Prólogo

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Analizando en profundidad mi vida e intentando comprender con cierto detalle aquellas situaciones tan cotidianas y genéricas de mi existir, he llegado a una de tantas conclusiones, y es que la gran mayoría de las personas hemos crecido y madurado acompañados siempre por ciertas limitaciones, en general estas han sido programadas en nuestro inconsciente durante nuestra infancia, mientras crecemos y aprendemos del mundo, nuestros miedos y ansiedades rigen nuestro comportamiento, así como de las decisiones que tomamos, estas limitaciones son impuestas en el inconsciente por medio de frases típicas como; te va salir mal, si quieres triunfar tienes que sufrir, si quieres conseguir trabajo tienes que estudiar, nada es gratis, te va a pasar algo, o aquellas preguntas cómo ¿De qué vas a vivir? Y un sinfín más, muchas de estas emanadas por la voz de la experiencia y cuyo objetivo más que afectarnos tiene como fin el evitarnos pasar por situaciones arriesgadas, ya sea que fueran aprendidas de manera empírica o heredadas generacionalmente por nuestros padres, o inculcadas durante la educación temprana, por medio de la escuela, o dándose de topes por el camino. Debemos reconocer que muchas de estas enseñanzas también son hechos de vida, y que en muchos casos nos evita encontrarnos con ciertas dificultades, pero que es simple, se han vuelto parte de nuestra cultura y son algunas de esas frases limitadoras las que al final del día nos han obligado a permanecer en un lugar específico durante toda nuestra vida, ya sea por miedo al fracaso, temor a perder el tiempo, o el hecho de que no logremos nuestras metas u objetivos, instintivamente nos encerramos de forma voluntaria en una prisión, o como muchos dicen una burbuja de confort.

En contraposición a las frases limitadoras y siendo conscientes de estas me surgieron algunas interrogantes, de tal manera que no quería, ni podía continuar viviendo con esta duda.

¿Alguna vez has tenido ganas de empezar un nuevo proyecto, dejar por un tiempo lo que estás haciendo y dedicarte a tus satisfacciones, dejar de realizar todo lo que no te llena y empezar a hacer lo que en verdad te apasiona?

Por ejemplo, estudiar más de dos carreras solo por el hecho de querer, tomar tu mochila e irte a recorrer lo inexplorado, conocer los diversos pueblos de tu país e interactuar con diversas culturas, conocer al amor de tu vida, subir a una bicicleta y viajar por el continente, escribir un libro, aprender un arte, emprender un negocio, o pequeñas cosas, como lo son recorrer tu ciudad, ir al cine sin compañía, salir una noche de fiesta y sin conocer a nadie, simplemente vivir.

¿Por qué no lo hacemos?

La respuesta es por temor, nos han enseñado a sentir que muchas de las cosas que en verdad queremos están mal, o son pérdida de tiempo, aquellas frases inculcadas nos llenan de debilidad, nos aterrorizan, nos limitan, la decepción inunda nuestro cuerpo solo con el hecho de siquiera imaginarnos expuestos y solitarios. Escenarios que hacen volar nuestra imaginación, son los que les dan brillo a nuestros ojos y hacen palpitar nuestros corazones, son aquellas historias y cavilaciones las que provocan que nos desvelemos por las noches y que, sin embargo, como si se tratara de un balde de agua fría, caemos en cuenta que jamás nos atreveremos hacer.

¿Qué pasaría si abandonamos estas limitaciones?

Seamos sinceros, la realidad no se trata de olvidarlo todo y hacer únicamente lo que queramos, de abandonar nuestras metas, echar por la borda todo trabajo realizado, e irte para siempre, hacer a un lado todo lo que has logrado, pero sí al menos de compensar una pequeña parte de una deuda que tenemos con nosotros mismos, algo que nuestra alma nos ha rogado por mucho tiempo, piensa que pasados unos años, puedas recordar de aquella vez, aquella historia en la cual te enfrentaste a tus peores miedos y saliste victorioso, de el día que a pesar de que todo el mundo te dijera que no podías te atreviste a saltar y explorar lo que jamás imaginaste descubrir, cosas tan sencillas como una escapada con nuestros amigos, gritar o cantar a todo pulmón sin importar quién nos viera o escuchara, vivir solo por un momento algo distinto, salirse del camino, tomar tus cosas e irte a conquistar lo inexplorado, buscar y encontrar las cosas que más te llenan.

Las situaciones cotidianas que nos acompañan, la experiencia, nuestros temores, lo que escuchamos y de lo que somos parte, me ha influido a contar esta historia, la sociedad busca determinar nuestros destinos, prefija lo que debemos y no hacer, juzga arbitrariamente lo que está bien y lo que no, dicta el comportamiento y las normas que se deben seguir, excluye a aquellas personas que no son productivas, y no da segundas oportunidades, las limitaciones a las que nos hemos aferrado surgen de todo esto, sin embargo, existen personas que no tienen miedo a salirse del camino, o que la vida los ha enviado por distintas rutas, algunas personas según la sociedad ni siquiera tienen un camino que "seguir", y si lo tienen han cometido errores o nunca tuvieron una oportunidad, y así, fuera de ese camino la vida los ha impulsado a continuar, a no rendirse. Para ellos que ya están fuera del camino no queda más que hacer lo propio y aunque siempre seremos parte de la sociedad, esto no nos impide comenzar a disfrutar de todo lo que nos pasa, aunque haya situaciones desagradables la verdad es que siempre aprendes de ellas, aunque en muchos casos no caigamos en cuenta. No siempre hay un solo camino, y este viaje no solo es de ida, todo lo que aprendemos, lo que vivimos y experimentamos, dejará su huella, servirá para heredar algo bueno a este mundo, tu camino no tiene porque estar predestinado, siempre podemos dar la vuelta, o solo tomar un descanso y disfrutar del paisaje, no hay algo más claro que el presente mismo, invertimos demasiado tiempo imaginando el futuro, encaminados solo a un objetivo, no nos detenemos a pensar que todas nuestras decisiones son una oportunidad para vivir, y cada vivencia es un recuerdo, una enseñanza y una herramienta para continuar.

Somos parte de hechos, ideas o creencias que siempre nos han acompañado y de las que por lo regular no somos conscientes, nos mantienen cautivos y que solo pocos se han atrevido a dejar atrás, el pánico ,la comodidad, las inseguridades, el qué dirán, son pesadas cadenas que arrastramos y que de no dejarlas nos acompañarán por el resto de nuestro camino, poco a poco debemos ir rompiendo esas barreras, esos hierros entretejidos, aquellos pensamientos e ideas proyectadas, esos escenarios en los que suponemos lo mal que nos podrían salir las cosas, el reconocer que no queremos una vida de frustración y preocupaciones, al final del camino lo más importante es acordarse con los años lo felices que fuimos, pero aún más importante es despertarse cada mañana, vernos al espejo y saber lo felices que somos.

Edmundo Ángel Mendoza Bello.

Atras ni para tomar impulsoWhere stories live. Discover now