Me reí a carcajadas.

La verdad es que, jamás comprendería cuál era el motivo de su mala relación. Supongo que era algo que se había ido desarrollando a medida que pasaron los años. Yo sabía perfectamente que detrás de toda esa fachada de odio mutuo, había algo ahí. Carla también lo sabía, y en más de una ocasión la habíamos molestado con Nick.

Sí, nos habíamos ganado un zapatazo cada una.

Ya sé, muy pacífico todo.

- ¿Has visto a Jed?- me preguntó el rubio entonces.

Resoplé.

No tenía planes de contarles a mis amigas sobre lo de unas noches anteriores, en el apartamento de Jed, pero tenía que sacarlo. En ese momento Nicklas era la mejor opción para desahogarme, además, era hombre también, así que a lo mejor me daba algún consejo útil.

- Vive en el piso de arriba- respondí, largando una exhalación.

- ¿En plan... aquí... arriba?- repitió, señalando al techo.

- Literalmente, aquí arriba.

Él abrió mucho los ojos e hizo una mueca divertida.

- Joder, amiga. Que mala suerte tienes.

Rodé los ojos.

- Qué me vas a contar- me aclaré la garganta, algo incómoda-. Nick, ¿te puedo hacer una pregunta?

- Lo siento, Jade, pero no me quiero casar contigo- se mofó.

Le puse mala cara, y el rubio alzó las manos a los costados en señal de rendición.

- Es que...- enderecé la espalda desde mi posición-. Hace unas noches, gracias a un giro de eventos desafortunado, fui al piso de Jed. Que no pasó nada, pervertido- reaccioné enseguida, cuando puso cara de placer.

Creepy.

Ya, y que lo digas.

- El punto es que, en una de esas me dijo que no podía dormir bien desde que me había ido- hice una corta pausa-. Hace siete meses- añadí.

Sinceramente, me era muy difícil creer que Jed se había pasado todo ese tiempo en mal estado, pero a la misma vez no. Yo misma era la prueba viviente de que se podía sufrir por meses y más meses a causa de una persona.

Cuando estaba en la Academia Naval, había días en los que estaba bien; a veces ni siquiera pensaba en él. Sin embargo, había otros en los que su recuerdo era tan potente, que no me sentía con ganas de absolutamente nada. Muchas veces Nora me cubrió en las clases de la tarde, porque me tenía que regresar a la residencia al no aguantar estar un segundo más sin llorar. Me pasaba las noches en vela; a veces llorando y otras simplemente pensando, con los recuerdos de los días maravillosos que había pasado con él, atormentándome.

Era muy difícil, y lo peor era que aún en ese momento, me pasaba. Supongo que el saber que estaba justo encima de mi techo le ponía más hierro al asunto.

Nicklas me sacó de mi ensoñación soltando un largo -y dramático- suspiro.

- Mira, Jade- comenzó a decir. Lo miré con curiosidad-. Al principio, cuando conocí a Jed, supe que era un gran tío, en serio. Además, sólo había que fijarse en la manera en que te miraba, o la forma en la que actuaba cuando tú estabas cerca, para saber que estaba (que está) loco por ti- aseveró. Mi cara se iluminó con una sonrisa boba que enseguida borré.

No, concentración.

- Después del baile, lo odié por haberte lastimado. Y todos nos encargamos de culparlos a él y a la víbora de tu prima porque tú te fuiste- continuó, encogiéndose de hombros, como si eso fuera algo que no pudiera remediar-. Pero, yo le creo.

Lo que nos cuentan las estrellasWhere stories live. Discover now