-- Es ese, Osman? -- preguntó, una joven que llegaba al restaurante.
-- No lo sé.
-- Pués ve, ha preguntarle.
-- No...ve tú.
-- En serio?
-- Venga!
-- Perdonad, que os moleste. Eres Osman, Syk-- preguntó, la joven.
-- Sí, así es.
-- Chicas. Sí que es él. Venid aquí. Es que somos, mega fans, de tu serie. Me gusta, como lo dices. Desde que empezaste, estamos super enganchadas. Se nota, que lo vives!
-- Ah...Muchas gracias, chicas.
-- Podemos hacernos, una foto contigo?
-- Sí...claro que sí.
--Podríamos hacernosla, tú novia?
-- Yo no soy...Ah...vale. Os hago, la foto.
-- Gracias.
-- Gracias.
-- Ya está. Os he hecho, unas cuantas.
-- Hacéis, muy buena pareja. Eres mas guapa, que en la serie.
-- Muchas gracias.
-- Gracias, a vosotros.--Osman. Te has convertido, en alguien famoso.
-- Sí...es la primera vez, que me han reconocido! Menuda sorpresa!
-- Dentro de poco, ya no podrás caminar, por la calle. Ya lo verás.
-- Ah...qué va. No lo creo.
-- Seguro, que sí. Ya lo verás. Las chicas, te van a perseguir.
-- Pero a mí, solo me interesa, una chica en particular.
-- Te refieres, a mí?
-- Sí.

-- Es que, ellos...no se habían peleado, en tanto tiempo. Al principio...nos creíamos que todo, era una broma. Desde niñas, nuestros padres, nunca se enfadaba con nosotras. Ni nos han gritado. Ósea, que han sido, muy buenos padres.
-- No te preocupes. Seguro, que se arreglarán pronto. Nuestro amor, se les contagiara.
-- Sí...tienes razón. Nuestro amor, se les contagiara a todos.
-- Vamos. Vete a casa.
-- Vale. Pero no podemos, entrar juntos en el barrio.
-- Ya sé, que no podemos ir juntos, por allí.
-- Siempre dices que lo sabes, y lo entiendes. Pero siempre, haces lo contrario. Ya nos han pillado, un montón de veces.

-- Tiene hambre, de sinceridad. En los años que llevamos casados, nunca le he mentido, ni le he, ocultando nada. Como si yo, tuviera algo, que esconder-- decía Mezquive, mientras batía huevos.
-- Mamá!!-- dijo ella, cuando vió el montón de comida, que había en la mesa.
-- Mamá, mamá, mamá. Qué pasa? -- preguntó Mezquive, alterada.
-- Nada, nada, nada. Mira que montón de comida, que has preparado. Y mira, que buena pinta tiene. Te has pasado todo el día, con la batidora, o qué?
-- Ya estoy aquí-- interrumpió Leyla. -- oh, mamá. Que es esta comida?
-- Pues como siempre. Acaso no cocino siempre? Tenéis, alguna queja?
-- No, no. Claro que cocinas siempre.
-- Siempre haces, una comida estupenda. Pero se te ha ido, un poco de las manos. Esto parece, un banquete de bodas. -- dijo ella.
-- Así es. Yo preparo banquetes, para mis hijas.
-- Mamá. Han liberado, a Can.
-- Oh...oh...oh...Pues mira que bien. Me alegro mucho. Puede que no tengáis, un padre. Pero tenéis una madre que vale, por 100.
-- Cómo? No tenemos padre?-- preguntó ella.
-- Papá tampoco vendrá a comer, esta noche?
-- Oh...oh...oh...Vuestro padre, pide comida, de los restaurantes. Como si nunca, hubiera cocinado, para él.
-- Oh, mamá...no hables así. No está bien. Porqué, haces esto?
-- Nos estás diciendo...qué papa aún está durmiendo en la tienda? Mamá...estoy harta. Tenéis que hacer, las paces. Esto se acabó. -- dijo ella.
-- No se te ocurra, traerlo aquí. No vayas a ...-- Ve tras ella, que no le diga, que me ha visto llorando-- le dijo a Leyla.
-- No le va a decir eso, mamá.
-- Seguro que se alegra, si se entera y se convierte, en mí enemigo.
-- Mamá. Pero cómo, dices eso? Ven aquí, oh, pobrecita. No entiendo, como habéis podido llegar a tanto. Oh, pobrecita-- le dijo abrazandola-- siéntate, ven. No llores. Te traeré, un vaso de agua. Siéntate. Espera. Te traeré, un poco de agua.
-- Estoy fatal. Me duele, todo el cuerpo.

-- Papá. Como vamos a arreglar los problemas, si te quedas, aquí callado? Lo sé. Crees que mamá, debería haberlo pensado antes, verdad? Te entiendo, muy bien. Cuando era...cuando era pequeña y había...noche de tormenta...me metía en la cama, contigo y con mamá. Y ahora, que te has alejado tanto...me siento...como un barco a la deriva. En medio, de una tormenta. Y los truenos, no se detienen. -- le dijo ella, con tristeza.
-- Siempre ibas a mí lado, para que tu madre, no se enfadara.
-- Porque tú, nunca te enfadabas.
-- No podía enfadarme...porque yo no sabía, si me abrazabas a mí. Tú me ponías, los piececitos en las manos.
-- Porque los tenía fríos, y tú, me los calentabas.
-- Cuando te has hecho mayor, hija mía? No me he, dado cuenta.
-- Papá...Sé que te hecho daño. Y también, te he avergonzado.
-- No...Nunca me has avergonzado, cariño. Te he echado una mano. Pero, me preocupo, por ti. Soy tú padre. Mi hermosa hija. Mí querida hija. Tienes un buen corazón. Estoy aquí, pero un día, me iré.
-- No digas eso, papá.
-- Cariño. Es ley, de vida. No se puede cambiar. No dudo, de ti, hija. No te preguntaré, porqué, hiciste lo que hiciste, porque confío en ti, Sanem. Y aquel, que intente hacerte daño, tendrá que haberselas conmigo.
-- Te quiero mucho, papá.
-- Quiero que...me mires, a los ojos, y me respondas. Has encontrado...al hombre que te protegerá, cuando vengan los truenos?
-- Así es. -- dijo ella, entre lágrimas-- podrás perdonarme, papá?
-- No puedo enfadarme, contigo hija. Mí pájaro, soñador.
-- De acuerdo. Entonces nos vamos, a casa. Mamá, está muy preocupada.
-- Ah, no. No puedo hacerlo. Aún no la he, perdonado.
-- Pero papá...
-- No hija. Tú madre, me ha hecho, mucho daño. No puedo, perdonarla.
-- Pero...ha preparado, tu postre favorito.
-- Caver?
-- Así es.
-- Ya. Ah no, imposible. No puedo ir.
-- Papá venga.
-- No te metas en esto, de acuerdo? Vuelve a casa. Qué vas a coger frío. Venga. Deja de crecer, tan rápido, vale? -- y terminaron, con un abrazo.

 Soñando Contigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora