Capitulo 10

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Las vistas cayeron a la peli plateada, que como alma que lleva el diablo escapó de la escena, ambos esposos al dirigir la vista a la puerta solo notaron a la princesa arreglarse para irse en silencio, prefiriendo dejar la charla de esa manera, la emperatriz se despidió, pero sin esperar respuesta abandonó la habitación.

- "Vizcondesa Verdi, ¿Ha habido algún caso de una amante imperial que haya sido amada por el emperador hasta la muerte?"-

Esa mísera pregunta albergaba el deseo de consolarla, pero la respuesta recalcó lo pasajero que era su postura, unos golpes en la puerta culminó la conversación, las ganas de gritar fueron reprimidas, sabía que ese hijo en su vientre le ayudaría, pero esperaba tener poder como persona propia, antes de decir alguna palabra sobre la persona que tocaba, está ingresó, con el anuncio que heló la sangre de aquella concubina.

¡La Princesa Maud Vikt ha ingresado!

De inmediato la dama se arrodilló frente a la joven, no había diferencia de edad entre la concubina y ella, pero cualquiera notaría la madurez de la princesa, según los rumores que escuchó Rashta, mencionaban que "la princesa tendrá el rostro de una muñeca, pero no olviden que la sangre real los hace ver como caparazones de alguna fiera". Debía tener cuidado, con un simple gesto todos abandonaron la habitación dejando a esas dos jóvenes solas en inmensa alcoba.

- "¿Qué le trae por aquí, princesa? Rashta no se acuerda que hayamos planeado encuentro"-

- Debo felicitarte... ya no redundas tanto como la primera vez que nos vimos... pero sigue siendo un pobre léxico... –la mirada sin brillo de la joven peli negra, traía malas noticias a Rashta o eso comprendía- quiero saber ¿Qué quieres lograr?, ¿Cuál es vuestro objetivo, con todo esto?... no quiero ofender a su persona porque mi hermano la defiende, pero, así como la defiende yo lo defiendo a él... y preguntarás de que... de gente que su mayor placer es sujetar la corona como trofeo sea cual sea el riesgo. –

- "Rashta no entiende a que se refiere, princesa, Rashta, ama tanto al emperador, que jamás pensó en la corona, Rashta sin deseos de poder, carga al bebé de su majestad."-

-Te diré algo... Que tú puedas engendrar hijos al emperador, no cambia absolutamente nada, solo te quedaras como servidora y esclava de mi hermano –esas palabras asustaron aquella concubina que perdía el porte de seguridad, mientras la princesa hablaba con un semblante imponente- El día que me case, mi esposo no hará un harem, ni si quiera podrá desear a otra mujer y si llegara hacerlo, me alejaría de él y él perdería el apoyo de la corona, lo arruinaría ... sabes porque... Porque soy la Princesa Maud Vikt, del imperio de Ossis III, y exijo su respeto...

Silencio, como si fuera una tumba, esa habitación deslumbraba dos retratos diferentes... el rostro de pánico de Rashta y la mirada juzgadora de Maud, ambas mujeres de joven edad, con vidas opuestas, tenían un encuentro sin los filtros que la corona imponía en la mayor.

-Quiero que comprendas esto... El corazón de mi hermano es tuyo, pero su poder le pertenece a Navier y yo... yo manejo sus secretos... nos quitó su corazón para dártelo... agradece que soy una princesa compartida... porque fui la primera mujer que él amo y lo seguiré siendo... soy la segunda al trono... por lo que recuerda mis palabras... SI ESTA MENTIRA SE HACE REAL, NO TENDRÉ MIEDO EN RECLAMAR EL TRONO QUE POR DERECHO TAMBIÉN ES MÍO Y ME ASEGURARÉ QUE USTED O QUIEN SEA PAGUE... PORQUE EL QUE SE METE CON LA CORONA CARGA CON EL PUEBLO... pero también le digo... quien se mete con mi hermano carga con mi furia –perdiendo la paciencia levantó la voz sin caer al punto de gritar, no era mentira el hecho que la amenazara sin ocultarlo, cosa que hacía más tensa la situación.

Sin nada más que decir la princesa abandonó la recamara sin mirar atrás. Debía recalcar el gran hueco de poder que había entre ellas. Aunque quisiera llevarse bien con aquella chica, sentía la necesidad de estar alerta y apareció una razón para eso, viendo en una esquina al vizconde Lotteshu, los rumores se confirmaban, pero prefería no dar un juicio final. Siempre dar un paso a la vez y pensarlo bien.

En su caminar, quería la tranquilidad que la soledad le entregaba, pero un choque le hizo cambiar los planes, una proveniente y alta figura le hizo retroceder mientras sobaba su frente por el impacto hasta deslumbrar al duque que la miraba con tranquilidad, como si él si esperaba ese choque. Siendo el mayor en tomar la palabra en ese desconcierto.

- "Buen día princesa, disculpe aquel incidente... me informaron que estaba por esta zona y quería hablar con usted"-

La princesa seguía procesando todo, el golpe, el hecho que chocó con el duque Kaufman y, sobre todo, que la esté buscando. Esto le sentía mal, pero estaba peor por no haber ingerido nada desde la noche anterior, por todo el drama se movilizaba sin comer nada, tomando aire evoco una sonrisa.

- "Buenos días igualmente, duque... ¿ha desayunado? Porque yo muero de hambre"-

No estaba con la fuerza para ponerse en el papel de noble perfecta, tenía hambre, mirando el asombro del contrario ante tal referencia casual, solo pudo sonreír en modo de aceptar cualquier propuesta que lance la menor, acompañándose miraban al frente de forma tranquila, los guardias, sirvientas y amas de llave los miraban asombrados, entre susurros comparaban esa cercanía con la misma que tenía la emperatriz con el príncipe de opuesta nación.

- "siento que sus sirvientes quieren hablar... ¿Qué querrían exclamar?, escuche que usted era buena leyendo ambientes, y ayudo al emperador en tratos"-

- "Duque... solo diré... la gente habla porque pude hacerlo, una vida propia es vacía... necesitan entretenerse con algo que le dé motivos de andar... la corona es del pueblo mi vida es un entretenimiento para ellos."-

El duque se asustó al verla decaída, poco a poco veía sus ojos apagarse, esa chispa que vio en la noche, parecía extinta en esos ojos, pareciendo más a la emperatriz, cosa que por un momento el pensamiento le hizo estrujar su corazón, no entendía nada, ¿la posición lo hacía porque comparaba a la emperatriz?, poco o nada entendía, aun así, lo que era claro, es recobrar la vida en esos ojos.

- "sabe... si alguien habla de ti de lo que no haces, entonces has algo para que hablen de lo real"-

La princesa levantó la vista con la duda de a qué se refería, ¿el consuelo de un extraño sería lo que anhele su alma? Ya no le importaba, lo quería, luego se encargaría de pensarlo bien, estaba por cansarse de los asuntos de la corona, pero, aunque tuviera la fuerza de hacer la renuncia publica, sentía que necesitaba ese privilegio para más adelante.

- "Duque Kaufman.... ¿Quiere comer conmigo en el jardín?, siento que aire fresco es lo que necesito..."-

- "Si usted lo dice, le acompañaré, princesa"-

- "¿podrías oponer resistencia alguna vez, duque? No es divertido hablarle a alguien que te dé la razón"-

- "perdóneme, pero verla me da la impresión que debo obedecerla –todo el mundo se paró por un segundo ante esas palabras, hasta la princesa sentía un nudo en el pecho, el duque era tan inocente o reconocía que ese comentario podría malinterpretarse, pero antes que decir continuo- la Emperatriz Navier será un excelente monarca, pero usted tiene el aura de un emperador... siento que su orden sería absoluta"-

Una sonrisa salió de los labios de la joven, que mientras caminaban al jardín la joven se detuvo para verlo, ya era tarde para no generar rumores, pero como dijo el contrario es mejor dejarles que hablen la verdad, dudaba de las palabras que saldrían de su boca, girando para posicionarse frente a él mencionó.

- "y usted dígame duque... si me veo como un emperador, sería capaz de volverse una emperatriz?"-

𝓛𝓪 𝓗𝓮𝓻𝓶𝓪𝓷𝓪 𝓭𝓮𝓵 𝓔𝓶𝓹𝓮𝓻𝓪𝓭𝓸𝓻Where stories live. Discover now