Beelzebub

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-Shh... creo que escuche algo.- Susurro el mayor tapando la boca de la chica y pegando la espalda de esta en su pecho.

Por su lado, el corazón de la joven se aceleró, la cercanía de su cuerpo la ponían nerviosa. La mano en su boca, el brazo de él en su cintura, el sentir como el pecho de Beel subía y bajaba contra su espalda acelerado por el peligro de ser descubiertos, casi deseaba que el riesgo durara unos segundos más para poder seguir así, sin embargo, la realidad la sacó de su fantasía al sentir como el agarre de su compañero desaparecía.

-Parece que ya se fue.- Decía el pelirrojo asomándose por el pasillo, ella agradecía que su atención estuviera en otra cosa, sería sumamente vergonzoso si él la veía sonrojada y nerviosa. -Ven, corre.- 

Beel tomó su mano y corrió por el pasillo arrastrando a su sonrojada amiga hasta la cocina.

-No lo se Beel ¿Enserio crees que es buena idea?.- 

-Mira, se que suena como una idea estúpida, pero siempre he querido regalarle un pastel de cumpleaños a Belphy.- Explicaba el chico mientras sus ojos brillaban emocionados. -Pero siempre termino o arruinando la receta o comiéndomelos yo, por eso te necesito, contigo a mi lado no hay posibilidad de que esto falle.-

Ver la emoción y confianza en los ojos de Beel le causaban una ternura inconmensurable a la joven. -Ok, pero incluso si logramos hacer bien la receta, ni siquiera Lucy logra detenerte cuando se te apetece algo ¿Qué te hace pensar que yo podré detenerte?-

Beel se le acercó con mirada sería haciendo que ella retrocediera un par de pasos, el tomó la mano de la chica dejando en evidencia el dorso de está, en ella se asomaba una marca roja prueba del pacto que los unía. 

-Esto, con esto tu puedes detenerme en cualquier segundo.- Pasó sus dedos por la marca sin despegar sus brillantes ojos purpura de la chica. -Con esto estoy a tus ordenes totales.-

El rostro de la chica se encendió en el momento, las palabras de Beel habían dado justo en su corazón. Por otro lado el rostro del mayor cambio de una expresión sería a una nerviosa, soltó la mano de su acompañante y apartó la mirada, su rostro estaba tan rojo que incluso sus orejas llegaron a tomar un ligero tono carmesí. -S-si tu me ordenas que no me lo coma n-no lo haré.-

Los minutos habían pasado, los chicos tenían masa suficiente para un pastel de dos capas, la sonrisa de satisfacción de Beel brillaba como las estrellas, omitiendo las ocasionales ordenes de la chica para contener el hambre de su amigo, el olor del pan horneándose era maravilloso.

-Beel ¿Enserio harás más?-. Preguntó sorprendida al ver como este mezclaba ferozmente el merengue.

-Si, nunca es suficiente merengue.- Decía concentrado el demonio mientras mezclaba. -Que dices ¿Se ve bien así?-

-Sip, para mi se ve perfecto.- Dijo ella tomando un poco con su dedo, llevándolo rápidamente a la mejilla del chico.

-Ohhh no, no lo hiciste jajajajaja.- Y así, una pequeña batalla empezó en la cocina Beel corría tras de ella para tomarla por la cintura y mancharle las mejillas, cuello, nariz, cualquier lugar que estuviera a su alcance, mientras que ella se cubría y respondía a los ataques quitándose el merengue del rostro. Sin embargo, las risas y algarabía provenientes de la cocina no tardaron en hacerse notar.

-¿Quien anda allí?- Preguntó el guardia entrando en la cocina, para su sorpresa, esta se encontraba vacía.

Mientras el vigilante buscaba a quienes provocaron tal escandalo en la cocina, en un armario, los dos chicos se encontraban uno frente al otro, a una distancia mínima entre ellos que provocaba el sonrojo de ambos ¿Esa situación no podría empeorar o si?

Para suerte o desgracia del par, el estomago del demonio, haciendo honor a su pecado comenzó a gruñir, gracias a la abstinencia y al olor del pan en el horno, ambos se veían desesperados intentando buscar algo con lo que apaciguar el hambre, en la desesperación del momento, la joven pasó su dedo por la mejilla de Beel para después pasarle el merengue en los labios, dejando que este los lamiera... gran error.

Los ojos del demonio se encendieron y una idea maliciosa pasó por su cabeza, se acercó lentamente al rostro de su compañera. -B-be-beel ¿Qué estas...-

-Shh... nos van a descubrir.- Susurraba cerca del oído de la pobre chica, la sorpresa del momento se vio interrumpida por un suspiro escapando de los labios de ella, la lengua del mayor pasaba lentamente por el cuello de la joven causándole escalofríos que avanzaban hasta sus piernas.

Las manos de esta se aferraron al cuello de la chaqueta de él, mientras este se deleitaba pasando sus labios por el lóbulo de la oreja de su "Aperitivo" había probado cientos de sabores a lo largo de su existencia, pero el sabor de la suave piel de su compañera lo estaba volviendo loco, el hambre que sentía en ese momento era diferente a cualquier otra que haya sentido antes.

-E-espera, por favor.- Suplicaba temblorosa entre sus brazos.

-¿Por qué? ¿No fuiste tu quien dijo que ni siquiera Lucy logra detenerme cuando se me apetece algo?-  La mirada de Beel brillaba en la obscuridad del pequeño armario. -Bueno, lo que se me apetece en este momento eres tú.- 

Los minutos habían pasado, junto con el peligro de ser descubiertos, sin embargo, el par no había abandonado su pequeño refugio, feroces besos le robaban el aliento a la joven, unos fuertes brazos la tomaban por la cadera, acercándola y acortando lo máximo posible al cuerpo del mayor, quien solo se separaba de la pobre para dejarla respirar, atacando su cuello o escote dejando pequeñas marcas de mordidas a su paso.

-Beel, Beel espera.- 

-Shhh el guardia.- Justificaba sin separar sus labios de la piel de ella.

-No, Beelzebub, enserio.- Los besos no la dejaban acabar ni una pequeña frase. -¡Beelzebub, el pastel!-

-¡Wow! ¿Lo hiciste para mi?- Los ojos de Belphegor brillaban de emoción al ver el postre frente a el.

-Se que es pequeño pero...- El rostro de Beel se sonrojaba al ver el pastel de un piso iluminado por las velas.

-Pero entenderás que es prácticamente imposible hacer de comer para el demonio de la gula.- Justificó la joven que, pese al calor, usaba un elegante cuello de tortuga.

-Es perfecto, lo hicieron para mi, me encanta.- 

Mientras los hermanos contemplaban la felicidad del menor al apreciar el esfuerzo de su hermano, un susurro hizo que las piernas de ella temblaran -Para ser sincero, si eres tú quien me ayuda, creo que podría acabar con mi hambre nocturna.-



Shall We Date? (One-shots de Obey me)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora