Capítulo 1 ● Black Knight ●

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Me levanté con cierta dificultad ya que las copas que traía encima comenzaban a afectarme, un sentimiento opresivo reprimía cualquier sentimiento de bienestar que pudiera surgir y necesitaba quitarlo de mi cuerpo.

Abrí el primer cajón de mi escritorio y tomé el pequeño paquete  entre mis temblorosos dedos, cerré los ojos un momento y una lágrima se escurrió por mis mejillas. No debía hacerlo, me estaba fallando a mí misma y a mis incontables promesas de dejar las drogas, de dejar de ser la melancólica y drogadicta Lana, pero sencillamente no quería alejarme de aquella sustancia que me hacía sentir tan segura.

Esparcí el blanco polvo sobre la mesa, y tomé un billete del bolsillo de mi pantalón, lo enrollé y aspiré de inmediato. Sorbí mi nariz y me lancé sobre el sillón para que una ola de emociones me sobrecogiera.

Después de unos minutos los deseos de llorar me invadieron y no pude controlarlos. Pensaba en lo triste que era mi vida, en las muchas personas que me han decepcionado, en lo poco que valgo y tantos otros pensamientos de ese tipo. Lloraba cual niña desconsolada, incesablemente. Recordé los muchos falsos abrazos que me dieron, por un momento sentí los brazos de la gente que quise  sobre mi cuerpo, oprimiéndome con afecto, pero luego recordaba que estaba sola y aquello no era más que una ilusión provocada por estar drogada. Extrañaba sentirme apreciada, ansiaba ser una compañía grata para alguien y en mi interior gritaba por ayuda, por un socorro que jamás llegaría.

Poco a poco me fui quedando dormida, hasta que me hallé calmada y pude dejar de lado esos pensamientos tormentosos que surgían a diario en mi mente.

(…)

Esta noche, se llevaría a cabo el evento del cual sería animadora principal. Finalmente acepté aquella oferta de trabajo, y aquello me sirvió para tomar la determinación de dejar las drogas y tener una actitud mejor. Todas aquellas sustancias se fueron a la basura el día después de recibir la carta, sin ningún motivo en especial, pero por un lapso de tiempo me propuse ser feliz, no por los demás, sólo por mí.

Salí de casa y abrí mi auto, comencé a conducir por las calles de Nueva York. Aproximadamente en media hora estaba dentro de Black Knight oyendo las explicaciones necesarias y  recibiendo las tarjetas que serían mi apoyo para hablar. Esperaba hacerlo bien, tenía esa esperanza latente en mi pecho.

Leí las tarjetas y me fijé en quien tocaría esta noche. Black Veil Brides, un nombre algo ridículo pero tal vez sería interesante oírlos.

Me puse el antifaz que me dieron, lo cual me resultaba una completa estupidez pero estaba en las condiciones y debía acatar aquella orden.

 Di comienzo a aquella  ¿Ceremonia?, la verdad no sabría cómo llamarlo. Mi compañero de animación me resultaba un tanto desagradable; su perfecta corrida de dientes y su cabello castaño arreglado en un jopo,  hacían que tuviera unas descomunales ganas de vomitar, eso sumado a su altanera actitud me comenzaban a fastidiar.

Llegó el momento de que tocase la banda invitada. Todos sus miembros usaban un antifaz, pero no pude apreciarles bien ya que mi compañero de animación me haló del brazo para llevarme fuera.

— ¿Qué tal lo llevas? —preguntó con una sonrisa.

— ¿El qué? —cuestioné sin interés.

—Ya sabes, esto de ser animadora.

Hice una mueca de confusión y comencé a procesar la información con tranquilidad, ¿Cómo cojones sabía este tío que era nueva en todo esto?

— Bien, supongo—me encogí de hombros.

—Me alegro—sonrió nuevamente— ¿Cómo te llamas?

—Lana,  ¿Tú?

—Luke—al parecer el castaño tenía algún tipo de obsesión con sonreír.

Se produjo un silencio incómodo y yo deseaba entrar para observar el espectáculo de la banda. Me fijé en su cuello, una imagen podía apreciarse, a decir verdad, se apreciaba un poco de lo que parecía una colección de tatuajes.

— ¿Cuántos tienes? —señalé su cuello.

—Ya perdí la cuenta, créeme cuando te digo que hay muchísimos más de donde vino ese.

—Y no…—callé para formular correctamente la pregunta, no quería ofenderle— ¿No te ha causado problemas? Digo, por tu trabajo.

—Claro que sí, pero es mi cuerpo, estar tatuado no influirá en mis capacidades de demostrar que soy bueno en esto, ¿No crees?

—Absolutamente—le sonreí tímidamente.

— ¿Qué tal si volvemos?

Asentí. El chico no resultó tan desagradable como creí.

Al entrar una potente melodía se oyó. Mi vista se fijó en el escenario y en las personas que se encontraban sobre él. Me concentré en su espectáculo por un rato, hasta que nos llamaron para subir y terminar con todo.

Luke habló primero. Observé al final del local y un hombre vestido de colores obscuros estaba de pié en el marco de la puerta. Puse atención a su rostro y sentí el temor recorriendo mis entrañas. Estaba jodida.

Cuando fue mi turno de hablar, no despegué la vista de aquel hombre al cual conocía bastante bien. Intenté terminar lo más rápido, y cuando cerraron las cortinas salí corriendo. Luke me cogió del brazo, su rostro denotaba confusión pero no podía detenerme, debía correr.  

Al estar en el patio, me oculté tras un contenedor de basura. El aliento me faltaba y la desesperación atiborraba los rincones de mi cuerpo.

Oí  los pasos de alguien caminando por el pasto seco, me tapé la boca para que mi respiración no se oyera.

—Lana, Lanita—aquella voz resonó por todo el lugar—. Sé que estás por aquí putita, tengo tu mercancía mensual, me la comprarás quieras o no.

Los pasos se detuvieron y temí que hallara mi escondite.

— ¡Sal ya, puta cobarde! —exclamó y gruñó con fuerza.

Cuidadosamente, caminé por otro sendero que se hallaba detrás de mí. Corrí hasta llegar a un tipo de callejón, donde probablemente no me hallaría nadie. Exhalé con alivio y miré a mi alrededor; una silueta se encontraba a mi costado derecho, di un respingo y ahogué un grito. Analicé su rostro rápidamente y me di cuenta de que llevaba un antifaz; nuevamente exhalé de alivio y me relajé sobre la pared de aquel lugar.

Cerré mis ojos un momento pero rápidamente los abrí, necesitaba estar atenta a mi alrededor. El chico fumaba relajadamente y me miró, noté como me analizaba con lentitud, una sonrisa ladina brotó desde sus labios y me mostró una caja de cigarrillos.  

— ¿Gustas? —Sus intensos ojos color azul me intimidaban demasiado.

Miré la caja con temor y asentí tímidamente. Se acercó a mí, me tendió la caja y un encendedor.

Exhalé el humo con pesadez y me relajé un poco.

— ¿Cómo te llamas? —pregunté de repente.

Él se volteó para verme y sonrió, una sonrisa de aquellas que te hacen sentir embobada.

—Andrew Biersack.

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⏰ Last updated: Apr 03, 2015 ⏰

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Angel eyes |Andy Biersack|Where stories live. Discover now