Padres

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El verano trajo consigo un montón de situaciones desagradables, como los días más largos, las noches más cortas, el calor insoportable, la perpetua sensación de estar frente a una pira crematoria de la que podías escapar solo si te mantenías muy quieto, y el chirriante sonido de las cigarras, las cuales eran demasiado para sus sensibles oídos. Sin embargo, las dos primeras estaciones del año eran los únicos momentos que podía pasar a su lado, así que suspiró y buscó consuelo en la pequeña fuente de calor que mantenía acurrucada contra su pecho.

— ¿Te encuentras bien?

La firme voz, inusualmente baja, llamó la atención del demonio, haciendo que sus ojos dorados se abrieran para encontrarse con el bicolor del cazador. Al tener ambos su vista fija en el contrario, una sonrisa nació apenas un poco al jalar las comisuras de sus labios hacia arriba.

— El sol es molesto. — respondió Akaza.

— Estás a salvo bajo techo. — le recordó.

— La sensación sigue siendo amenazante. — dijo con su tono de voz siendo obvio, como si estuviera explicando a un necio que el cielo era azul, luego llevó su mirada a la pequeña personita en sus brazos, arrancándole una sonrisa enternecida. — Es algo complicado de describir.

El rubio asintió, sin perder de vista a la persona que tenía frente a él. A pesar de haber pasado casi cuatro años desde la primera vez que lo vió bajo esa apariencia, siempre se sentía deslumbrado de lo hermosa que era Akaza en esa forma femenina, con sus largos cabellos rosas sueltos, su figura pálida, delgada y curvilínea, sin dejar de lucir sus trabajados músculos producto del soryuu, y esos ojos claros sin ninguna marca de escritura en ellos. Claro, solo cuando él, ella, se esforzaba en aparentar humanidad, escondiendo sus marcas azules y su título de tercera luna superior.

Conforme su mirada analizaba al precioso ser frente a él, para tener sus facciones frescas en su memoria para cuando se marchara de su lado otra vez, su atención cayó irremediablemente en la pequeña de dos años que el demonio sostenía en su regazo, haciendo que su semblante se suavizara de ternura. Akaza estaba igual, sonriendo enternecido cuando notó el ligero hilo de saliva que caía de la comisura de los labios de su hija, abriéndose camino por sus regordetas y sonrojadas mejillas. Pasó uno de sus finos dedos para limpiarla y volvió a cerrar los ojos para no sentir nada más que el calor y el aroma de la bebita en su regazo, sin creer realmente que ya habían pasado dos años desde que ella había llegado a su mundo.

Y es que toda esa situación se sentía tan irreal y bizarra que ninguno de los dos podía creerlo; al grado de que tanto él como luna superior, como el pilar de la flama, Rengoku Kyojuro, debían agradecerle al mismísimo Muzan Kibutsuji por su pequeña familia, ya que al enfurecerse con Akaza tras fallar en la misión del tren, éste busco un castigo humillante y excepcional para él. La solución fue cambiar su cuerpo al de una mujer y mandarlo al distrito rojo al servicio de la sexta luna superior, pero el caprichoso destino hizo que fuera justo ahí donde se encontrara de nuevo con aquel pilar que no pudo matar. Su único pensamiento fue el vengarse de la humillación de haberse convertido en el ayudante de una luna de inferior rango, así que se acercó fingiendo ser una pobre chica del distrito rojo que necesitaba ser salvada para estar más con él en busca de debilidades más allá de las físicas, quería destruirlo en todas las formas posibles; siendo ese el inicio de todo aquello.

Aún cuando el interés por el otro nació en ellos, no había sido fácil llegar a este a momento de paz. Tuvieron que pasar bastante tiempo rompiendo la barrera que el ser enemigos naturales había alzado, pero mucho más pronto de lo que pensaron terminaron no sólo comprendiendose mutuamente sino cayendo enamorados, y de ese amor surgió, para sorpresa de todos los que conocían su situación, una niña. Quizá por lo extraordinario del caso fue que Muzan permitió que el embarazo de Akaza llegara a término, mientras que el patrón seguía siendo el único por el momento en conocer la existencia de esa primera híbrido, no poniendo objeción en su existencia, lo que los llevaba de nuevo al presente.

Renkaza Week 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora