Capítulo IX

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Por la mañana, con el ánimo a tope, me dirijo al trabajo en taxi. Estaba decidida a tomar el autobús, pero como hoy tenía ánimo de experimentar un nuevo maquillaje tarde un poco más de tiempo al arreglarme. Así que adiós planes para recorrer la cuidad en transporte.
Debo darme prisa si quiero llegar a tiempo, afortunadamente no hay tráfico y arribo a mi desnito poco tiempo después.

Bajo del alto y me dirijo a las puertas principales con paso decidido. Saludó a todo el mundo con una sonrisa al entrar, me siento de muy buen humor el día de hoy, es como si hubiera tenido el mejor sexo del mes, y francamente así fue. Jonathan me cogió en el estacionamiento del restaurante tal y como lo había dicho ayer por la noche. No nos importo la hora, tampoco el lugar, ambos estábamos tan necesitados de sexo que cuando subimos al auto, la tensión no pudo contenerse más.
Tuve un grandioso multiorgasmo que me dejó empapada y le dí dos orgasmos a Jonathan, que solo de recordarlos hace que se me enchine la piel.

—Buenos días, señorita Diamon.

—Hola, dime qué hay, Alana—digo al subir con ella en el asesor.

No para de hablar hasta que llegamos a mi oficina y me siento en el escritorio.

—Tal parace que será uno de esos días—exclamo cuando escucho el timbrar de mi celular.

—Eso creo—me responde con una gran sonrisa mirando su iPad.

—Te lo agradezco, puedes retirarte.

—Gracias.

Cuando sale de la oficina abro el mensaje esperando tener buenas noticias el día de hoy.
Es Paula, me está invitando a desayunar con el pretexto de tener algo muy importante que decirme.

—Lo siento, amiga pero creo que puede esperar—le hablo a la pantalla.

Me disculpo con ella, y recorro la cita hasta el miércoles por la tarde, aunque hoy me siento de buen humor, prefiero no abusar. No deseo ver a nadie en estos momentos, solo quiero concentrarme en mi trabajo y estar a solas. Vengo inspirada y prefiero aprovechar el día en algo más productivo, que sentarme a charlar de temas inútiles.
Tarda minutos en responderme.

—Italy Diamon, jamás podré contra ti. Pasaré mañana por la mañana y no quiero ninguna excusa.

En eso concuerdo con ella, pero por ahora prefiero ignorarla, así que dejo el mensaje en la barra de notificaciones y sigo con lo mío.

Mi mañana va de lo mejor luego de eso. Alana y yo avanzamos muchísimo en los preparativos del evento que tendremos el mes entrante. Trabajamos muy duro en la nueva colección de otoño-invierno, como para ofrece un evento pequeño. Esto debe celebrarse en grande. Es nuestro primer lanzamiento desde hace casi dos años, no podemos limitarnos.

Luego de comer, volvemos al trabajo directamente, hoy no hay distracciones. Debemos terminar por lo menos la mitad de mi lista pendiente para seguir avanzando, sería genial poder terminar todo en las horas que nos restan de trabajo, pero sé que eso es imposible. Ya bastante tuvo mi asistente con las horas extras de la semana pasada, le daré un respiro.
Por la tarde, Jonathan llama a mi número celular un par de veces y luego hace un último intento al número de mi asistente, pero en estos momentos no puedo atenderlo. Estoy ocupada.
Le pido a Alana que tome el recado y me recuerde llamarlo antes de salir del trabajo. Sé que Jonathan debe ser mi prioridad, pero en estos momentos no tengo cabeza para otra cosa que no sea ese bendito evento. Debo tranquilizarme, pero son tantas cosas las que debo hacer, que dejar a mi dominante a un lado por lo menos un momento, no debe ser problema.

Mi día se va como agua entre tantos quehaceres, y eso me gusta. Prefiero estar ocupada, que estar pensando en cosas inútiles que no benefician a nadie.

Sumisión de una DominanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora