Luficer

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-Más te vale cumplir con el resto de tus tareas o te juro que haré que te arrepientas.- Soltó implacable el pelinergo, no era para menos, Mammon había dejado de lado sus tareas y no podía permitir que uno de los 7 grandes hermanos estuviera por debajo del promedio. Sin embargo, el destino quería que el peliblanco sobreviviera otra noche.

-Lucifer, no te preocupes, yo me encargaré de que haga sus deberes.-
Nadie estaba seguro si la chica era muy valiente o muy tonta como para separar a Lucifer de su objetivo (o su presa) cuando estaba molesto.

Lo que sí era seguro, es que Mammon no sabía cuándo quedarse callado. -¡¿EH?! No estudiaré con una débil huma...-

-!Mammon¡ Ahora mismo irás a tu habitación, tomaras tus libros e irás a la biblioteca a acabar tus deberes.- Las firmes palabras de la chica activaron el pacto entre ellos, haciendo así que el moreno se limitará a refunfuñar mientras caminaba a su habitación.

Lucifer por otro lado, contemplaba con intriga la evolución del carácter de la joven, las veces que estuvo en peligro de muerte la fortalecieron aparentemente.

Antes de poder iniciar una conversación directa con la chica, ella se despidió dejándolo solo con sus pensamientos, era evidente que ella era un tema recurrente en su cabeza, sin embargo, no estaba seguro de que era lo que sentía exactamente. ¿Curiosidad? ¿Intriga? ¿Interés?

Las semanas pasaron y con ellas, los resultados de los parciales estaban listos, todos los hermanos estaban juntos, relajados al notar que sus promedios seguían bien como de costumbre, sin embargo, Mammon se encontraba al borde del extasis, totalmente complacido al ver que no acabaría muerto a manos de su hermano mayor.

-Oh preciosa, todo te lo debo a tí- Decia el demonio mientras abrazaba a su salvadora haciéndola dar vueltas mientras la sostenía en brazos.

Solo un pequeño gesto de agradecimiento fue suficiente para que el corazón del pelinegro pesará lo que un yunke dentro de su pecho, se levantó y salió de la habitación sin decir nada.

Las semanas pasaron y con ellas, la tensión entre el mayor y la chica eran evidentes, era claro para todos que el mayor ignoraba a la menor o procuraba hablar lo menos posible con ella, limitándose a los tecnicismos de su posición.

La tensión creció a tal punto que, pese a las múltiples advertencias de los demás, la chica decidió enfrentarlo.
Entró al despacho del mayor, quien se limitaba a ojear unos Papeles que Lord Diavolo le entregó

-Amm ¿Lucy?-

-¿Necesitas algo? De ser así, pideselo a Barbatos- Soltó sin dejar de ver sus papeles.

La chica se tensó ante la cortante respuesta del mayor -Lo siento, no se que hice o hicimos esta vez para que estés molesto.-

El mayor sentía una ligera presión en el pecho ante las disculpas de la chica. -No hiciste nada malo, ahora retiraré.-

La joven frunció el ceño con una notable preocupación. -Si eso es verdad, dime por qué me estas ignorando.-

Él detuvo lo que estaba haciendo, sentía que su cuerpo se tensaba -No te estoy ignorando-

-Claro que si, llevas semana así- Decía la chica en un tono de molestia y reclamo.

El mayor por otro lado alzó la vista de los papeles para apreciar a la joven frente a él, su quijada tensa, sus ojos severos, su ceño semi fruncido, sus labios, su cabello, todo de ella le encantaba y eso lo volvía loco. ¿Cómo es que él cayó ante los encantos de una humana?.

-Mira, no tengo nada que hablar contigo, estoy ocupado, vete de aquí, no lo repetiré.- Necesitaba alejarla de él, le costaba mucho contenerse, cada que la veía sonriendo por alguien más, abrazando a alguno de sus hermanos, las ganas de tomarla y alejarla de ellos lo invadían, moría por besarla, por tomar su mano, pero nos sería él quien cedería. ¿Cómo podría hacerlo? ¿Cómo aceptar que él, de todos los seres del Devildom, había caído por los torpes encantos de una débil humana?.

-Si no me dirás, perdoname, se que no te gusta que haga esto.- Soltó la menor tomando valor. -Lucifer, se honesto conmigo, es una orden-

El escuchar su nombre salir de los labios de ella lo hacían estremecer, más fuere que el pacto o que cualquier magia, sabía que debía ser honesto, todo su cuerpo lo obligaba, se levantó de la silla y avanzó lentamente esquivando el escritorio.

Debo hacer lo correcto

-Eres una distracción.- Su mirada reflejaba frustración, estaba haciendo un esfuerzo titanico por decir la verdad sin dar su brazo a torcer.  -Cuando estas a mi alrededor es fácil que me distraiga, mi atención queda en ti, no puedo permitirmelo.-

La satisfacción de haber esquivado esa bala por haber dicho sinceramente lo que pensaba sin soltar sus sentimientos se esfumó al apreciar el rostro de la pobre mujer al frente suyo, una mezcla de evidente sorpresa y dolor se reflejaba en su mirada.

No, no pongas esa cara.

Lucy abrió la boca intentando decir algo que pudera arreglar la situación, sin embargo las palabras no salía de su boca, se encontraba congelado por el cúmulo de emociones que le provocaba la mirada de dolor de la  chica.

Ella bajó la mirada y giro sobre sus pies lentamente, sentía que estas pesaban como si estuvieran amarradas a pesas. -Gracias por tu sinceridad.-

Los ojos de Lucy se abrieron como platos, ese tono de voz hizo que la culpa azotara su pecho y conciencia como una violenta ola de mar a las rocas de la costa.

La vio dar un paso hacia la puerta, todo se veía en cámara lenta. -Perdona las molestias.-

Maldita sea.

La tristeza de la joven se vio interrumpida por unos fuertes y cálidos brazos que la rodeaban con fuerza, sintió que el aire se escapaba de los pulmones.

-¿Por qué todo tiene que ser tan jodidamente difícil contigo?- Se quejó el pelinegro dándole vuelta a su prisionera.

-¿Quieres que sea honesto contigo? ¡Seré honesto contigo!- Antes de poder si quiera responder, los labios del demonio chocaron con los de ella, la sorpresa del acto la hizo tensarse, ella intentó pronunciar el nombre del peligro, pero sólo logró separar los labios en un torpe balbucro, el cual Lucifer aprovechó sin dudarlo para introducir su lengua en la boca de la joven, comensando un embriagante vaivén para ambos, ella no tardó en corresponder ante los actos de su compañero.

-Cada que escucho tu risa siento que me muero.- Soltó al separarse de su objetivo, dejándola respirar unos segundos para volver a besarla con desesperación, era como si estuviera castigandola por hacerlo ceder a su orgullo.

Ella apartó su rostro, jadeando con los ojos fuertemente cerrados, el tomó su mentón con cuidado, obligándola a verlo a la cara. -Cada que veo tus ojos, siento que me pierdo en ellos.- Los ojos de Lucifer brillaban en un rojo intenso.

Bajó suavemente el cuello de su blusa y devoró a besos desde el lóbulo de la oreja hasta empezar el escote de ella. -Cuando estamos en la misma habitación todo mi ser me ordena prestarte atención, a tu voz, a tu risa, a todo tu ser.-

Ella soltó un suspiro al sentir como los dientes del mayor rosaban suavemente su piel sin llegar a morderla, solo por el sadismo y placer de ver el cuerpo de la menor estremecerse. -Detesto la cercanía que tienen mis hermanos contigo. Quiero tenerte solo para mi, quiero marcarte como mía en cuerpo y alma.-

Tomó a su joven presa por los muslos, cargandola haciendo que esta enredara sus piernas en su cintura. Era muy fuerte, se acercó a su escritorio cargandola con una mano mientras que con la otra sacaba volando todo lo que había en su escritorio. Con cuidado la colocó sobre este para besarla sin piedad.

Después de un largo rato, separó sus labios para contemplar el sonrojado rostro de la joven, con mirada orgullosa esbozó una sonrisa que marcaba superioridad, satisfacción y deseo. -¿Lo entiendes ahora o necesito ser más sincero?-

Shall We Date? (One-shots de Obey me)Where stories live. Discover now