Capítulo siete

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Cuando les pregunté si podían ser mis acompañantes para la cena de la empresa Isaac no pudo evitar gritar de emoción.
Camus me miraba nervioso porqué no sabía que responderme.

- ¡Vamos mami!

Exclamó Isaac tirando del abrigo de Camus esperando su positiva respuesta, pero el silencio de su mami me decía que quizá no aceptaría mi invitación y lo sé, esto fue muy repentino pero lo que le estoy diciendo es la verdad.
Yo no tengo alguien a quien llevar.
Bueno si está Milo pero ellos van a ir con mamá y papá a la cena.
También no tengo interés de ir con mis padres porqué papá siempre muy estricto conmigo y ambos teníamos nuestros roces porqué en la infancia y adolescencia era el típico chico que le respondía a sus padres aunque yo estuviera mal.

- No queremos interrumpir tu cena Aiacos.

Fue lo que me contestó, sé que no es fácil que me tome confianza; además ya tuvo a un gran amor que cuidó de él y de su pequeño. No puedo tomar el lugar de alguien que dejó huella en el corazón de Camus.

- La verdad me gustaría que fueran, de lo contrario no tiene caso que yo vaya solo. No me gustaría pasarla a solas.

¿Pero qué estoy diciendo?
Años anteriores me la pasaba solo y me importaba poco si cenaba con mis padres, con Milo y en mi trabajo.
Era de los que prefería encerrarse a ver maratones de películas comiendo cualquier golosina y ahora de la nada quiero ir en compañía de Camus y su pequeño hijo.

- Creo que has hecho mucho por nosotros... Cada noche doy gracias al cielo porqué a veces pienso que eres un ángel que mi Degel envió para cuidarnos.

¿Yo? Cuando escuché esas palabras bellas de Camus no puedo evitar estar agradecido. Nadie en mi vida me había halagado como él...
Creo que vale la pena el esfuerzo porqué de Isaac recibo una cálida sonrisa a cambio y de Camus recibo palabras bellas y sentidas de lo más profundo de su corazón.

- Camus - Me fui acercando a él lentamente quedando de frente.

Espero que esos bellos luceros en un futuro no muy lejano me miren solo a mi, quisiera ser el privilegiado por tener su amor, su dedicación; no soy como Degel pero si así fuera el caso haría mi lucha por verlo a diario sonreír, de cuidar a Isaac porqué ese pequeño se robó mi total atención.

- ¿Si?

- De verdad para mi es un placer cuidar de ustedes, tienes un bello hijo y tu eres la persona más humilde y sencilla que he conocido. No me deben nada, al contrario... Soy yo quien debería agradecer que en este corto tiempo me han demostrado que navidad no es una época para odiarlo.

- ¿A que te refieres?

Diez días me han bastado para darme cuenta que quizá es hora de dejar la amargura a  un lado.
Me ganaré poco a poco el corazón de Camus, deseo tanto ser yo quien cuide de ellos, cada día que pasa me he dado cuenta sin querer que ahora han formado parte de mi vida.
Cada día procuro apresurarme en mi trabajo para poder encontrarme a esa belleza escarlata y a Isaac, es tanto mi deseo por ayudarlos que ahora con todo el placer del mundo pido como mi deseo de navidad una oportunidad en su vida.

Anhelo tanto ir de la mano de Camus y de Isaac que si pudiera en este mismo subir al cielo le pediría a Degel una oportunidad de cuidar y velar por su familia.

Haría lo que esté en mis manos para tratar de ganarme el amor de ambos, ese... Ese es mi único deseo.
Y yo de corazón cumpliría los tres deseos de Isaac.

- Solía ser el sujeto que odia la navidad.

Le respondí llevando mis manos a mis bolsillos del pantalón; hasta a mi me da risa la vida tan aburrida que llevaba.

- ¿En serio?

- ¡Si! - Exclamé en un tono divertido - Gracias a Isaac me di cuenta que Navidad no solo es un día donde se gasta dinero sin razón. Es la época en la que existe paz en los corazones de cada uno de nosotros, recuerdas a los seres queridos que ya no están pero lo haces con amor porqué sabes que están en un lugar mejor cuidándonos. Ver las sonrisas de niños emocionado por saber que les traerá Santa o los reyes magos; no tiene precio. Es una época para dar mucho amor.

En ese momento me di cuenta que Camus dejó escapar una sonrisa tierna.

- Me imaginé que odiabas la navidad... El día que Isaac te conoció me dijo que un señor extraño malhumorado le dio monedas para pedir sus deseos.

No pude evitar reírme de mi mismo, es la verdad, cargo un semblante de odio a todo el mundo.
Pero ahora doy gracias porqué las cosas las miró desde otra perspectiva.

- Quien mejor que Isaac para que afirme mi mal humor.

- Esta época es bella y sirve para unir más a las personas. Agradezco todo lo que has hecho Aiacos.

Mientras Camus hablaba tomó la mano de Isaac y lo miró a los ojos, esa conexión tan bella que tienen los dos me da ternura.

- Si no somos un estorbo para ti, aceptamos ir.

¿Estorbo? No, claro que no. Ellos no son nada de eso para mi.

- Camus, tener el privilegio de llevarlos conmigo no es un estorbo... Al contrario me siento halagado.

- ¡Iremos a la cena mami!

Gritó emocionado Isaac, si bien este año por parte de su pequeño círculo familiar no tendría una cena; ahora podía ir a una.

- Así es.

Tengo que hacer mi más grande  esfuerzo por conocerlos cada vez mejor y sobre todo demostrar que soy en quien pueden confiar sin excepción.

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Tres Deseos Where stories live. Discover now