Post-War

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Al fin se veían las caras. Después de años de lucha por fin los nueve grandes guardianes podían conocer el rostro del hombre sin misericordia que había arrasado con los pueblos más alejados de la capital por pura ambición. Por fin podían conocer el rostro del hombre que les arrebató ilusiones, felicidad y hasta sus propias familias. Todos temían ver en su rostro los mismos rasgos que los de su preciado rey, pero se llenaron de odio al ver qué no solo había grandes diferencias, sino crueldad en sus facciones.

No era un enfrentamiento, el mismo Kibutsuji Muzan en persona había solicitado una reunión para que se le fuera transmitido un mensaje a su primo. Él nunca bajó de su caballo, y a sus costados tenía solo cuatro acompañantes. Los guardianes, por su parte, se mantenían tensos frente a él, atentos a cualquier movimiento sospechoso.

— ¿Ya viste? — le murmuró en voz baja un hombre alto y rubio a un joven de mirada furibunda y cabellos oscuros. — ¡Hay chicas muy hermosas! Ahora entiendo al pobrecito de Akaza.

— Yo solo veo un par de perras.

Ante la burla, los ojos de Rengoku se desviaron a los dos bufones del bando contrario, mirándolos con una ira impropia de él. El más alto le mostró un rostro exagerado de arrepentimiento mientras murmuró un "ups" juguetón. Él no conocía al de ojos arcoíris, era la primera vez que lo veía, pero Douma reconoció de inmediato al rubio. Pensó que lo que su señor haría sería demasiado, pero le restó importancia porque no sería mayor a la saña con la que golpeó a su compañero enamorado.

— ¿Y bien? — Uzui fue el primero en hablar antes de que alguien más imprudente tomara la palabra.

— Solo vengo aquí, con la última gota de consideración que me queda, para ofrecerle al imbécil de mi primo un trato. — comenzó.

El comentario causó gruñidos entre los seguidores del rey, pero el alto hombre que era Himejima calmó los ánimos con su gran mano.

— No nos interesa formar un trato contigo, y estoy seguro que su majestad el rey tampoco.

La mirada de Kibutsuji se ensombreció al escuchar el título que ostentaba su primo, pero pronto su sonrisa se volvió terrorífica ante el rechazo. Sus ánimos parecían haberse avivado, después de todo esa era la respuesta que esperaba.

— Ya veo, — comentó con una falsa pena. — esperaba que fueran más inteligentes que él y pudieran convencerlo de rendirse, él mejor que nadie debería saber lo qué sucede cuando me hacen enojar.

— ¡¿Crees que tenemos miedo?! — bramó Shinazugawa. — ¡Después de arrebatarnos todo, ¿crees que te tendremos miedo?!

Hubo varias reacciones entre los súbditos de Muzan, algunos mostraron abiertamente su molestia, como lo fue su segundo al mando y el joven furibundo, mientras que la mujer de cabellos largos no hizo gesto alguno y Douma sonrió burlón, incluso Muzan se mostró divertido.

— No tienen que temerme ahora. — murmuró. — Yo les enseñaré a temerme.

Los caballeros fruncieron el ceño.

— ¿Es todo? — inquirió Shinobu.

— No. — agregó rápido. — Se dice que la basura de uno es el tesoro de otros. — chasqueó los dedos y su segundo al mando bajó un trozo de tela ensangrentada del caballo negro de su señor. — Tomen esto como una muestra de lo que sucede cuando me colman la paciencia.

— Pensé que había sido por trai...

El joven golpeó las costillas de Douma, interrumpiendo el hilo de su comentario. De nuevo, Rengoku llevó su vista al rubio cenizo, y ésta vez, los ojos arcoíris lo miraron fijamente, como si no quisiera perderse su reacción.

Renkaza Week 2021Where stories live. Discover now