Capítulo Final

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Después de tanto, solo le quedaba una cosa que hacer. Y él no tenía la culpa.

─Sé que ha sido difícil... Todo lo ha sido. Pero te mentiría si te digo que me siento cómoda a tu lado...

─Solo no te sientes cómoda por las cosas que te has enterado, cosas que ya pasaron. No es que ya no me quieras.

─Es que ya no puedo verte de la misma manera ...

─Sabía que eso sucedería, y eso es algo que nunca más volvería a hacer, no había necesidad de que fueras y buscaras más información, sobre todo de ella. Me has decepcionado de la peor manera, Dahyun.

─Tú no querías contarme, y yo necesitaba saber qué ocultabas.

─Tal vez te lo hubiera contado en algún momento, cuando me sintiera listo, porque esa parte de mi vida es la que tanto yo como mi familia y la de ellos intentamos olvidar. Acabas de herirme de la peor manera.

Se puso de pie y suspiró, la habitación de Dahyun había sido testigo del comienzo de todo, y ahora también del final.

─Olvida si dije que no quería perderte, no necesito estar con alguien, especialmente con alguien como tú. No te importaron mis sentimientos, mucho menos tuviste respeto por lo nuestro. Cometí errores y estaba dispuesto a no cometerlos contigo, y no te pido que valores eso... Pero tuve buenas intenciones, no puedo decir lo mismo por ti.

─Ahora todo es mi culpa...

─Claro que sí. Porque todo estaba tan bien hasta quisiste saber más sobre algo que ya había pasado, podías haber esperado pero no lo hiciste, y no te importó lo que yo quería para nosotros. Ahora soy yo el que quiere estar solo por un tiempo.

Salió del lugar y ella no tenía nada más que decir, la hizo sentir culpable, la dejó pensando en todo lo que había hecho. Por su cabeza solo pasaba el pensamiento de que no debió buscar a Rouse para que le contara toda la verdad que él nunca negó, mucho menos reclamarle algo por lo que como él siempre dijo, ya había pasado.

***

Nadie se había enterado de la pelea de Jimin y Rouse, y ella tampoco quería contarlo. Regina junto a Rouse viajaron al campo por pedido de Adrien, era el más feliz de los tres. Rouse por su lado solo quería olvidar lo que había sucedido, no debía de buscarlo, solo haría que él la odie más de lo que supone ya debe estar haciéndolo.

Su familia creía que era una simple pelea que luego arreglarían, pero no sería así, y ella prefiere que ellos crean eso.

Adrien no preguntó por aquello, no le interesaban muchas cosas, después de todo no recordaba casi nada.

El viaje para Adrien fue una eternidad hermosa, a pesar de que a la mitad solo empezó a ver áreas verdes y árboles que dividían caminos, se divirtió mucho al poder sacar la cabeza por la ventana y sentir el aire chocar contra su cara.

Se quedarían en la casa de la abuela, al entran a ambas se les invadió la cabeza de recuerdos, tristes porque ella ya no estaba. Adrien entró naturalmente, dejando su mochila en el suelo y analizando el lugar sin temor.

─Esta casa es muy linda, ¿Hace cuánto vinimos?

─Eso no importa, vayamos al establo antes de que guarden a los caballos.

Adrien tomó la mano de Regina y caminaron juntos hacia el establo, que no quedaba muy lejos después de todo. Rouse caminó detrás de ellos, con los brazos cruzados, sonriendo mientras admiraba el cielo conforme avanzaba.

Ver la silueta de ambos caminando en medio del campo solo la conmovía, sobre todo por lo sensible que ya estaba.

─Este es mío ─sonrió, acercándose a su caballo a saludarlo.

─Es lindo ─se acercó de igual manera para poder acariciarlo.

Regina observaba a los caballos desde lejos, ya no era una niña que se emocionaba por ellos, todo de ella había cambiado desde que vive en la ciudad.

Luego de que el señor que los cuidaba cerrara el establo, fueron a caminar un rato, estaba a punto de atardecer y sería lindo verlo.

Adrien corría en el campo siguiendo las mariposas, muy infantil pero le gustaba.

Se sentaron al lado de un árbol grande que estaba en una de las colinas más altas, perfecta para ver el atardecer. Adrien sentado en medio, jadeante por el camino.

─Sería lindo pasar mis últimos días aquí ─sonrió.

─¿Qué? ─pronunció Regina entre dientes.

─La tía Lord y mamá dijeron que me quedaban pocos días... Lo escuché ese día cuando estuve en su casa.

Rouse supuso que por eso había escapado, él no había dicho nada hasta ahora.

─Dijiste que uno de mis sueños era estar aquí, yo no lo recuerdo pero tal vez sí lo estoy cumpliendo.

─No deberías de estar pensando en eso ─dijo Regina, irrelevante─. No son tus últimos días. Nadie sabe cuándo son sus últimos días.

─Pero si es que lo son, me gusta estar así, con ustedes en el lugar que se supone siempre quise visitar...

Rouse asintió y no supo qué decir, nadie supo qué decir. No había planes de decirle sobre aquello, solo lograrían asustarlo y hacer que piense en eso cada hora de su vida.

Cada que Adrien se iba a dormir era una tortura para ellos, el doctor dijo que su muerte sería tranquila, que en algún momento su mente dejaría de funcionar mientras duerme, y entonces su corazón también lo haría. Era por eso que tenían tanto miedo y pasaban día a día junto a él. No sabían cuándo lo iban a perder, todos tenían miedo, no querían que él se sienta así, pero nada salió como  lo planeado.

Fue inesperado que minutos antes de su muerte Adrien haya cumplido las dos cosas que tanto quería conocer del campo; los caballos y el atardecer. E irónico que su hermana le haya dicho que no eran sus últimos días.

Porque en ese instante ambas se quedaron estáticas, cuando la cabeza de Adrien cayó sobre el hombro de Rouse, durmiendo sobre los brazos de su hermana para siempre. Viendo el atardecer como tanto les gusta a los tres.

Después de un AdiósTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon