—No tengo ningún problema con Sophie. Me cae bien y creo que es buena para ti.

—Ya lo sé, cariño, pero Sophie y Jessica vienen en el mismo paquete, igual que tú y yo.

—Pero no es justo que tengas que romper con ella por mí.

—No se trata de si es justo o no, se trata de qué es lo mejor para ti —dijo—. En fin. Ya pensaré bien cómo lo voy a solucionar.

—Esto era precisamente lo que quería evitar. —Me crucé de brazos otra vez—. Dices que yo saco siempre mis propias conclusiones sin preguntarte o escucharte, pero tú haces exactamente lo mismo, papá. A mí también me duele ver que renuncias a cosas por mí. Para mí también es más importante tu felicidad.

—Tú eres mi hija. tenemos papeles y responsabilidades diferentes.

—Y una mierda —solté—. Es exactamente lo mismo.

—No pienso ponerme a discutir ahora —sentenció.

—Pues no discutas, pero al menos escúchame —le dije—. Si rompes tu relación con Sophie por mí, me vas a decepcionar muchísimo, papá. Y no va a arreglar nada, porque me voy a sentir culpable y me voy a encontrar peor.

—¿Y qué quieres que haga, Emily? ¿Salir con ella pero separarla de tu vida? Porque yo no quiero eso. No sería feliz con alguien a quien no puedo incluir en mi familia.

—Por eso digo que puedo hacer un esfuerzo y...

—Es mi relación, y por ende, la decisión es mía. Punto. —Se puso de pie y se dirigió hacia el aseo—. Me voy a dar una ducha. Como te he dicho antes, ya hablaremos mañana.

Se encerró en el baño y así dio por finalizada la conversación. Me quedé frente a la puerta, de morros y con los brazos cruzados. De verdad, ¿qué necesidad había de liarlo todo tanto? Entiendo que Sophie quisiera hablar las cosas con mi padre, pero era mi historia, y tenía derecho a no hablar de ella hasta que estuviera preparada. Era un asunto mío y los demás no tenían por qué meterse en él. Además, ¿por qué ahora?

Solo se me ocurrió una respuesta a esa pregunta: Jessica debió haberle contado algunas cosas a su madre.

Joder. Justo cuando me empezaba a ir bien en la vida, Jessica volvía para fastidiarlo todo. De alguna manera, siempre aparecía en el momento perfecto para arruinar mi buen humor.

Me puse las zapatillas y el abrigo hecha una furia y salí de casa. En el ascensor le escribí un par de mensajes.

Emily: ¿Le has contado a tu madre toda la mierda del colegio?

Emily: Déjalo, no respondas. Estoy yendo a tu casa. Tenemos mucho de qué hablar.

Emily: Espérame en la plaza que hay frente a tu edificio.

No esperé a que me contestara. Ya la llamaría si no había visto mis mensajes cuando me bajara del autobús.

Estaba que echaba humo por las orejas. Jessica seguía siendo una víbora; ahora estaba claro. ¿En serio me odiaba tanto como para interponerse entre la relación de nuestros padres? Seguía siendo la misma niña egoísta y manipuladora de siempre.

Por suerte, sí vio mis mensajes. La vi sentada en un banco, con el móvil en la mano. Llevaba puesta una camiseta ajustada con un abrigo corto por encima, unos vaqueros con agujeros y unas botas altas de color marrón. Lo único apto para el clima era el gorro de lana que le cubría la cabeza y las orejas.

Caminé decidida hasta donde ella estaba y le quité el móvil de las manos. Alzó la vista, molesta, pero su expresión cambió y se volvió algo tensa al verme.

Emily & Jake ✔️Where stories live. Discover now