Capítulo nueve

84 17 39
                                    

Hoy es veinticuatro de diciembre, es la cena de navidad de la empresa.
Nuestro jefe el señor Hades nos dejó salir temprano el día de hoy para poder regresar a nuestras casas y así poder prepararnos para la cena de esta noche.

Justamente ayer le pedí a Camus que estuvieran listos a las siete p.m. para poder pasar por ellos; de ahí nos vamos juntos al restaurante que está en el centro de la ciudad donde se llevaría a cabo la fiesta.

Jamás me imaginé que a mis años me volvería a enamorar... Pensé que sería un solterón más del montón en busca de rescatar quizá gatos o perros de la calle.
Agradezco al destino que me colocara en el camino de Camus y de Isaac; incluso a veces pienso que quizá el mismo esposo de Camus fue quien los puso en mi vida para poder velar por ellos, no lo sé, no estoy seguro si las coincidencias existen o se trate de una casualidad.

Me miré nuevamente en el espejo, acomodé mi corbata esperando lucir bien esta noche; me coloqué un poco de perfume y tomé mi reloj de mano.
Al ver la hora me di cuenta que solo tenía veinte minutos para llegar por mis acompañantes.

- ¡Espero encontrar un taxi a tiempo!

Grité tomando mis llaves que dejo regularmente atrás de mi puerta y emprendí una larga carrera hasta la esquina de la calle.
Tardé diez minutos en tomar un simple taxi, es la época de tráfico en la ciudad, menos mal le di las galletas a Minos antes de salir del trabajo, de lo contrario con el retraso que llevo se hubiera quedado sin regalo para el intercambio.

Llegué quince minutos después de las siete de la noche, antes en mi vida podría ser un empleado que llegaba incluso a la hora de tolerancia pero no puedo llegar tarde con Camus aunque sean unos minutos de diferencia.

Solo le di indicaciones al taxi que me esperara y me bajé para tocar la puerta, pero en ese momento fue Isaac quien me recibió y me dio un abrazo, como adoro que use esos cuernitos de reno se ve tierno.

- ¡Aiacos llegaste!

- Claro que ya estoy aquí pequeño - Llevé mi mano a su cabeza y sacudí sus cabellos verdes - ¿En donde está tu...?

Fue en ese momento en el que levanté mi mirada y me quedé sin palabras, Camus bajaba lentamente de las escaleras usando un pantalón negro, zapatos de vestir ébano, su camisa blanca y el abrigo obscuro que marcaba perfectamente su silueta, acompañado de una bufanda blanca.
Me quedé maravillado porqué su cabello ahora parecía una larga cascada con ligeras ondas, esta vez no llevaba puesto sus guantes, se retocó el tono de sus uñas pero en tonalidad vino.
Ese ligero brillo rojizo que se asoma en su boca me robó el aliento porqué cuánto daría por probrar esos delicados y finos labios que me sonreían

- Ya estamos listos Aiacos.

Me dijo acercándose a mi, no sabía que responder porqué ese aroma suave toque de notas cítricas que usaba como fragancia inundó mis pensamientos, despertando mis ganas de querer acomodarme en su cuello y disfrutar de su calor corporal.

Me di cuenta que llevaba más allá mis pensamientos, rápidamente sacudí mi cabeza y lo saludé de manera cortés, como era mi costumbre con un beso en el dorso de su mano.

- Te ves espectacular esta noche - Le devolví el gesto soltando lentamente su mano.

Abrí la puerta para darle el paso y extendí mi mano invitándolos a subir al taxi; cerré la puerta de la casa de Camus y me acerqué para subirme también.

Le di indicaciones al taxista y mientras avanzamos a nuestro destino, Isaac me contaba como fue que se comió las cerezas en almíbar que Camus usa para sus galletas.

- Pero estaban ricas - Reprochó Isaac mirando a Camus quien lo seguía abrazando.

Por mi parte los observaba por medio del retrovisor, ya que me venía en la parte delantera, aunque debo admitir que me gusta observar a  Camus cuando está distraído, se ve lindo.

El viaje se me había hecho eterno, llegamos casi a las ocho de la noche al restaurante. Incluso ya habían hecho el intercambio de regalos; lo bueno es que  al principio me había negado de  lo contrario no hubiera llegado a tiempo para entregar el mío.

- Que bonito - Halagó Isaac al ver los adornos que colgaban en la pared, las distintas luces de colores, el árbol de navidad que se encontraba al fondo y más allá a nuestra derecha los músicos tocando baladas para amenizar la noche.

Uno de los meseros nos llevó hasta la mesa correspondiente, me di cuenta que me tocó cerca de Minos, con él a mi lado apostaba que no me dejaría en paz hasta que lo presente con Camus.

- Que bello lugar - Dijo Camus tomando su lugar junto con Isaac.

- Me alegra que te guste Camus - Le respondí tomando asiento frente a ellos - No solía venir a estas cenas así que es mi primera vez y lo mejor es que vine acompañado por ustedes.

Después de comentarles esto el mesero nos fue acercando vasos de cristal, un canasto con variedades de pan y nuestros cubiertos.

- Quiero ir a los juegos mami.

Susurró el pequeño Isaac señalando el área de juegos que teníamos a nuestra izquierda.
Me di  cuenta que Camus le mencionó que iría hasta que haya terminado su cena, lo cual es lógico.
Debo admitir que es una mami espectacular en todos los sentidos.

- Buenas noches.

Esa voz era la de Minos, ya se había tardado llegar con nosotros a  la mesa.

- Minos que gusto verte - Respondí, me levanté de mi asiento y extendí mi mano para presentarle a mis acompañantes.

- Te presento a Isaac y a Camus.

Minos se acerco y estrechó su mano con Isaac, cuando llegó frente a Camus tomó su mano y...
También le dejó un beso en el dorso de su mano.
Me molestó ese gesto pero cuando lo miré de frente me di cuenta de sus acciones.

- Mucho gusto en conocerlos, yo soy un amigo de Aiacos... Mi nombre es Minos para servirles.

¡Les dio un guiño coqueto a ambos!

Ya lo comprendí, Minos está retando mis celos y sí, si estoy celoso que él también quiera hacerse el galán frente a Camus.
Aunque conociendo al maldito lo hace por molestarme y darse  cuenta que es evidente lo que siento por Camus.
Me gusta y mucho.

💖❄💖❄💖❄💖❄💖❄💖❄💖❄💖❄💖❄💖

Tres Deseos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora