Capítulo V

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Me despierto exactamente a las seis de la mañana. El sol se asoma tímido en el horizonte, al otro lado de la ventana que da a mi habitación, tal parece que las nubes quisiesen robarle protagonismo, pero los rayos del sol se cuelan entre ellas.
Me incorporo sobre la cama cubriendome el torso con el edredón aún caliente, me encantaría quedarme en cama un rato más, la mañana es fresca, pero eso es imposible. Debo seguir órdenes.

No recuerdo haberme puesto ropa la noche anterior, después de la escena que tuvimos, pero curiosamente llevo puesta una playera larga color azul cielo y bragas muy cómodas. Quizá, Jonathan se encargó de ello cuando volví a dormir.
Poso la vista por diferentes objetos pero no hay rastro de Jonathan por ningún lugar a mi alrededor. Tal vez, despertó más temprano esta mañana y salió a hacer ejercicio, como todos los días en su itinerario. Suspiro. O quizás, solo soñé que venía aquí para hacerme sentir mejor y no estar tan sola.

Me levanto de la cama aún somnolienta, sintiendo un hueco en el estómago, ayer por la noche no cené en casa, y hoy por órdenes de Jonathan debo preparar el desayuno. No soy la mejor cocinera del mundo, pero le demostraré lo buena que puedo ser.
Camino en dirrección al baño, debo prepararme para comenzar el día y dejar de una buena vez esa sensación de nostalgia.

Abro el grifo de la ducha y me meto bajo el chorro de agua caliente, es relajante, y me hace extrañar menos mi cama. Tomo una esponja nueva que froto por todo mí cuerpo con un poco de jabón líquido, huele exquisito a lavanda; me tallo el cabello con un chorrito de shampoo que huele a manzana y dejo que el agua haga el resto. Me quedo bajo el chorro de agua unos minutos más, hasta que me doy ánimos para salir de la ducha, debo darme prisa.

Me coloco una toalla alrededor del cuerpo y una más sobre el cabello, después me cepillo los dientes y listo.
No he traído conmigo una maleta, así que literalmente no tengo nada que ponerme. Sonrío frente al espejo aún empañado, pensando lo mucho que amaría Jonathan tenerme desnuda todo el día. Aún con la sonrisa en mi rostro camino a través del lugar hasta llegar a la tercera puerta de mi habitación. Al abrirla me conduce a un closet de buen tamaño.
Según el contrato que firmé, Jonathan debe proporcionarme vestido, calzado, alimento, techo, seguridad y toda clase de comodidades que requiera. Una ventaja de todo esto, es que no debo preocuparme sobre gastos excesivos o lujos, en estos momentos todo está corriendo por cuenta de Jonathan.

Miro a mi alrededor y sonrió. Él jamás me defraudaría. La gran mayoría de las prendas que se encuentran aquí son de mi colección de ropa casual y unas cuántas prendas más de diseñadores, amigos míos. Podría estar aquí todo el día, admirando lo linda que me veo con cada outfit que me ponga, pero por desgracia no puedo. Un Jonathan hambriento me espera y no quiero hacerlo enojar.
De un enorme cajón tomo un conjunto limpio de lencería. Sobre mi piel pálida el color negro se acentúa bien y me hace sentir sexy.
Decido un outfit relajado para el día hoy.  Jeans que se amoldan bien a mis piernas y trasero, blusa a rayas de manga larga y botines. Me maquillo un poco y dejo mi cabello suelto para que termine de secarse.

—Lista —digo al aire.

Salgo de mi habitación después de arreglar mi cama y poner la ropa sucia en un cesto para la lavandería.
Bajo las escaleras con calma, dirigiendome directamente a la cocina. Aún no tengo indicios de la existencia de Jonathan por ningún lado, así que solo debo hacer deprisa lo que él ordeno y ya está.

No soy muy buena al cocinar, por lo que decido hacer algo sencillo que no me cause tanto problema. Huevo revuelto, pan tostado con mermelada, tocino y jugo fresco. Eso debe ser suficiente.

Sumisión de una DominanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora