Capítulo 4

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A las afueras de la habitación estaba haciendo guardia Rain, protegía que ninguna servidumbre viniera a espiar lo que haría la nueva invitada del Emperador, además de desconocer la reacción de la amante, prefería estar atento, pasando unos mechones de su pelo, aquel soldado no dejaba de estar alerta.

Mientras tanto dentro de la alcoba las dos damas preparaban a la princesa, ajustando un corsé, Maud apenas y podía pronunciar leves quejas mientras su mente trataba de imaginar cómo sería la mujer con la que se toparía, tras capas de telas, pudo terminar de lucir uno de los nuevos vestidos, no era tan extravagante, había aprendido de Navier que hasta lo más simple se ve elegante, portando un sombrero oculto la mayoría de su cabello, dejando leves mechones, era la representación perfecta de una dama con gran sangre noble, después de un retoque de maquillaje, se terminaba la preparación de la "nueva amante", la princesa se miraba en el espejo para suspirar, la imagen que trataba de replicar le daba cierto deseo de repulsión.

- "Si haremos esto, lo haremos bien..." –dicho esto sacó una caja de terciopelo con un broche hecho de hermosos diamantes, colocándolo en el moño de su pecho, dio su último detalle. Conocía que las amantes obtendrían hermosos regalos y se notaba el favoritismo si estos artículos eran pertenecientes al emperador. Su hermano tenía un broche muy semejante al suyo, suponía que esa mujer ya lo habría visto, esperaba que sea un buen engaño el que ella lo tuviera.

- "Mi niña, ¿está segura de todo esto?, podríamos presentarnos como nobles, hacer esto..."-Se detuvo la Condesa para mirar a la joven, estaba en un trance mientras observaba el broche, los deseos eran ordenes, por lo que pidió a Allison que se acercara, al tener a las dos jóvenes, volvió a retomar la palabra- "Mi niña, iremos al jardín, lo más obvio es que esa mujer se encuentre por esa zona, la acompañare, Allison y Rain estarán en otra ubicación por si acaso, fuera una salvaje. Seguiremos lo que nos diga, pero el emperador será llamado por la baronesa a los 5 minutos de su conversación, ¿está de acuerdo con esto?" –

- "5 minutos.... Solo necesito eso para conocerla mejor, para cuando venga mi hermano habrá pasado 7 a 9 minutos, ¡mostrará su cara real... ¡Vamos!"-

Con esta orden las dos damas fueron caminando detrás de la princesa, al salir de la habitación, hasta el soldado se había quedado sorprendido por el cambio de aquella duquesa, que se limitaba solo a portar vestidos simples, pero ahora que estaba como una mujer le era algo admirable, Allison le indico cuál sería su posición.

Después de recorres unos pasillos, además de captar las miradas de la servidumbre, miraba a otras damas de compañía, salir corriendo, suponía que serían de la amante, aunque ante su posición, sentía vergüenza ajena ser acompañante de una esclava, pero si su actitud compensaba su estatus no tendría problema.

Llegando a los hermosos jardines se dispuso a pasear con la compañía de la Condesa Isabel, mientras que los dos acompañantes estaban en sus puestos, los nervios se apoderaban, pero al ver a una jovencita con cabellos plateados, rodeada de las anteriores damas, supo que no podría echarse atrás, sacó su abanico para tomar aire, su dama sacudió su vestido para seguirle el paso.

Por su parte Lady Rastha por decisión propia iba a ir al jardín, hasta que dos de sus damas, vinieron a avisarle que vieron salir de la habitación que el emperador guardaba con secreto, salió una joven de hermosa belleza, aunque recalcaron que ella era más bella, no podían negar que era una noble de gran presencia, ante el miedo de ser reemplazada, vio que ambas estaban en el mismo lugar, aún con su dulce sonrisa, por dentro tiraba maldiciones para la joven extraña.

Maud, tenía el sentir que no cayó bien a primera vista, algo que hacía perfecto su presencia, porque no trataría con cualquier amante, está la conocía perfectamente, era la reencarnación de la favorita de su padre, se acercó de forma despreocupada, hasta ambas estar cara a cara, aunque la altura y la edad no fuera lo único que los diferencia, el aura que irradiaban también era incompatible, mientras la menor mostraba un rostro dulce, con un aura de flores y rosa, la contraria daba madurez, sentido de realeza, sin embargo lo que más asombraba es que se mostraba como una mariposa que en cualquier momento puede escapar, como si este lugar nunca hubiera visto.

- "Lady Rastha es un placer por fin conocerla, nuestro emperador, tenía razón, es una hermosa reliquia... casi y puedo decir que debo sentir envidia" –la que empezó fue Maud, entregando su abanico a su dama, miró con una sonrisa a la contraria, sabía que el tiempo había empezado a correr, por lo que, para seguir con su plan, evitaría usar directamente la palabra amante- "Por la gloria de nuestro bello emperador, es un gran honor convivir con usted"-

Un leve chasquido se hizo presente, la señal que empezó de buena manera a presentarse.

- "Pues... Me gustaría decirlo mismo, pero el emperador nunca comento de uste a Rastha, posiblemente el emperador, olvido esto, pero bienvenida" – Es lenguaje redundante, en tercera persona, daba levante al ego de la contraria y no evito demostrarlo- "Me sorprende que el emperador la traiga, siendo que Rastha tiene al hijo de su majestad, ¿No será usted, mi nueva dama?"-

Una risa salió de los labios de la chica, la cual desconcertó a la menor, parecía que quería copiar la actitud de su cuñada, pero era un pésimo intento, hacerse la noble sin estudio, le daba lastima, no era algo tan amable, pero seguiría atacando, de aquella sonrisa cambio de forma drástica a un rostro vacío, posando sus orbes grises en la "inocente niña".

- "Creo que se equivocó, aunque no le falto el respeto, sería una humillación para mi propia posición el hecho que usted piense que seré su nueva dama de compañía, a mí me deberían acompañar, pero descuide, si el emperador no le comento de mí, debe ser porque no era para su importancia, sin embargo, hasta nuestra hermosa emperatriz me dio la bienvenida" –Esas palabras habían atinado al mirar la cara de asombro que portaba la menor, la cual quería refutar, sin embargo al tener en vista su vulnerabilidad, no iba a desaprovechar, su hermano llegaría y entonces- "Ella es una hermosa personas, hasta me ayudo a ponerme este hermoso broche, me contó que es de las mejores joyas que porta el emperador, me siento alagada"-Acarició el broche, la misma reacción, por lo que su idea de que ella haya codiciado esa joya era cierta, al presentir que se cumplían los minutos, uso una de las frases que le recomendó la condesa- "pero aún no me siento lista para esta nueva etapa, por lo que le pido que me aconseje, ¿Qué le gusta a su majestad?, si hay un platillo especial, soy experta en la cocina, sería un perfecto regalo de agradecimiento por traerme al pala"-

- "EL EMPERADOR EL MÍO!, El emperador no se fijaría en algo como tú, tengo a su hijo y sé que él no dejara a Rastha, ¡porque su majestad prometió a Rastha ser la única a la que él ama!"-

Aquel susto espanto a las damas que pedían que se calmara, mientras que Maud aprovecho el grito para fingir un susto y caerse, La condesa Isabel, se alejó un momento para ayudar a la princesa, pero antes que alguna de los presentes mencione algo, el emperador había llegado a presenciar la escena, su hermana en el suelo, su amante con semblante molesto y las damas un tanto aturdidas. Evocando la típica pregunta de ¿Qué ha pasado aquí?, Rastha trato de dar un semblante de melancolía, pero un llanto empezó a salir de la que estaba en el suelo mientras se quitaba el sombrero que también estaba arruinado por la caída.

- "Snif.... Hermano... Ella... ¡Ella... ME GRITO!" – dicho eso volvió a llorar como una niña pequeña, esas palabras rompieron la preparación de Rastha, No era una amante, era la hermana del emperador, se iba a acercar al emperador para explicarle, pero este paso de largo de ella, para arrodillarse a su hermana, los cabellos negros de la chica estaban un tanto desacomodados por los ornamentos del sombrero, a lo que el mayor con cariño empezó a desenredar para limpiar sus lágrimas.

- "Tranquila, hermanita, estoy aquí... yo... lo siento, no creí que tuviera esta reacción" – La ayudo a levantar para abrazarla, Maud trataba de aguantar una sonrisa, pero seguía en el papel de damisela, Rastha por su parte trató de llamar al emperador, como si buscara consuelo de alguna manera, aunque la única respuesta que recibió fue- "Rastha, hablamos después... ven hermana, ¡Llamen al doctor del palacio!"-

Acompaño a su hermana la cual era seguida por la Condesa Isabel que sostenía el sombrero, la cual, si gestionaba una sonrisa, al avanzar se reunió con Rain y Allison, los cuales estaban preocupados por ver a la princesa llorar, pero después de que su mayor les contara todo, los jóvenes dieron una sonrisa de alivio al ver que esa actuación si era convincente.

𝓛𝓪 𝓗𝓮𝓻𝓶𝓪𝓷𝓪 𝓭𝓮𝓵 𝓔𝓶𝓹𝓮𝓻𝓪𝓭𝓸𝓻Where stories live. Discover now