— Gracias, los amo a todos.— La morena se ponía sentimental.

— Tú tranquila, yo nerviosa.— Laura rió contagiando a la morena.— Pronto se acabará todo.— Agregó la pelinegra.

— Lau, ven acá.— Mencionaba su hermana llamándola.

— Cuídense, los amo.

Y sin más María José colgaba del teléfono. Laura asintió con su cabeza y caminó hasta donde estaban los otros.

— Liam está haciendo todo ya, hay que esperar que se ejecute la orden y Ross con la familia Calle serán los buscados.— Los chicos celebraban con emoción ante el golpe que habían dado.

— Todo acabará.— Mencionó Laura abrazando al grupo.

Dos días después.

¿La maldad es inevitable?

Existen billones de personas, sin embargo nunca sabes si un asesino camina a tu lado. Tal vez es porque creemos que los asesinos deben ser cómo los pintan, oscuros, perversos, con la piel llena de tinta, rostro endurecido, sonrisa maliciosa y un corazón sin piedad alguna.

Pero lo que en verdad no vemos es que las personas que aparentan “amabilidad” son las más perversas, pero también las más rotas.

No importa cuánto luches con tus demonios, si te rindes y dejas que salgan a la luz para hacer sus más profundos deseos, tu lucha habrá sido inútil. Perdiendote en el camino, quedando con una venda en los ojos que es muy difícil de quitar.

Los villanos existen, los héroes también, pero algunas veces alaban al héroe olvidándose del villano, odiando al villano y desterrandolo para jamás verlo.

Algunos olvidan que los villanos también son humanos y también sienten el desprecio y el rechazo.

Un hombre estaba dentro del coche esperando a su mujer, al parecer la mujer hacía unas compras importantes. Germán miró por la ventana del coche confirmando que su ex esposa no apareciera. Una vez no vió moros en la costa, de su bolsillo sacó una pequeña bolsa con un polvo blanco dentro.

— Solo así podré hacerlo.— Murmuró para si mismo.

Miró de nuevo por la ventana corroborando que no viniera nadie. Sacó un billete de su bolsa y lo hizo cómo un popote, abrió la pequeña bolsa y dirigió el billete enrollado dentro de la bolsa, con su nariz inhaló una fuerte cantidad del polvo.

Cerró sus ojos aspirando fuertemente y sacudiendo su cabeza, sintiendo cómo la cocaína quemaba sus fosas nasales. Y así lo hizo hasta que acabó todo el contenido de la bolsa. Limpió su nariz y ojos llorosos guardando toda prueba de lo que había hecho. La puerta del coche se abrió y apareció una rubia.

— El servicio en este lugar es pésimo. La cajera no se apresuraba.— Mafe se quejaba con el hombre fastidiada.

—¿Compraste algo?— Preguntó el hombre inocentemente.

—¿Acaso me ves con bolsas, Germán?— Contestó la mujer de mala gana, Germán simplemente asintió en silencio encendiendo el coche.

— Bueno, después volvemos. Seguro Emilia tiene noticias.— Comentó el hombre poniendo el coche en reversa.

— Eso espero.

Por otro lado el detective Ross caminaba con un folder en mano y su uniforme policial, tenía todo listo para ir tras los pasos de sus fugitivas. Subió las viejas escaleras de madera de aquella casa para finalmente tocar la puerta.

— Hasta que por fin apareces.— Una pelirroja abría la puerta.

— No es fácil encontrar a dos personas, Emilia.— Respondía el detective entrando a la casa, Emilia cerró la puerta.

Eviterno || TerminadaWhere stories live. Discover now