unos jeans negros, botas del mismo color, mi polera de mangas largas de los Smashing Pumkpins y encima un chaleco para el frío. Estaba por irme cuando recordé que el frío me dejaba las manos moradas si no estaban abrigadas por lo que tuve que demorarme un poco más buscando unos guantes, por suerte traje los que Cheek, mi padre, me había comprado hace unos años: unos hermosos guantes negros acolchonados por dentro y con dibujos que se asemejaban a unos manos cadavéricas, siempre los utilizaba para tocar a Pansy, mi guitarra; sentía que me daban seguridad.

Salí y no vi a Jamia por ningún lado, dudé sobre si recibió el mensaje o no, a lo mejor había salido con sus aamigas. Siempre me autodestruía de esa manera.

Cuando las cosas iban de mal a peor, Frank Iero las hacía aún más malas y funestas; otra razón por la que no tenía amigos. Como siempre, la única era Jamia.

La esperé por cinco minutos más. No había nadie, sólo unos cuantos chicos desperdigados por todo el hotel, los demás habían salido a comprar o visitar los alrededores del pueblo. Ella llegó corriendo y delante mío se calmó tirándose al piso como una loca.

-¡Frank!- Gritó.- Vengo corriendo... desde las vías del tren...

-¿Eh?- Se incorporó y me abrazó, su forma de ser era tan rara.

-Fui con unas chicas a ver las misteriosas vías del tren que pasan por acá.- Dijo acomodándose su chalina palohueso.- Recibí tu mensaje y salí corriendo esperando que me esperarás... ¿Me perdonas?

-Sí, Jamia, te perdono...- Dije un poco cansado, estar al aire libre aún no me sentaba muy bien después de una semana postrado en cama.- Quisiera ver los alrededores.

-Si quieres podemos ir a la piscina termal que está adentro.- Señaló pero yo negué con la cabeza.

-No, me acabo de bañar y estoy a punto de hipoternizarme de nuevo.- Ella rió.- Sí, sí. Gracioso.

-Pues hay que esquiar.- Me agarró del brazo y salió corriendo, no me quedo de otra que seguirle el paso.

Jamia era una chica fuerte y a veces era defendido con ella en muchas afrentas por lo que seguían tratándome como el marginado mariquita. A pesar de todo, del bullying en el colegio, en casa y en la calle, Jamia estaba ahí para mí, siempre, y era mi mejor amiga, la única que me entendía. A veces pensaba que si no fuera gay me casaría con ella.

Llegamos hasta el patio donde casi beso a Gerard, el simple recuerdo de eso me movía de pies a cabeza pero su mano de ella sobre la mía me calmaba, era como un pequeño narcótico que me hacía dormir. Sacamos unos folletos y en pocos minutos estábamos encima de la montaña a punto de bajar en picada. No lo niego, sentía un poco de miedo pero ella estaba ahí, sonriendome con esa sonrisa... Y de repente ya no es Jamia, sino Gerard, Gerard me sonreía en ella. Parpadeé y ahora Jamia bajaba saludándome y yo... Un muerto de miedo en la montaña. Decidí volver pero una conversación a mis espaldas me detuvo. ¿Qué era eso? ¿La voz de Gerard? Volteé y ahí estaba, con un hermoso abrigo azul y me saludaba a un lado con sus amigos mirándome de una forma despreciativa. No hice nada, estaba harto  de que siempre me tratara mal pero a la vez tan bien... ¡Qué es esto, Frank Iero! No puedes caer en sus engaños, en su sonrisa traicionera, debes pasar un buen día con tu mejor amiga y es todo, nada de hacerle caso a la perra de Gerard. Pero mi corazón podía más que la razón así que pronto estaba en una apuesta de quien llegaría hasta el final en uno. Gerard o yo.

-Espero que te gusten los árboles, Frankie.- Dijo un poco... contento.- Hay muchos ahí abajo.

-No entiendo que tiene que ver con esto.

-Qué te vas a golpear bien fuerte, tarado.- Dijo una chica desde atrás, al voltear supe que era Lynz. Ella estaba vestida de un vestido rojo fuerte como San  Nicolás. Una sexy San Nicolás que le sacaba los ojos a Way. Me armé de valor y celos y salí antes que la señal de salida.

Patineé lo mejor que pude ya que no sabía ni coño y quería ganarle a Gerard, que vea que yo también soy bueno en algo, no solo un despojo humano como todos pensaban, no soy su titere. Desgraciadamente al abrir mis ojos Jamia estaba al lado mirándome un poco preocupada y a Gerard y sus amigos a un lado riendo un poco ya que mi casi muerte no era motivo de burla general. Jamia me ayudó a levantarme y regresamos juntos al hotel, las cosas de squiar estaban rotas, la caída había sido fuerte y sangraba levemente de la frente pero nada para que llamar a casa y avisar que regresaría pronto. Me llevaron a la enfermería donde me pusieron algunos puntos (obvio que grité como una niña) y, con Jamia, salimos a pasear por el pueblo ya que no había nada que hacer y no quería ver a los profesores discutiendo con el instructor de Skii. 

-Por poco te mueres.- Dijo Jamia.- Me hubiera muerto yo también.

-¿En qué momento...?

-Ibas bien, casi al final diste un tropezón y caíste dando vueltas hasta dar contra el suelo, no sé como te cortaste...- Respondió.- Pero Gerard fue a auxiliarte... Era demasíado alto para ir yo.

-¿¡Eh!?-Grité y todos en la cafetería se me quedaron mirando raro igual que por mi cicatríz en la ceja.

-Sí, y ahora que lo recuerdo bien...- Dijo pensativa.- Tu piercing no está.

Me toqué el rostro. En efecto, el piercing en la comisura de mi boca no estaba y grité nuevamente. No podía calmarme, aparte de Jamia los piercings eran mis únicos amigos... Aparte de mis tatuajes que nadie sabía pero estaban bien ocultos en mis brazos. Salí corriendo y regresé al lugar de los hechos, los profesores había vuelto adentro y no se veía nada de nada, miré por la pista final de skii pero no había nada entre la sangre en la nieve; busqué como un loco pero luego de un tiempo me di cuenta que era inútil, al regresar a New Jersey tendría que comprarme otro por si no se hubiera roto el labio (La verdad, que sí se rompió pero no me di cuenta hasta que me quitaron las puntadas de la frente). Regresaba resignado al hotel, furioso por dejar a Jamia sola en la cafetería pero una mano me detuvo y la misma mano se acercó ensangrentada a mí, enseñándome el piercing. Creí que era Jamia que había venido tras mis pasos pero al voltear vi con sorpresa la mirada de Gerard, atenta, a punto de sonreírme. Se veía que estaba todo alborotado y su abrigo tenía un poco de nieve aún. ¿Có-cómo era posible esto...?

-Hola, Frankie... 

Summertime (Frerard)Место, где живут истории. Откройте их для себя