Capítulo 48

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—Tu madre tenía el cabello casi tan rizado como el de Tanya —dijo Patrick mientras cepillaba el cabello castaño oscuro de Naiara—. Los tuyos no serán tan apretados.

La mujer humana los observaba desde el sillón de su sala, había pasado mucho tiempo con sus hijos luego de regresar al territorio. Ahora estaba en tareas ligeras por orden de toda la coalición, él los había cuidado por mucho tiempo —había dicho Gala—, era hora de devolverle el favor, aunque Patrick no pudiera mantenerse quieto por más de un día o dos.

Era el Alfa, después de todo.

—¿La querías? —Preguntó Naiara.

Patrick le había dado uno de los cinco retratos que tenía de Amaia, para que su hija conociera el rostro de la mujer que la trajo al mundo, y así supiera que estaba presente, vivía dentro de ella.

—Mucho, estuvimos juntos hasta que tu hermano cumplió diez. —Cerró los labios, le era difícil contarle todas las cosas que había pasado antes de que naciera, pero lo sabría tarde o temprano—. Luego estuve preso.

—¿Por qué?

Patrick miró a Tanya, ella se encontró con él, la mujer había aceptado cada parte de su pasado, cada huella de su corazón.

—Hice algo que no debía.

Aflojó el último nudo de sus rizos con el mismo cuidado que puso en los demás, ahora el cepillo pasaba suave entre sus cabellos.

—¿Qué cosa?

Su niña era un mar de curiosidad. Naiara tocó con un dedo el rostro de su madre.

—Robé unos archivos electrónicos a un hombre.

—Pero... —Naiara dejó de mirar el retrato para voltear hacia él, sus ojos marrones tenían confusión—. Siempre dices que es malo robar.

Era difícil ser coherente cuando tenía un pasado con tantas malas acciones..., sobre todo cuando se pretendía que sus hijos no siguieran los mismos pasos.

—Sí..., pero lo hice para ayudar a una amiga. Sin embargo, sigue siendo malo y pagué por eso. No volví a robar desde entonces.

Patrick dejó el cepillo en el otro sillón para tomar a su hija por los hombros y agacharse frente a ella. Besó a Naiara en su frente y le sonrió.

—Oye, tú madre fue importante para mí y siempre voy a recordarla, quiero que ustedes también lo hagan, ¿sí?

La pequeña movió su cabeza, pero su expresión era un poco triste.

—Esa es mi leona —rozó su nariz con la suya, la reacción de su sonrisa se llevó un poco de la tristeza afuera—. Ya estás lista cariño.

La emoción volvió a hacer sus ojos brillar, el día anterior Marshall le prometió que la llevaría al pueblo para tomar un helado y visitar el parque infantil, había rebotado alrededor de él hasta que le concedió el permiso. El otro león le había asegurado que no le quitaría los ojos de encima, la cuidaría.

Patrick no dudaba de eso.

—Hazle caso a Marshall —ordenó—. Y no te separes de él, no hables con extraños.

Le había enseñado a usar sus instintos de defensa en caso de ser atrapada por desconocidos, así que confiaba en que si sucedía algo —que no era probable porque nadie del pueblo podría ser tan descerebrado como para quitarle un cachorro a un león—, Naiara podía usar sus dientes y garras para lastimar para protegerse.

—Ella estará bien —Tanya se levantó del sillón y se acercó para tocar un mechón de cabello—. ¿Verdad?

—¡Sí! —Exclamó subiendo y bajando la cabeza, regalándole una sonrisa.

Corazón de León [Serie Gold Pride 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora