-01 Un Adiós Que Duele

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Me encuentro en un lugar totalmente conocido y desconocido; conocido por el echo de que he tenido este sueño muchas veces y desconocido por el echo de que jamás he visto este lugar cuando estoy despierto, aunque siempre nace la duda del por que estoy lúcido en esta clase de sueño, quizás por las incontables veces que lo soñado.

El lugar es un bosque, lleno de vegetación y, aunque parezca raro, la grama junto con el pasto están cortados permitiendo ver a la distancia. Mis pies caminan el mismo tramo, llevándome a un claro, rodeado de árboles fijándome en un solo punto, una mujer se encuentra de rodillas y de espalda, saliendo de ella tentáculos espesos de un color morado oscuro, dando directo a un espejo con unos grabados que no logro distinguir por la distancia en la que me encuentro, el lugar empieza a cambiar, el clima se vuelve frio y pesado, el cielo se empieza a llenar de nubles negras y en mi pecho se instala la sensación de gritar, corro, corro dirigiéndome a ella, pero antes de llegar el espejo explota saliendo de ella una masa oscura mientras todo a mi alrededor empieza a dar vueltas, mis ojos empiezan a cerrarse llevándome a un vacío inexistente.

Abro los ojos y el lugar es distinto, se llena de perros gigantes, a lo que yo asumo que son lobos, unos saliendo del bosque y otros detrás mía, también aparecen unos vampiros y me baso en ello ya que apenas los logro notar por la velocidad a la que corren.

-La primera vez que soñé con esto tuve miedo, miedo por que creí volverme loco, pero como dije al principio, siempre tengo conciencia de mi, entonces deje de creer eso, dejándolo como algo producto de mi imaginación-.

Veo como cada uno de los seres que he mencionado empiezan una pelea dejándome en medio sin saber que hacer o decir, trato de moverme al ver como dos perros gigantes se acercan a mi y por instinto levanto las manos a la altura de mis hombros y dejo salir un grito, solo que en este sueño el sonido no es partícipe.

Despierto escuchando la alarma que he dejado puesta anoche, veo la mesita donde esta la alarma, estiro mi brazo y la apago. Culpo a que soy piscis para tener tanta imaginación y soñar cosas raras. Me estiro alejando el sueño, soltando un quejido por el acto.

Me muevo en la cama hasta quedar sentado en la cabecera de ella misma. Me restregó mis ojos con los puños de mis manos dando un bostezo, tener este tipo de sueños ya es normal, lo sueño desde hace mucho es más como una película que se repite.

Recuerdo cuando soñé algo más raro que esto, aunque no se por que siento que paso, les conté a mis padres sinenvargo me dijeron que no.

Me encontraba saliendo del instituto con mis dos mejores amigas, íbamos hablamos sobre los exámenes de medio año.

-¿Están listos para estos exámenes? -Comenta una de ellas.

-Yo creo que si. -Levanto los hombros restándole importancia.

-Y tu, ¿estás lista, Noema? -La nombrada deja de ver su celular para responder a la pregunta que le hizo Ingrid.

-No lo se, la verdad creo que con el único que tendré problemas será con matemáticas, ojala no nos hubiera tocado con esa profesora. -Suelta un suspiro dramático que nos causa un poco de risa, yo dejo de sonreír al sentir una suave y escalofriante ventisca, haciendo a mi cuerpo temblar, escucho una voz de mujer cerca de mi, volteo viendo para atrás pero no veo a nadie. De repente escucho un montón de voces haciéndome sentir raro ya que escucho voces de agonía, sufrimiento, dolor y martirio. Tapó mis oídos con las palmas de mis manos por que tantas voces que molestan mis oídos.

-¿Matt, qué sucede? -Oigo a la lejanía la voz de Ingrid y Noema, que ¿Ellas no las oyen? Cierro los ojos apretando fuertemente mis párpados y aprieto mi boca por el dolor inmenso que siento.

El Banshee. (Gay) Where stories live. Discover now