Capítulo 3

633 283 36
                                    

Suena mi irritante despertador, aún me encontraba con mis ojos cerrados, ya que el sueño invadía mi cuerpo y la cama me ataba de una manera impresionante; como si no quisiera separarse de mí ni un segundo. Extendí mi mano hasta sentirlo con la yema de los dedos y lo golpeé con tal fuerza, que cayó al suelo fuertemente y pude oír como el cristal de la parte delantera se destroza contra el piso. Enseguida abrí los ojos y lo miré, preocupada y a la vez molesta, estaba hecho pedazos. Mi madre entró corriendo a la habitación, para ver qué había ocurrido. Eso me causó más furia que la que  sentía.9

—¿Qué pasó Isabel? —preguntó enojada, mientras miraba el despertador hecho trizas y apuntaba con su dedo a la zona donde se encontraban sus restos.

No soportaba que hiciera preguntas absurdas, aún sabiendo lo que había pasado; es como si quisiera oírlo con mis propias palabras, oír lo mismo que podría ver con sus ojos.

—¿Qué crees? —comenté de manera grosera y sarcástica, mientras coloco mi cabeza en la almohada, sin darle importancia a su reclamo.

En su rostro se podía ver claramente el disgusto y la decepción que le habían causado mis palabras. Al ver su rostro, una tristeza irrumpe en mi cuerpo, a veces se me escapaban groserías provocadas por la tensión del momento. Sabía que no podía responderle de esa manera, menos a la persona que me dio la vida, la cual se había sacrificado por mí en el pasado y que aún lo seguía haciendo en el presente. No tenía justificación para portarme de ese modo, pero era difícil controlar mi ira, después de todo lo que había sucedido en el instituto; además de todos los problemas y tropiezos por los que estaba atravesando. Me había convertido en una bomba de tiempo, una bomba que estaba esperando para estallar.

—Perdón —una lágrima recorre mi mejilla y me levanto rápidamente para abrazarla. Ella responde a mi abrazo y en ese instante supe que me había perdonado.

Mi madre tuvo que hacer muchos sacrificios para poder sacarnos adelante. Después de que mi padre nos abandonó, dejándonos con una deuda enorme; la misma que mi madre tuvo que pagar vendiendo su cuerpo por unos largos diez meses. Por esa razón no podía tratarla de esa manera y tenía que intentar ayudarla y respetarla todo lo que pudiera, después de todo, ella se sacrificó por mí e intentó darme la mejor vida posible.

—Vas a llegar tarde al instituto —comentó secándose una lágrima de su rostro.

Después de aquel cálido abrazo, salió de mi habitación y empecé a prepararme para mi segundo día de insti. Era un horror volver a ese sitio y eso que solo había asistido el primer día; aunque con todo lo que me había pasado, bastaba para quitarme las ganas de ir a ese horrible lugar. En cuanto terminé de arreglarme, bajé las escaleras y me senté en la mesa para desayunar antes de marcharme. Mi madre abrió el horno, sacó un hermoso pastel de fresa y lo colocó encima de la mesa. Aquel suceso me había dejado pensando, luego tomó un plato de la alacena y me sirvió una rebanada de pastel.

—Feliz cumpleaños hija —me felicita emocionada, mientras me abraza.

Aquellas palabras me desconcertaron por completo. Me había quedado en blanco y no sabía qué decir, ni qué hacer. Intento mirar el calendario que se encontraba en una de las paredes de la cocina, lo más disimuladamente posible y eso me hizo ver, que lo que decía mi madre era cierto. Me había olvidado hasta de mi propio cumpleaños y peor aún, tenía que volver al infierno.

—Gracias mamá —tardé algunos segundos en responder y eso hizo que dudara por un segundo.

—¿Qué pasa hija? —preguntó confundida y a la vez preocupada— ¿Acaso no recordabas tu cumpleaños?

El amor de la Serpiente ¿QUIÉN ES? (Saga EADLS)Where stories live. Discover now