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NACIÓN JEON

Se encontraba limpiando el polvo de las repisas mientras tarareaba una melodía que hace poco llegó a su mente. Especialmente, ese día estaba más tranquilo de lo normal; realizó todas sus tareas en un tiempo récord y ahora habiendo casi terminado, se encontró satisfecho de sí mismo.

Lavó los platos y la ropa; barrió y trapeó las dos plantas de la casa; además de arreglar el cuarto de su hermano, padre y el propio para después empezar a revisar las estanterías de la cocina y pensar en el almuerzo de ese día.

En cuanto puso la olla al fuego, la puerta de la casa fue golpeada. Con algo de extrañeza limpió sus manos en el delantal y se apresuró a atender, su padre no le informó sobre alguna visita o por defecto de algún mensaje o encargo que fuera ser recibido.

Apenas fue capaz de divisar a las personas del otro lado de la puerta sintió un escalofrío recorrer su espalda y un mal presentimiento afloró en su pecho al percatarse del logo real en los trajes de las personas que ahora lo miraban con inexpresividad. Todos ellos eran betas, pues no pudo reconocer aroma alguno entre los tres individuos que estaban en frente suyo.

Uno de ellos tenía el pelo negro, ojos llegando al mismo color, piel blanca y una cicatriz en la mandíbula. Era el más alto de los tres y el que más miedo daba según el omega; seguido a él, uno de cabello castaño y con algunas pecas en su cara siendo el más bajito, y por último, un chico con cabello negro rojizo y ojos azules.

El de pelo negro sacó un sobre el cual le extendió con sumo respeto. Los betas siempre eran así, muy diferente de los alfas quienes llegaban por la fuerza a someter a cualquier omega.

Inexplicablemente sus manos empezaron a temblar y con algo de recelo recibió el sobre, no estaba seguro de abrirlo en su presencia o ¿acaso era alguno de los encargos de su padre?

Hizo una reverencia con la intención de volver a su hogar y calmarse por la increíble tensión que se formó en segundos. Sin embargo, la puerta fue retenida y fue ahora el de cabello negro rojizo el cual se puso al frente y habló.

­-Omega, Jeon Jungkook- dijo fuerte y claro-. Por órdenes del consejo de la nación, usted pasa a ser ahora propiedad pública.

Jungkook frunció el ceño al no entender de qué estaban hablando. Vivía al mando de su padre alfa, era él quien tenía completa propiedad de su persona.

-¿A qué se refiere?

Los tres betas se miraron entre sí, para después esbozar una sonrisa que puso alerta al de pelo negro. Retrocedió un paso al sentirse intimidado por el giro que estaban tomando las cosas, pues reconoció la diversión en los rostros ajenos. Como si estuvieran disfrutando de aquél momento, o más bien, como si se burlaran de él.

-Su padre tiene una deuda enorme con el ministro Park- quien dijera que unas simples palabras no pueden cambiarte la vida, está muy equivocado. Aquella declaración fue como una condena de muerte para el pelinegro.

Entonces todo tuvo sentido, fue como si un balde de agua fría le hubiese caído encima ante lo recién dicho. No era posible, ellos vivían bien. Sus piernas perdieron fuerza y cayó sentado al no verse capaz de mantenerse en pie un segundo más.

-No...- dijo atónito- mi padre no...

Sin embargo, las palabras morían en su boca al verse incapaz de completar al menos una frase.

-Su padre no pagó en el tiempo estipulado- escuchó la voz del hombre muy alejada-, conoce las leyes.

Negó repetidas veces, negándose a aceptar lo que le estaba pasando. Las lágrimas se acumularon en sus oscuros orbes hasta empezar a deslizarse por su aporcelanado rostro, no podía evitarlo.

Slave [TaeKook]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang