I

175 32 5
                                    

–De todas las personas, no creí que fueras tú fuyu

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

–De todas las personas, no creí que fueras tú fuyu... – un pelinegro denotaba en su mirada clara decepción, a su lado Jin se encontraba temblando totalmente empapada.

–Pero ¡Yo no hice nada!, es un malentendido.

–Demonios Chifuyu, los demás te vieron, no puedes negarlo – estaban perdiendo los estribos mientras la única mujer no sabía qué hacer para que se calmaran –Creí que podías actuar como alguien maduro, se supone que por eso hablamos las cosas, ¿Y ahora esto?

El pequeño rubio se sentía acorralado, la mirada llena de furia y decepción del pelinegro, la mirada confusa y dolida de la castaña sumando los ojos curiosos de los que quedaban en el aula. Demasiado para él, sólo pudo huir de ahí azotando la puerta tras él.

☘ ☏ ☘

Minutos antes

Un rubio amante de los gatos se encontraba viendo tras la ventana mientras suspiros salían de forma constante, la vida no le sonreía. Él se consideraba un adulto –mentalmente haciendo frente a los sucesos que, hace tan sólo una semana ocurrieron.

Su faceta de Shakespeare se vio interrumpida por la salida de una niña con una sonrisa Colgate y cabello castaño que gritaba "Pantene", quería llorar. Pero le llamó la atención el salón medio vacío y algunas risas nada disimuladas.

Observó el lugar al que todo el mundo miraba y se alarmó al ver una cubeta de tamaño generoso, cuidadosamente colocada sobre la puerta a medio cerrar. Como el hombre maduro que claramente –no es, se dirigió confundido preguntándose cómo diablos había llegado ese cubo ahí, cuando su mente se iluminó.

Broma. Una maldita Broma.

Lo pasaría por alto de no ser porque desde que inició esa supuesta relación, aka el pesar de sus pesares, cosas sospechosas empezaron a ocurrir entorno a la nueva pareja, alarmado conectó los cables en su cabeza, cuando la chica salió el bote no estaba ahí, y como la ley de la naturaleza dicta "todo lo que se va, tiene que regresar" o algo así, no pone atención a sus clases de biología.

Dejando eso de lado, Jin debía pasar por esa puerta en algún momento, por lo que seguramente esa cubeta sería su bienvenida, y él, a pesar del pequeño rencor que le tenía a la chica por robarle a su –no proclamado macho, no iba a permitir eso. Así no lo había criado su madre, no señor. Él era un caballero.

Con pasos firmes y la mente en alto se dirigió a tratar de quitar la cubeta ante la atenta mirada de todos. Pero se le olvidó que es Matsuno Chifuyu y la vida no lo quiere.

La puerta se abrió, la cubeta calló, las risas reventaron mientras la chica estaba como estatua completamente mojada, y él encima de una banca como idiota con las manos alzadas justo donde antes se encontraba el bote. Debía admitir estar agradecido de que sólo fuese agua.

Y luego apareció José María detrás de la chica viéndolo como perro rabioso...


☘ ☏ ☘




Volviendo a la actualidad, el rubio caminaba a paso apresurado por los pasillos semi-desiertos de la facultad. Su mente se encontraba hecha un lío, parado frente una máquina expendedora no notó cuando alguien se acercaba a paso lento y curioso, reaccionando violento cuando éste le tocó el hombro preguntando si se encontraba bien.

–Yo... lo siento, no fue mi intención – se siente avergonzado ante la curiosa mirada de aquel chico, quien sólo le dedica una radiante sonrisa.

–No te preocupes, todos tenemos días malos, además llegué de repente. Mi culpa – sigue con una sonrisa que al otro le causa una pequeña incomodidad –Por cierto... ¿podrías soltarme?

–A-ah sí, perdón otra vez – soltó el fuerte agarre que se mantenía firme sobre la muñeca del más alto para llevarla a los bolsillos de su sudadera.

–Tienes un agarre fuerte Chifu – mientras hablaba se acercó a la máquina de la que en algún punto Chifuyu se apartó. Bastó un billete y algunos botones y el chico ya tenía dos bebidas en mano, una de ellas siendo ofrecida a su contrario –Tómalo como disculpa por asustarte.

–Ohm yo...– la mirada sugerente del chico le impidió negarse –Gracias Kazutora

–Para nada, mejor cuéntame ¿Qué pasó para que estés así? No pareces de los que pierden los estribos tan rápido – comienza a caminar hacia la salida escuchando un  click al abrir la lata de café. El rubio se limitó a seguirlo.

...

–Eso sí que es tener mala suerte – silva agitando en círculos la lata.

–Y que lo digas, ahora parece que soy el malo del cuento – recuesta su cuerpo en el césped soltando un suspiro con la cara cubierta por sus manos, a su lado el bicolor ríe –No te rías Kazutora. ¿Es que no escuchaste?

–Fufufu, como si no supiera esto ya desde hace mucho. El pequeño Fuyu vengándose de la rata rompe hogares que se llevó a su querido Baji-san, toda una novela –  narra dramáticamente soltando una pequeña risa por la cara enfurruñada que muestra el rubio a través de sus manos.

–¡Está claro que no soy yo! Jamás me rebajaría a tal nivel, es sólo que... – Tora alza una ceja esperando que continúe –Es sólo que Baji me ha gustado por mucho tiempo y duele que, a pesar de todo, no pueda hacer nada al verlo tan sonriente junto a la angelical de Jin, ni siquiera puedo quejarme porque es una chica malditamente buena.

Descubrió su rostro, cruzando sus brazos bajo su cabeza en forma de almohada, soltó un suspiro –De todos modos, soy lo suficientemente maduro para aceptarlo. – Kazutora alzó una ceja y Chifuyu no pudo hacer más que resoplar, mientras el primero soltó una casi inaudible risa.

–Ay Chifu, no estés triste – estira su mano acariciando la mata de esponjosos cabellos del más pequeño.

Más que triste o enojado se sentía dolido, dolido de que su mejor amigo no confiara en él, dolido en que las cosas nunca estaban de su favor y que seguramente perdería su preciada amistad, dolido de no poder odiar a la pareja del chico que le gustaba por el simple hecho de ser una de las personas más lindas que haya conocido, dolido porque a pesar de sentirse traicionado aun así quería ayudar a la chica y detener a quien sea que le esté haciendo la vida imposible.

Más que triste o enojado se sentía dolido, dolido de que su mejor amigo no confiara en él, dolido en que las cosas nunca estaban de su favor y que seguramente perdería su preciada amistad, dolido de no poder odiar a la pareja del chico que le gust...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝐋𝐚 𝐝𝐞𝐬𝐚𝐬𝐭𝐫𝐨𝐬𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐌𝐚𝐭𝐬𝐮𝐧𝐨 𝐂𝐡𝐢𝐟𝐮𝐲𝐮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora