Desafío #87: Resultados

Start from the beginning
                                    

La Navidad era la época más feliz del año, pues mis padres regresaban de sus múltiples viajes de trabajo y me traían toda clase de regalos provenientes de otros países. Sin embargo, lo único que yo siempre anhelaba de esas fechas de invierno, era a ellos.

Pero ahora, ya no están más conmigo, y después de ese terrible choque de avión... a penas si puedo asimilar que jamás los volveré a ver.

Así que, Querido Santa:

Si en verdad existes, si es verdad que puedes volver los sueños realidad... te suplico que me concedas lo único que mi alma anhela con todo su ser: Devuélveme a mis padres, por favor. Te lo suplico.

Nunca volveré a pedir nada más. Ya no quiero ningún regalo, ya no quiero juguetes ni juegos ni nada material.

Solo deseo volver a sentir el abrazo de mi padre, ese cálido abrazo lleno de amor que aliviaba mis penas. Solo quiero volver a escuchar la voz de mi madre cantarme por las noches mientras acaricia mi pelo con suavidad...

Solo eso te pido, y te lo pido con todo el deseo que mi corazón puede tener.

Y para demostrar que aún creo en ti fervientemente, he sacado los adornos y los he puesto en mi lúgubre habitación para darle más aires navideños: El árbol de papá, el suéter de mamá... solo te pido me los devuelvas. Son todo lo que tengo.

Te lo suplico una y otra vez.

Con esperanzas.

Ally.

***

IzarKari

𝑄𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑑𝑒𝑐𝑖𝑟𝑡𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑎𝑠 𝑓𝑟𝑖́𝑎𝑠 𝑛𝑜𝑐𝘩𝑒𝑠 𝑑𝑒 𝑖𝑛𝑣𝑖𝑒𝑟𝑛𝑜, 𝑛𝑜 𝑙𝑜 𝑠𝑜𝑛 𝑐𝑜𝑛 𝑡𝑢 𝑝𝑟𝑒𝑠𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎. 𝑁𝑖 𝑙𝑎𝑠 𝑏𝑟𝑖𝑙𝑙𝑎𝑛𝑡𝑒𝑠 𝑙𝑢𝑐𝑒𝑠 𝑑𝑒𝑙 𝑎́𝑟𝑏𝑜𝑙 𝑖𝑙𝑢𝑚𝑖𝑛𝑎𝑛 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑡𝑢́. 𝑄𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑠𝑒𝑔𝑢𝑖𝑟 𝑠𝑖𝑛𝑡𝑖𝑒𝑛𝑑𝑜 𝑡𝑢 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑎𝑛̃𝑖́𝑎 𝑐𝑎𝑑𝑎 𝑑𝑖́𝑎, 𝑣𝑒𝑟 𝑡𝑢 𝑐𝑎𝑟𝑎 𝑦 𝑠𝑒𝑛𝑡𝑖𝑟 𝑒𝑠𝑎 𝑒𝑚𝑜𝑐𝑖𝑜́𝑛. 𝑇𝑒 𝑛𝑒𝑐𝑒𝑠𝑖𝑡𝑜 𝑎𝑢𝑛𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒𝑎 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝑢𝑛𝑎 𝑣𝑒𝑧 𝑎𝑙 𝑎𝑛̃𝑜 𝑚𝑎́𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑢𝑎𝑙𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟 𝑚𝑖𝑙𝑎𝑔𝑟𝑜 𝑒𝑛 𝑒𝑠𝑡𝑒 𝑚𝑢𝑛𝑑𝑜, 𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒 𝑟𝑒𝑒𝑚𝑝𝑙𝑎𝑧𝑎𝑟 𝑡𝑢 𝑝𝑟𝑒𝑠𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎. 𝑆𝑒𝑛𝑡𝑖𝑟 𝑡𝑢 𝑐𝑎𝑙𝑜𝑟 𝑒𝑠𝑝𝑒𝑟𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑛𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑜𝑠 𝑒𝑛𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑟𝑜, 𝑎𝑏𝑠𝑜𝑟𝑡𝑎 𝑙𝑒𝑦𝑒𝑛𝑑𝑜, 𝑎 𝑛𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑜 𝑒𝑠𝑝𝑒𝑟𝑎𝑑𝑜 𝑚𝑜𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜. 𝑄𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑛𝑢𝑛𝑐𝑎 𝑡𝑒 𝑠𝑖𝑒𝑛𝑡𝑎𝑠 𝑠𝑜𝑙𝑎 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑒𝑟𝑒𝑐𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑐𝑎𝑑𝑎 𝑛𝑜𝑐𝘩𝑒 𝑒𝑛 𝑡𝑢 𝑣𝑖𝑑𝑎 𝑠𝑒𝑎 𝑏𝑢𝑒𝑛𝑎.

𝐻𝑜𝑦 𝑦 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑠𝑒𝑟𝑒́ 𝑡𝑢 𝑛𝑎𝑣𝑖𝑑𝑎𝑑.

***

JALimes

Las luces de Navidad de la calle se encendieron, como pequeños copos de nieve que, con la llegada del frío, hacían su aparición para recordarnos que había pasado un año más. Y, como cada noche, su ventana se iluminó. La vi sentarse en el banco que tenía debajo de esa ventana, leyendo un libro. Y, una vez más, me pregunté cómo podía ser tan preciosa con pijama y calcetines gorditos.

¿Qué estaría leyendo? Conociéndola, probablemente alguna de esas novelas de Jane Austen que tanto le gustaban. Aún recuerdo la primera vez que le pregunté por qué leía novelas antiguas teniendo tantas otras mucho más actuales. Me contestó: "Para entender el amor, debes enamorarte de Austen". Ante mi cara de sorpresa, añadió: "Además, es Reino Unido", como si fuera lo más evidente del mundo. No pude más que soltar una carcajada ante su ocurrencia. Creo que ese fue el momento exacto en el que me enamoré de ella.

Ese recuerdo siempre me hacía sonreír. Habíamos sido amigos desde que éramos unos críos. Habíamos reído, jugado y llorado juntos. Nos habíamos apoyado el uno al otro cuando la vida nos había dado algún revés. Habíamos celebrado los logros del otro. Nos habíamos peleado para luego reconciliarnos con un abrazo.

Y aquí estoy, de nuevo mirando hacia su ventana, preguntándome si alguna vez ella me había mirado a mí de la misma forma que yo la miraba a ella. Y no es que no hubiese tenido ocasiones de preguntarle... pero cada vez que esas palabras salían de mi pensamiento, impactaban contra mi boca y se quedaban ahí, perdidas, como todos esos besos que aún no le había dado. Por cobarde. Por el miedo a perdernos. Por el miedo a perderla.

Quizá me vendría bien eso que llamaban "milagro navideño" en las películas americanas. Quizá podría coger mi abrigo e ir a su casa. Entraría en su habitación, ella me sonreiría y yo la besaría, porque me resultaría imposible expresar con palabras lo que siento por ella. Y, desde ese momento, celebraríamos todas las Navidades juntos. Y adornaríamos nuestro árbol de Navidad con recuerdos de nuestros viajes a Reino Unido.

Perdido entre esos pensamientos, no me di cuenta de que ella estaba mirándome a través de su ventana, sonriéndome. Cogí mi abrigo y me dirigí a su casa. Esa iba a ser la última vez que me considerase un cobarde.

***

erifearless

Querido mundo,

Este año deseo volver a creer en la Navidad. Cada año que pasa me encuentro más lejos de aquella pasión que sentía cuando era pequeña. Además, las cosas han cambiado aún más desde que la pandemia derrotó el mundo. Desde entonces, lo único que pido para navidad es volver a estar con mi familia en una misma mesa, sin preocuparme de contagiar a la gente que quiero. Quiero olvidar este último año y empezar de nuevo, no soporto la idea de vivir recordando el pasado. Ahora, cada día me preguntaré si podré ver a mi familia y tendré que disimular el disgusto para no caer en la trampa de mi tristeza.

Desde la ventana veo la noche pasar y junto a mí tengo un árbol de navidad para disimular un poco más la soledad que me rodea. Es fácil engañar a tu mente cuando más vulnerable estás.

Desgraciadamente, me he acostumbrado a este sentimiento y no le veo el final.

Por eso, mundo, te pido que al igual que mucha gente, intentes sobrevivir y luchar hasta que todo vuelva a la normalidad.

Puede que siempre tengamos esta cicatriz y no haya un momento que no la sintamos en nuestra mente, pero al menos esta navidad la podemos celebrar juntos un año mas.



Desafíos de Novela JuvenilWhere stories live. Discover now