➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟕 ᘒ ꒦ 🜸

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-Vuelve a casa conmigo, Jaemin. - Es inevitable. Mis manos se cierran en un puño y las uñas se me clavan en las palmas. -¿Es eso lo que quieres? ¿Que vaya contigo y te odie hasta el resto de mis días porque no me diste elección? - Replico. -Lo superarás... - Dice. -No, no lo haré. - Él parece sorprendido un instante, y luego un poco triste. Entorna los ojos como si estuviera viéndome por primera vez. O, en cualquier caso, una nueva faceta de mí. -Podrías regresar tú. - Sugiero aprovechando la oportunidad. -Darles pistas falsas. Contarles que no has encontrado... - Me interrumpe. -No puedo hacer eso. - Finaliza. -Tú crees que un día me despertaré y pensaré: «Caramba, deseo volver a ser propiedad de la manada, una herramienta que puedan emplear para lo que se les antoje». - Entonces cruzo los brazos y le aseguro: -No volveré.

Johnny se queda mirándome un largo rato. Se me contrae el estómago bajo esa mirada, y durante unos segundos comprendo por completo el efecto que causa sobre tantas chicas. Sobre mi hermano y sobre todas las demás mujeres de la manada. -Muy bien. No puede gustarte estar aquí. - Me espeta él. -No puedes desear quedarte. Tú no has nacido para esta penuria. Da igual lo que digas, lo que pienses ahora: acabarás cansándote del mundo humano. Este calor debe de ser un infierno para tu Draki. Seguro que está abrasándolo. Esperaré. Volveré a comprobar cómo estás dentro de... - Ladea la cabeza como calculando cuánto tiempo resistiré aquí y enseguida anuncia: -Dentro de cinco semanas. - Cinco semanas, vaya. Casi me sorprende que me conceda tanto tiempo. -¡Oh, a mi madre le encantará verte aparecer por casa! - Exclamo. -Probablemente prepare carne asada. - Menciono. -Tu madre no tiene por qué saber que te he encontrado... Ni que estaré cerca. No quiero que vuelvan a huir. - Mi madre escaparía de nuevo. Johnny tiene razón en eso.

Sus ojos me taladran y siento una oleada del antiguo malestar. Y también algo más. Algo que jamás había experimentado con Johnny. Una extraña nostalgia. Me digo a mí mismo que es sólo por mi manada, mi propia especie, lo cual tiene sentido. No se trata de Johnny específicamente, sino de lo que representa. Casi huelo las montañas y las nieblas en él. Tengo que usar toda mi fuerza de voluntad para no acercarme, pegar la nariz a su cálida y fragante piel, e inhalar. -Puedo ser paciente. - Añade. Yo no digo nada. Me limito a sostenerle la mirada; me siento algo mareado al contemplar esos lisos y oscuros estanques, y me reprimo para no acercarme más.

Yo jamás habría descrito a Johnny como paciente. Es la clase de persona que toma lo que quiere sin pedirlo porque es su derecho de nacimiento. Como cualquier otro Draki macho, se supone que debo caer a sus pies en extasiada subyugación. ¿Qué puede haberlo cambiado? Me pongo una mano en la cadera y replico: -¿Paciente? ¿Tú? ¿En serio? - Él suspira y se acerca un paso más. Yo reacciono retrocediendo hasta que no puedo alejarme más, con la dura pared de la callejuela contra mi espalda. -No voy a negar que espero que haya algo más entre nosotros, Jaemin. Algo real y duradero. - Debe de ver algo en mi cara, porque se apresura a subrayar: -Lo espero. No voy a forzarlo. - Lo interrumpo. -¿Y si yo no lo deseo? ¿Nunca? - Él aprieta los labios hasta reducirlos a una firme línea, como si estuviese saboreando esto en la boca. Y como si no le gustara.

-Entonces respetaría tus deseos. - Escupe las palabras, como si le doliera quedárselas dentro. Su expresión de repugnancia es casi cómica. La idea de que yo no me una jamás a él, de que no me empareje con él para producir un montón de pequeños lanzallamas, no le sienta bien. Tanto si lo ve como si no, ya contempla las cosas como un alfa. El rey de la manada, cuidando del futuro de nuestra raza, a costa de quien sea. Ha asegurado que estaba aquí por voluntad propia, pero no se da cuenta de que la manada es parte de él. Le resulta imposible separar las necesidades y los deseos de la manada de los suyos propios. Ahí reside el peligro.

-Necesito tu palabra. - Digo. -Que me lo prometas. No intervendrás mientras yo esté aquí, no me obligarás a regresar. - Si me lo dice, lo creeré. Johnny puede ser muchas cosas, pero jamás ha sido un mentiroso. Sus ojos se clavan en los míos y afirma: -Te lo prometo. - Finaliza. -De acuerdo - Acepto por fin, pasando ante él. -Confiaré en ti. - Hay algo en sus ojos, en su rostro, que hace que lo crea. Y, en realidad, ¿cuántas opciones tengo? -Deberías. - Murmura Johnny. -Siempre puedes confiar en mí.

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