1 Día

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«Ella se rió y bailó con el pensamiento de la muerte en su corazón»

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4 Días.

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Las visitas en casa de la abuela se vuelven más tediosas, llenas de lecturas insípidas en el tejado, mientras escucha a la anciana dormitar dentro de la cabaña. A veces, por las tardes, beben té de alguna hierba silvestre mientras ella le calla sobre sus intenciones. Alguna otra vez, tose tan fuerte, y sus pulmones se desgarran en sangre, que Kakashi siente pena de tener que molestarla y se conforma con hervir las hierbas y ayudarle a limpiar la cocina. Nunca piensa en Sakura.

Pero hoy es un día diferente, puede saborearlo en la llovizna matutina que cae sobre su cabeza, o como siente su ser delicado en una caricia del viento. Hoy, en especial, Kakashi no puede evitar llamar a Sakura y disfrutar el placer culposo de tenerla orbitando a su alrededor como un ser incorpóreo en contraste con la sensación que le desgarra las entrañas si recuerda que no estará para ella. El miedo que siente a no volverla a ver es tangible y eléctrico, y le rompe los vasos detrás de los ojos, y la bilis se le sube a la garganta. Nunca ansió y odió con tanta fuerza su propia muerte anunciada.

―¿Dónde estabas ayer? ―dice Genma y añade con una mueca—: Pase horas buscando tú huesudo trasero en la aldea.

―Durmiendo. ―Siente conveniente tener que ignorar su pregunta para no  tener que contarle sobre su pequeño desliz acerca de un sueño profundo y pastillas somníferas en el cajón de su mesita de noche― ¿Qué pasa?

―¿Durmiendo desde las 8pm?

Su mirada incrédula es discreta cuando se toma un momento para inspeccionar un puesto de comida ambulante.

―Anoche detonó una bomba en la casa Uzumaki ―continúa―. Es un atentado directo contra el niño.

En solo un momento, un ínfimo instante cuando tres de los frascos con salsas explotan sobre el pequeño puesto y Genma pone una mano en su hombro para hacerlo dar un paso atrás. Kakashi puede sentir la desesperación y la ira de Sakura bullir por encima de su hombro y no comprende por qué le molesta tanto eso, por qué siente que quiere tomarla por los hombros y sacudirla para que ponga los pies en la tierra y entienda que aquel no es su maldito problema. Que Naruto selló su destino cuando la dejó de lado, cuando priorizó la felicidad por encima del recuerdo y dolor de la muerte. Cuando accedió a vivir sin ella y dejo a Kakashi allí, a la deriva, como un perro sin dueño, una flor sin perfume.

―¿Están bien?

Tienen que estarlo, porque la aldea sigue con tranquilidad y las exequias no se han disparado aún, lo más triste de recordar en la aldea es la partida de Sakura, que no es noticia nueva siquiera luego de casi dos meses.

―Claro. Están un poco vapuleados, quiero decir, Naruto no estaba ahí para cuidarlos y bueno, Sakura tampoco ―añade lo último torciendo la boca―, pero están bien, solo un par de quemaduras para Hinata.

Y la brisa sigue agitándose, y el clima baja dos grados y aun así, él la siente inquieta.

Entonces se mete las manos en los bolsillos y sigue su camino sin esperar a Genma, añade en un susurro para Sakura―: Quieta, están bien.

Se la imagina torciendo los ojos, mordiéndose los labios deliciosamente o con los puños apretados a los costados.

―¿Estás hablando solo?

―No es tu problema.

―Le diré a Gai que hablas solo. ―Genma lo sigue entre la multitud que se dirige a la torre―. Necesito que te regañe.

49 Días.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora