Parte única.

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Eres demasiado serio, Wakatoshi.

Deberías ser un poco más expresivo.

Tal vez podrías intentar mostrar más tus sentimientos.

¿Por qué la gente siempre repetía esas cosas? ¿Por qué todos pretendían saber más cosas de él de lo que en realidad sabían?

¿Por qué todos asumían que no tenía sentimientos?

Él era un ser humano, después de todo.

Una respiración honda y sus pulmones se llenaron del frío aire del lugar, sus manos y piernas estaban inquietas y el traje le incomodaba.

Miró a todos lados, tratando de buscar un rostro amigable entre todos los presentes. O al menos, uno que no se viera tan destrozado.

Pero no había. No había, y el aire estaba demasiado frío. Tan frío que hacía doler su pecho y tensar sus manos. Y el ruido del llanto que inundaba el lugar sólo lo volvía un poco más helado. Tan helado como la soledad que sentía.

Pero, peculiarmente, era un frío que lo hacía recordar una lluviosa tarde de primavera. La tarde en que lo conoció.

 La tarde en que lo conoció

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Domingo. 5:00pm.

Era una tarde bastante fría y lluviosa de primavera, donde los pájaros volaban por el cielo despejado, las personas cubrían la mayor parte de sus cuerpos con gruesas prendas, y las voces cálidas salían aún convertidas en humo.

Una tarde demasiado fría para su gusto, y para su salud, pero por alguna razón los coordinadores de los dormitorios de la Academia Shiratorizawa habían fijado justo ese fin de semana para que los alumnos pudieran llevar sus pertenencias e instalarse en sus habitaciones.

Ushijima Wakatoshi, que para ese momento no era más que un inocente chico de 16 años, atravesó las puertas de vidrio del gran edificio lleno de dormitorios masculinos, directamente hacia lo que sería el inicio de su nueva vida.

Estaba bastante emocionado, realmente. Aunque su semblante fuera inexpresivo y sus palabras fueran escasas.

Con su mochila al hombro y su maleta en mano se encaminó a través del largo pasillo lleno de estudiantes, maletas, bolsos, y padres llorones despidiéndose de sus hijos como si fueran a pasar años sin verlos, a pesar de vivir a unos 20 minutos de distancia de la academia y saber que los estudiantes tenían salida libre los fines de semana.

Con mucha paciencia y pidiendo muchos permisos, logró llegar al frente de una puerta de madera clara común, con un pequeño soporte a un lado para poner un identificador y un número 5 de metal encima de éste.

Era su habitación, según el mensaje que había recibido unas semanas atrás.

Sin esperar mucho, abrió la puerta y se quedó paralizado al notar al intruso que dormitaba en, lo que se suponía era, su cama.

Todo lo que siempre serás | Ushiten - HaikyuuWhere stories live. Discover now