➶ ໑ 𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟏 ᘒ ꒦ 🜸

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Al darse la vuelta para salir del aula, nuestros ojos se encuentran un brevísimo instante. Su mirada baja hasta el montoncito de papeles rotos. Una sombra le cubre los ojos, como nubes que descienden sobre un bosque, y noto una opresión en el pecho. -Bueno, eso ha sido muy melodramático. - Dice Ryujin, mirando primero la montañita de papeles y luego a mí. -¿Quieres contarme qué está pasando? - Incapaz de hablar, niego con la cabeza, abro mi libro de Química y me quedo mirando la página sin verla, pensando que me alegra que Jeno me haya ninguneado. Lo necesitaba para recordar la promesa que me hice de mantenerme lejos de él. Incluso me alegra haber roto su nota. Me alegra que él haya visto el montón de papeles.

Ahora más que nunca, tengo que volar, tengo que intentarlo de nuevo. Sólo puedo confiar en mí mismo, y yo soy más que suficiente. Tengo que creer en eso. Hasta ahora, siempre ha sido de verdad.

Por la noche me deslizo de la cama y localizo mis zapatillas

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Por la noche me deslizo de la cama y localizo mis zapatillas. He tenido cuidado de recordar dónde las dejaba, pues no quería ponerme a tantear a ciegas y arriesgarme a despertar a Haechan. A estas horas, la habitación está a oscuras. Por las persianas no se cuela ni la más mínima luz del exterior. Espero que la noche sea igualmente oscura fuera. Y con nubes. Una noche oscura y con nubes. La protección perfecta. Me cuelgo las zapatillas de la punta de los dedos y salgo de la habitación, haciendo muecas cuando el suelo cruje bajo mi peso.

Contengo la respiración y atravieso la casa deprisa y de puntillas, sin siquiera soltar el aire hasta que estoy fuera. La señora Chungha tiene las luces apagadas. Afortunadamente, su escandaloso perrito no empieza a ladrar por el suave chasquido de la portezuela trasera. Ya en la calle, me agacho en la acera para ponerme los calcetines y las zapatillas, y me ato los cordones mirando al cielo. Luna llena y ni una sola nube, qué mala suerte; pero eso no basta para que cambie de idea.

Me pongo en pie y echo a andar en dirección al campo de golf que ya he estado visitando en otras ocasiones, diciéndome a mí mismo que esta noche será diferente. Me manifestaré fácilmente, volaré alto, nadaré en al aire como solía hacer... Como estoy destinado a hacer. Cubro los ocho kilómetros en poco tiempo, y de pronto el campo se eleva ante mí como un sorprendente mar verde y ondulado, un cambio brusco del desierto y las rocas que hay por todas partes.

Miro con cautela alrededor y me interno en un mundo verde y vivo. Es lo más parecido a la vegetación que he visto desde que dejé las montañas. Excepto por el calor, la sequedad que me vuelve quebradizo el pelo y me irrita la piel, casi podría fingir que el desierto se ha esfumado. Me quito las zapatillas y los calcetines para avanzar por el césped, disfrutando de la alfombra vegetal bajo mis pies. Luego atravieso una franja de arena y un grupo de piedras estratégicamente colocadas. Más adelante, un estanque brilla como el cristal.

Mis pasos se transforman en zancadas al ir hacia un bosquecillo. Me quito la ropa, y el calor seco me abraza el cuerpo. Suspirando, levanto la cabeza e inspiro el pobre y recalentado aire, llevándolo a mi interior, dejando que me llene los pulmones. Estiro los brazos, preparado para manifestarme... Cierro los ojos y me concentro como jamás lo había hecho. ¡No! Resulta todavía más difícil que en las otras ocasiones... Mi tiran los huesos de la cara, afilándose para formar líneas y ángulos marcados.

Se me acelera la respiración mientras la nariz cambia; el puente empuja con un leve crujido de hueso y cartílago. Duele un poco, como si a mi cuerpo no le gustara. Como si combatiera la manifestación. Como si no quisiera que sucediese. Poco a poco, mis extremidades se aflojan y alargan. Mi piel humana se esfuma, reemplazada por una piel gruesa, tirante contraída, una carne Draki. Una lágrima ardiente me resbala por la mejilla y suelto un gemido cuando llego al límite. Mi piel se desdibuja, reluciendo dorado y rojo, y del pecho me brotan vibraciones profundas y ronroneantes.

Por fin, mis alas se liberan, se desenroscan, y su extensión sedosa se despliega de golpe a mis espaldas, agitando el empobrecido aire. Yo despego de inmediato, y me entran ganas de llorar por el esfuerzo. Los músculos me arden, protestan. Detrás de mí, mis alas se mueven frenéticamente para elevarme por el aire. Aire sin densidad. Sin sustancia. Mis alas luchan por aferrarse a algo, por subir más alto. Qué duro. ¡Qué duro es! Me elevo, sin aliento por el esfuerzo, y los ojos me pican con lágrimas que me empañan la visión. Es una humedad que no necesito perder.

El verdor se ondula muy por debajo de mí. Parpadeo, examino el panorama, me centro en los tejados de tejas rojas que se extienden hasta el horizonte. En la distancia, las luces de los coches de una autopista parecen muy pequeñas. Más lejos todavía, las montañas semejan líquido derramado contra la noche. Revoloteo, suspendido en tinta negra, y mis alas hacen un ruido como de bofetada discordante. Mi cuerpo no está bien. Hasta mis pulmones parecen extrañamente... Pequeños, impotentes y vulgares.

El Jaemin humano que funciona con la frialdad de un robot parece más natural que el Draki, y eso me da ganas de gritar, de entristecerme. Aun así, me obligo a volar sobre el campo de golf, luchando por ganar velocidad, cuidando de no volar demasiado lejos por si no puedo mantenerme en este estado. Absorbo el aire, forzándolo a bajar por mi garganta a tragos, pero eso no me ayuda. No me colma. No expande mis marchitos pulmones. Incluso, esforzándome, hasta que mi respiración entrecortada es el único sonido que oigo. Al final me doy por vencido, paro y desciendo en un círculo desovillado, como si fuese una polilla moribunda.

Con un sollozo toco el suelo y regreso al bosquecillo, donde me desmanifiesto. Allí mismo, me doblo por la cintura agarrándome el estómago: mi cuerpo me castiga por lo que ya no desea hacer. Entre espasmos, me dan arcadas secas. Los desdichados sonidos resultan muy desagradables y la agonía es interminable. Me aferro a un árbol y clavo los dedos en la corteza, consiguiendo que se me rompa una uña. Por fin, todo termina. Me visto con manos temblorosas y luego me derrumbo débilmente, boca arriba, con los brazos extendidos y las manos abiertas. Los latidos de mi corazón reducen la intensidad hasta alcanzar un monótono y espantoso ruido sordo, sólo perceptible en mis muñecas.

Debajo de mí, el suelo está silencioso. No percibo piedras preciosas ni energía. Bajo la alfombra de césped sólo hay tierra dura y muerta. Cierro la mano en un puño y golpeo el suelo una vez, con fuerza, aunque no responde. Bajo la mullida hierba, la tierra duerme sin corazón. Me quedo contemplando la negra noche a través del encaje de ramas. Durante un momento, puedo engañarme a mí mismo. Puedo fingir que el cuerpo no me duele; que estoy de nuevo en mi hogar, observando el cielo a través de unas frondosas ramas de pino: que un bosque nutritivo me rodea, protegiéndome y resguardándome con amor. Renjun está cerca de mí. Miramos el cielo juntos, charlando, riendo, sin preocupaciones por el mañana.

Me engaño a mí mismo un rato más. Sonrío como un imbécil en la oscuridad, disfrutando con este juego de simulación, recordando cuando todo era sencillo, y cuando lo único que tenía que aguantar era la mirada de ojos oscuros de Johnny. En retrospectiva, comparado con este infierno, parece un fastidio menor.

 En retrospectiva, comparado con este infierno, parece un fastidio menor

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➶ ໑ 𝐇𝐨𝐥𝐚 𝐂𝐡𝐮𝐥𝐱𝐬 ᘒ ꒦ 🜸

↬ Recuerden dejar sus lindos comentarios y su estrellita, gracias por leer bus y nos vemos en próximos capítulos.

↬ ¿Qué creen que decía la nota que le dejó Jeno a Jaemin? ¿Podría ser algo sobre la cita que habían planeado? ¿Pedirle salir para hablar? ¿Rechazarlo? ¿Que descubrió la realidad sobre la naturaleza Draki de Jaemin? Jsjs, 5/6.

𖧷 ᜊ 𝐉𝐉_𝐌𝐎𝐍𝐒𝐓𝐀𝐗_𝟓𝟏𝟒 𖥻 .͘ 𝐈.𝐍

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