Simeon

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-No, no, no, no y no, absolutamente no- Repetía el ojiverde intentando contener su nerviosismo, la escena divertía a Solomon al punto que este soltaba sonoras carcajadas, haciendo que los demás centrarán su atención en la mesa del par.

-¿No qué, Simeon?- La voz de la joven tensó la musculatura del moreno, causando más risas de parte del peliblanco. -¿Qué te hace ese malvado mago? Solomon, no seas tan cruel con el.-

El tono protector de la chica rayaba en la burla, causando que el pobre ángel solo pudiera fingir una sonrisa para ocultar su creciente incomodidad.

Ella no le desagrada, al contrario, se había vuelto la fuente de su alegría, la manera tímida en que la chica se acercaba y como su carácter fue cambiando y madurando gracias a las aventuras vividas en la académica lograron captar la atención de Simeon, antes de darse cuenta, buscaba con la mirada a la joven, procuraba pasar tiempo con ella y la protegía de los demonios cuando era necesario.

Esto lo había notado el observador Solomon, el cual no dudo en "Torturar" al ángel cada que podía.

"Uy, esa mirada pecaminosa te traerá problemas"

"¡Santo Dios! ¿Que diría tu padre si descubre lo que estas fantaseando?"

"¿Los celos son pecado? Por qué de ser así..."

Recordar los comentarios de su amigo solo lo hacían tensarse más, llevaba meses soltando esas frases en los peores momentos, cuando la chica pasaba a su lado, cuando la veía con los hermanos, o como hace unos minutos; "Sabes, sería más fácil para ti si fueras sincero y dejaras de contenerte".

"Maldito Solomon, no se cómo, pero me las voy a cobrar"

El mago soltó un suspiro mientras fingía sorpresa -¡Dios bendito! Simeon, estas blasfemando.- El rostro del ángel se sonrojó al recordar que su amigo disfrutaba con leer sus pensamientos, era obvio que el maquiavelico mago disfrutaba de sobremanera la situación.

El puede hacer lo que él quiera!-
Soltó la chica totalmente seria, sorprendiendo a los otros dos.

-Es un ángel, no un santo, el tiene el derecho de pensar, sentir, hacer y deshacer lo que él desee.- Simeon abrió los ojos estupefacto ante él discurso de la joven. -Y deja de meterte con él ¿Quieres?- Soltó la joven para después irse.

La mirada de Simeon la siguió hasta la salida, para después notar la mirada victoriosa de Solomon.

-¿Te imaginas la cara que hubiera puesto si supiera que lo que quieres pensar, sentir, hacer y deshacer es ella?- La mirada de Simeon mostraba evidente enojo, casi podía apreciarse una tenue aura morada a su alrededor.

-Ya, ya, no te enojes conmigo, solo quiero ayudarte, sabes que tengo razón-. Se disculpaba a su manera el peliblanco.

-No tengo tiempo para eso, ni para ti- Soltó Simeon levantándose de la mesa.

-¿Cuánto tiempo esperaras a que te siga viendo como alguien inofensivo?- Soltó con sarcasmo Solomon mientras el moreno se alejaba.

Las palabras de su amigo se clavaron en su mente como si de un conjuro se tratara.

"Inofensivo"

No le gustaba que lo describieran con ese adjetivo, el había peleado en la rebelión, era respetado en el cielo e incluso en el infierno evitaban faltarle al respeto, no era alguien orgulloso, solo no le gustaba que lo menospreciaran de esa manera.

-!Yo soy su primero¡- Sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de uno de los hermanos.

Al acercarse pudo apreciar una escena que no le gustó para nada, Mammon abrazaba a la chica por la espalda mientras la alejaba de Satan.

-¿Eso a quien le importa?- Espetó el rubio acercándose a la joven y apartandola de su hermano -Y ya deja de decir eso, suena extraño.-

El ángel contempló la escena en silencio unos minutos, su estómago se sentía pesado a cada contacto de los demonios con la joven. Quería intervenir, arrancarla de sus brazos en ese momento, marcarla como de su propiedad, jamás pensó que podría llegar a ser tan orgulloso, tan egoísta, pero el ver la cercanía de los hermanos con ella lo molestaba demasiado.

Al acabar la escena la chica se quedó sola, solo allí notó la preciencia de Simeon -Son un peligro esos dos ¿No lo crees?-

-¿Esos dos? Esos siete más bien.- Corrigió Simeon.

-Wow, Simeon, creo que ese es el comentario más voraz que te he escuchado.- Soltó la chica evidentemente sorprendida.

-¿Ah si?- El mayor alzaba una ceja mientras se acercaba lentamente a su objetivo.

-Sí, normalmente eres de los que se quedan callados, soltarías una sonrisa y negarías con la cabeza.-

-Bueno, puede que hoy me sienta más... Audaz que otros días.-

-Oh... ¿Así que el inofensivo Simeon esta de vacaciones?-

Esa maldita palabra... El cuerpo del ángel se tenso

-¿Así que crees que soy inofensivo?- La distancia entre los dos se acortó silenciosamente.

-N-no, es solo que... Que...- Esa expresion avergonzada era nueva para él, su hambre por ver más de esas reacciones se intensificó.

-¿Qué...? ¿Quieres ver que tan inofensivo soy?-

Como si de un león ante una presa se tratase, rápidamente se abalanzó sobre la chica en un demandante beso, el temor del rechazo se desvaneció cuando ella puso sus manos sobre los brazos del chico.

La sorpresa de la chica se acrecentó al sentir las manos de él en su cintura, pegándole más a su cuerpo, no mostraba piedad, parecía hambriento, lo estaba, había esperado tanto por probar el sabor de los labios de esta, que sólo cuando la joven entre sus brazos empezó a soltar pequeños quejidos y jadeos pudo notar la falta de aire de esta.

Los jadeos de la chica en búsqueda de aire eran música para sus oídos, sin embargo, ese embriagante sonido fue interrumpido por una voz familiar.

-Simeon, Luke te está buscando y quiere saber si... ¿Qué estas haciendo?- Preguntó Solomon al ver la cara de la joven.

-Solo estabamos hablando.- Para sorpresa de ambos, ella defendió.

-¿Segura? Parecía que acabas de correr una maraton-.

-Vamos, estoy con mi ángel de la guardia- Bromeó la chica envalentonada -¿Que podría pasarme al lado de un ángel?-.

-Si, creo que tienes razón.- Concluyó Solomon sin poder ocultar el tono de burla en su voz.

-Bueno, parece que te busca Luke-. Soltó la joven intentando ocultar su vergüenza, caminando hacia la salida de la habitación.

Antes de poder dar un paso más, los brazos de Simeon rodearon los hombros de la chica y la aparicionaron contra su cuerpo, sin poder ni siquiera entender lo que pasaba, el cuerpo de ella se estremeció al sentir los labios del chico contra la piel de su cuello.

-Simeon- Jadeo la joven.

-Recuerda que soy un ángel, no un santo-.

Shall We Date? (One-shots de Obey me)Where stories live. Discover now