—¿Y qué se supone que haremos ahora?— Cuestionó Sebastián suspirando, pasé una mano por mi cara.

— Muéstrame su expediente.— Pedí al castaño, Sebastián asintió para pararse de su silla.

—¿Con qué fin hicieron todo esto?— Preguntaba Sebastián buscando en el archivero, eché mi espalda en la silla.

— No lo sé, Sebas. Te juro que no entiendo a la familia de Dani.— Respondí con pesar.

Todo fuera tan diferente si tan solo su familia nos hubiera apoyado en nuestra relación, pero no fue así. Su madre, su padre y Emilia se han encargado de destruir toda felicidad que pueda obtener mi Dani. Era totalmente injusto.

— Aquí está.— Sebastián me pasó el folder de color azul, rápidamente lo empecé a leer.

Nombre de la paciente: Emilia Lizeth Calle Villavicencio.

Edad: 17 años.

Traumas a tratar: Drogas y ninfomanía.

Diagnóstico: Golpe contundente en la cabeza. Heridas superficiales en el cuerpo. Fisura en la costilla izquierda. Contusión cerebral. Inflamación en el lado receptor.

Los estudios realizados arrojaron pérdida de memoria en la paciente.

— Maldita sea.— Murmuré sintiendo cómo mis ojos se acumulaban de lágrimas.

Cerré el folder y lo arrojé en el escritorio de Sebastián, me paré de mi asiento respirando hondo. Tenía tanta rabia, tanto resentimiento que podía destruir la familia de mi prometida si los tuviera enfrente.

— Estamos esperando a que el golpe en su cerebro desinflame, así podemos definir si perdió la memoria totalmente.— Explicó Sebastián de forma profesional, asentí.— Debemos realizar otros estudios, así veremos si el golpe no afectó otras áreas, además de arrojar si es verdad su adicción a las drogas.— Finalizó en un suspiro, limpié la lágrima rebelde que bajaba por mi mejilla.

—¿Te das cuenta de lo qué han hecho esas personas?— Le pregunté con enojo, Sebastián guardó sus manos en los bolsillos de su bata médica.

— Créeme que aún no lo digiero.— Respondió con voz de pena.

— Necesito que me ayudes.— Mencioné de pronto, Sebastián ladeó la cabeza.— Trataré a Daniela cómo una de mis pacientes, claramente no romperé el código ético. Trataré de que poco a poco me recuerde.— Expliqué rápidamente con esperanza.

—¿Y si no recuerda? ¿Qué harás? ¿Soltarle toda la verdad?— Indagó Sebastián con el ceño fruncido, apreté los labios.

— Tengo la esperanza de que recuerde por si misma.— Contesté llevando una mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

—¿Y sus familiares? ¿Qué haremos con ellos? Te conocen, claramente si saben que estás aquí se la llevarán.— Puntualizó Sebastián con obviedad, bufé.

— Sobre mi cadáver se la llevan.— Contesté cruzandome de brazos, Sebastián pasó una mano por su rostro.

—¿Entonces, Poché?— Preguntó él expectante.

— No lo sé aún.— Respondí dubitativa.— Solo corta toda visita con ellos. Inventa una excusa, algo. Así gano tiempo con Dani.— Añadí con mirada suplicante, Sebastián miró a otro lado.

— Poché, no puedo hacer eso.— Contestó rascando su nuca, rodeando su escritorio.

— Claro que puedes.— Hablé descruzando los brazos, viendo su espalda.— No tendrás problemas, aceptaré toda responsabilidad si los hay.— Agregué rápidamente, tomando su hombro para girarlo.

Eviterno || TerminadaМесто, где живут истории. Откройте их для себя