𝐌𝐄𝐌𝐎𝐑𝐈𝐄𝐒 ━━ 𝖲𝖺𝗇𝗈 𝖬𝖺𝗇𝗃𝗂𝗋𝗈

━━ 𝟢𝟣𝟥: 𝙼𝚄𝙴𝚁𝚃𝙴

𝓛as manos de Moon sostienen una vieja foto familiar que había encontrado entre sus cosas, donde aparecían ella, sus dos hermanos y su madre; y pronto se arrepiente de encontrar aquella imagen que reflejaba todo lo que había perdido, incluida aquella sonrisa tan resplandeciente. Quizás en esa fotografía, Sun y ella tendrían unos doce años, y Moon se dice a sí misma que en ese momento, ella jamás pensó que su otra mitad pudiera desaparecer como si nunca hubiera existido. La muerte daba miedo por eso precisamente: porque una vez te llevaba con ella, solamente podrías vivir en el recuerdo de la gente que te conociera.

Moon a veces se preguntaba si la muerte tendría compasión, porque ella estaba tan segura de ganar que te daba toda una vida para que intentaras superarla. La joven pronto se contestaba diciéndose que la muerte era algo insensible, porque su hermana no merecía morir y ya no esta ahí. En cambio, ella, que había ido en su busca, la había terminado repudiando y quizás le había regalado el motivo que le hacía querer seguir respirando. Lo que también le decía a Moon que la muerte era irónica y sádica, porque ella no merecía nada de eso.

Levanta su dedo índice y con la yema del mismo, acaricia primero el rostro de su hermana gemela; después el de Aki y por último el de Sora. Pero, evitando tocarse a sí misma porque a veces se llegaba a repudiar. Rápidamente la chica se guarda aquella fotografía en el bolsillo de su pantalón cuando la puerta de su cuarto se abre y por ésta aparece Mikey.

—Koko acaba de llegar, está en la sala de estar.— anunció el chico cerrando la puerta detrás de él para tener más intimidad. —Iréis a por el pago mensual que nos debe una empresa.

—Ah, sí, me lo contó.— sonrió la chica. —Solamente me pongo la chaqueta y ya estoy lista.— Aportó, agarrando la prenda de ropa que tenía sobre su cama y que la marcaba como miembro de la Kanto Manji Gang para ponérsela.

—Moonie... No hace falta que vayas a esa reunión si no quieres.— esas palabras hicieron que Moon frunciera levemente el ceño, confusa. Mikey soltó un pequeño suspiro, apoyando su espalda en la misma puerta que había cerrado. —Es la empresa donde trabaja tu madre, seguramente te la cruces cuando vayas.

La chica tragó saliva, y empezó a caminar lentamente hasta el chico. No podía dejar que todo aquello le afectara, porque era un capítulo de su vida por el cual se estaba desviviendo en cerrar de una vez aunque fuera lo más difícil que hubiera hecho jamás. Olvidarse de su madre, también de que tenía un hermano mayor que había dejado de creer en ella y superar la muerte de su otra mitad. Sonaba a tarea imposible, pero desde año nuevo, Moon se lo había propuesto. Porque, ya que la muerte tampoco la quería consigo, al menos, Moon quería intentar vivir de una forma en la cual no tuviera que martirizarse.

Pero, era difícil. Imposible. O al menos, así parecía cuando Moon no tenía a Mikey a su lado para verle sonreír.

—Ya veo...— murmuró ella, plantándose delante de Mikey. —No importa. Ella trabaja ahí, sí, pero ni siquiera la miraré al entrar. Y apuesto a que ella tampoco.— esbozó una pequeña sonrisa ladina. —Además, soy una miembro de tu pandilla, no puedo quedarme sin hacer nada. Y... aunque durmamos juntos, no tienes porqué darme privilegios. Quiero seguir ganando dinero y pelear por nuestra banda.