Capítulo 20

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Volvemos como antes.

— Voy en camino. — colgué la llamada y corrí hasta el ascensor.

Cuando llegué al primer piso encendí el auto y fui al hospital que Luna me había indicado por mensaje. Pregunté en recepción por Becca, me indicaron la habitación y cuando llegué allí estaban Sam y Luna.

— ¿Qué le sucedió? — pregunté en cuanto recuperé el aire.

— Cuando te fuiste, me armé de valor para decirle sobre mi relación con Sam, ambas empezamos a discutir, se le atravesó a un auto y se dio un fuerte golpe en la cabeza que la dejó inconsciente. — explicó Luna con desesperación.

— ¿Pero está bien? —

— Dicen que está estable, pero no ha despertado desde hace una hora. — contestó Sam preocupada.

— Descuiden, ella se pondrá bien. Es Becca de quien estamos hablando. — intenté calmarlas con una débil sonrisa.

— ¿A dónde fuiste? En el instituto parecía que viste un fantasma. — preguntó Luna y la imagen de Clarke besándose con el princeso volvió a aparecer.

— Yo... — cuando empecé a hablar, un pitido descontrolado empezó a sonar de la máquina a la que Becca estaba conectada.

Los doctores llegaron, nos sacaron de la habitación y duraron 20 minutos haciendo dios sabe que con nuestra amiga. Las tres estábamos desesperadas, no nos hallábamos y caminábamos de un lado a otro. El doctor salió con sangre en sus manos ¿por qué? Ni idea, pero su rostro me decía algo que me negaba a aceptar.

— Familiares de Becca Franko. — dijo en voz alta y las tres nos levantamos de un salto.

— ¿Cómo está mi madre? — preguntó Sam intentando aguantar las lágrimas.

— Tuvimos que sacarle el riñón izquierdo... No sobrevivió a la intervención, lo siento. — explicó el hombre agachando la cabeza y yo fruncí el ceño.

— Pero si solo fue un golpe en la cabeza...— comenté algo confundida mientras Luna consolaba a Sam.

— ¿Está cuestionando 5 años de medicina? — el doctor levantó una ceja indignado y yo levanté mis manos con inocencia.

— Lo siento, solo preguntaba. —

— La señora Franko pidió que las tres leyeran su testamento junto a su cadáver, por favor acompáñenme. —

Las tres caminamos hasta la habitación que tenía sangre por todos lados como si hubiera habido una masacre y nos sentamos al lado del cuerpo cubierto con una sábana blanca de nuestra amiga y madre, Becca.

El doctor nos entregó unos sobres y nos dejó solas junto al cuerpo.

— Leelo tú, Lexa. — pidió Sam sacando la carta.

"Mis queridas bastardas pulgosas, sé que cuando estén leyendo esto ya estaré en un lugar mejor... Espero que tomando piña colada en una playa privada con la secretaria sea mi paraíso. Pero ese no es el punto, quiero que cuando lean esta carta vean en el interior del sobre algo con lo que no pasarán hambre nunca más".

Su sexy Becca.

Las tres miramos el interior del sobre y sacamos una cuchara de plata y casi me echo a reír.

— Hasta muerta es tacaña. — comentó Luna guardando la cuchara de mala gana.

— ¡TE ESCUCHÉ! — gritó el cuerpo de Becca quitándose la sábana cubierta de sangre.

Las tres gritamos lanzándonos al suelo mientras esa mujer del demonio se carcajeaba junto al doctor que entraba llorando de la risa.

— ¡¿Las viste Max?! ¡Casi mueren! — exclamó Becca entre carcajadas chocando manos con el doctor.

— ¡BECCA JUANITA FRANKO! — gritó Sam roja del coraje y ella agachó la cabeza como perrito regalado y dejó de reír.

Ahora quienes reíamos éramos Luna y yo.

— ¡JUANITA! — gritamos volviendo a reír. Casi llorar de la risa.

— No les digo sus cuatro cosas nada más porque Sam me pegaría con la chancla. — refunfuñó cruzándose de brazos.

— ¡¿Por qué nos hiciste esto?! — exclamó Sam colocando las manos en su cintura.

— ¡VENGANZAA! — soltó como si fuera un grito de guerra. — Me mintieron por dos meses sobre su relación. — nos señaló a las tres.

— ¿Y yo que tengo que ver? — me señalé limpiando mis lágrimas esta vez eran de risa.

— Tu fuiste quien me lanzó el sable de luz para que quedara inconsciente. — me acusó cruzándose de brazos.

— ¿Osea que no perdiste la memoria ese día? — preguntó Luna impresionada.

— No, las escuché mientras peleaban. Sólo fingí que la había perdido para ver cuando te dignabas a decirlo, alíen. —

— Bueno, lo siento. Pero cada persona que se acercaba a Sam termina a con tu pie en el trasero, tenía miedo. — explicó Luna tomando la mano de Sam.

— ¿Ahora tienes algo que decirme, Woods? —

Luna respiró profundo y entrelazó su mano con la de Sam mirando fijamente a la mujer en la camilla.

— Amo a tu hija, Becca. Quiero cuidarla, respetarla y amarla por el resto de mi vida... ¿Podrías darnos tu bendición? —

Becca sonrió y se levantó de la camilla abrazando a ambas chicas.

— Claro que sí, alíen... Pero rómpele el corazón y te saco los ojos mientras duermes. — advirtió con una sonrisa macabra y Luna asintió con miedo.

Yo sonreí débilmente, al menos mi hermana era feliz al lado de la mujer que quería. Becca se separó del abrazo y descubrió que no estaba tan feliz.

— ¿Todo en orden, Lexa? — preguntó viniendo hasta mí.

Cuando la miré a los ojos me rompí y empecé a llorar mientras ella me abrazaba.

— ¿Qué sucedió? — dijo con voz suave mientras acariciaba mi espalda.

— Clarke... Y Finn... — solté como pude en medio de lágrimas.

— Entiendo, pequeña. — susurró Becca abrazándome con fuerza hasta que paré de llorar.

— No sabe de lo que se pierde. — Luna me abrazó por los hombros y sonrió.

— Luna tiene razón, ella prefirió a ese engreído que solo tiene billetes para presumir. Tú tienes encanto único, Lexa. — Sam también vino a abrazarme.

— Mira el lado bueno, te liberaste del contrato, eso significa... ¡NOCHE DE FIESTA! —

— ¡SIII! — gritó el doctor quitándose la bata y uniéndonos en un abrazo grupal que me hizo reír.

— ¡Tú estás casado, Max! — exclamó Becca rompiendo el abrazo.

— ¡Mi mujer tuvo un bebé y no podemos hacer nada! — respondió el hombre y al parecer Becca se compadeció de él.

— De acuerdo, vámonos. Debo quitarme todo está sangre falsa. — empezamos a caminar hasta la salida.

— ¿Quién dice que es falsa? — Max se cruzó de brazos y Becca abrió sus ojos como platos.

— ¡MAAAX! —

Pizza || ClexaWhere stories live. Discover now